La premisa oficial parece ser derrochar optimismo. El mejor anticuerpo contra el virus del malhumor social que instaló la inflación y el temor de la gente a perder el empleo. La mayoría de las encuestas que circulan por estos días muestran una tendencia mayoritaria de la gente a considerar que, a contramano de lo que se afirma en el Gobierno, lo peor todavía no pasó.
Con una economía a la que cuesta encontrarle motivos para generar alegría, María Eugenia Vidal buscó ser la abanderada de las buenas noticias. Utilizó en las últimas horas su alta ponderación pública para apuntalar el discurso oficial de que la inflación va a ceder. El aumento del costo de vida impulsado por diversas medidas antipáticas -en especial el aumento de las tarifas-, se ha transformado en el centro de las preocupaciones de los argentinos.
Vidal olfateó, frente a ese panorama que incomoda al presidente Mauricio Macri, la necesidad de salir a plantar bandera. No sólo vaticinó que este año la inflación terminará siendo más baja que el año pasado; también, que no tiene intenciones de ser candidata presidencial.
La aclaración, realizada en un alto del “retiro espiritual” que su gabinete realizó en Chapadmalal, no es casual. Es una idea que la mandataria ha expuesto alguna vez, pero que juzgó necesario reafirmar en medio de los magros resultados económicos que pintan con nubarrones el cielo de la reelección de Macri que imagina Cambiemos.
En el oficialismo están convencidos de que este panorama cambiará con el correr de los meses. Que está cerca de asomar un segundo semestre más halagüeño. Vidal forma parte del pelotón de aquellos dirigentes que se anotan en esa lectura, aunque no espera de brazos cruzados.
La reforma judicial que acaba de lanzar a la discusión es un ejemplo palpable. Forma parte de una decisión política a la que emparenta con la “lucha contra las mafias”. A la Gobernadora se le pondera ese perfil duro que pretende profundizar. Para ella, aunque no quiera hablar de su propia candidatura, el año electoral también empieza a asomar.
Qué pasa en el PJ
El peronismo, mientras tanto, afronta su propio período de turbulencias agigantado ahora por la intervención del partido a nivel nacional dispuesto por la Justicia. Esa medida podría estallar en territorio bonaerense: de hecho, en su fallo, la jueza María Servini de Cubría escribió que idénticos motivos que dieron lugar a su controvertida decisión se verifican en el PJ de la Provincia.
Todo parece posible. El designado interventor nacional, Luis Barrionuevo, ya habría puesto en la mira a la estructura que conduce el intendente Gustavo Menéndez. Pero además, en forma paralela existe una causa en la justicia federal platense que promueve esa misma medida impulsada por apoderados cercanos al duhaldismo.
Esas decisiones comenzaron a tener algunos rebotes. Atisbos de síntesis que caminan no todos, pero sí sectores de peso del PJ provincial. Por caso, se está instalando fuerte el rumor de que la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, tendría fuerte consenso para ser candidata a gobernadora.
Lo curioso del caso no es que anote el descontado apoyo de su distrito y del kirchnerismo: también se estarían sumando intendentes del Conurbano que hasta no hace mucho tenían esa misma aspiración.
Algunos de ellos habrían empezado a tomar la decisión de garantizar sus territorios frente al dilema que supone jugar una partida de final incierto enfrentando a Vidal. Es el caso de Menéndez (Merlo) e Insaurralde (Lomas de Zamora), que hoy por hoy dejarían correr sola a Magario.
La matancera no tiene aquellas urgencias que parecen despejarle buena parte del camino. Su sociedad política con Fernando Espinoza le permite -sumado a su buena imagen en el distrito- generar una alternancia sin mayores sobresaltos.
Habrá que ver qué hacen Sergio Massa y Florencio Randazzo, parados en la vereda de enfrente del kirchnerismo, en relación a ese proyecto que va tomando volumen.
En Cambiemos están al tanto de esa consolidación. “Magario es el kirchnerismo, tendrán que salir a explicárselo a la gente”, dicen altos funcionarios de la Gobernación.
Pero más allá de esa lectura que remite al escenario de confrontación electoral del año pasado, el PRO no termina de encontrar un candidato que ponga en riesgo la hegemonía peronista en el distrito más populoso de la Provincia.
El ministro de Educación nacional Alejandro Finocchiaro sigue sonando con fuerza, aunque en las últimas horas volvió al ruedo el nombre de Cristian Ritondo, el titular de Seguridad bonaerense. Acaso la parada difícil que supone para Cambiemos competir en La Matanza hizo que saliera al ruedo una alternativa que sonó más a un globo de ensayo que a un proyecto tangible. En algunos círculos se echó a rodar el nombre de Juan Ignacio Chela, el ex tenista devenido en conductor televisivo nacido en Ciudad Evita.
Aquella decisión de dejar correr casi en soledad a Magario revela otra inquietud en el peronismo: aún cuando la economía se empeña en dar malas noticias, de todos modos intendentes peronistas creen que el arrastre de Vidal puede llevarse puesto a más de uno.
Por estas horas amasan un antídoto cuya eficacia dependerá, paradójicamente, de la buena voluntad del oficialismo. En pocos días más aparecerá en escena un proyecto de reforma electoral que apunta a reemplazar a las históricas y polémicas boletas sábana por el sistema de boleta única de papel sobre el que trabajan jefes comunales y legisladores del PJ con K.
Se trata del mismo sistema que funciona en Santa Fe y que, básicamente, neutralizaría al menos en parte el “efecto Vidal” sobre los municipios. Al elegirse por categorías, el elector debe marcar al candidato de su preferencia y se licua de esa manera el arrastre de una candidatura taquillera sobre aquellas que continúan en la sábana.
El temor no es infundado: en Cambiemos dicen que haciendo una buena elección con Vidal como candidata, podrían quedarse con cerca de 100 de las 135 comunas en las próximas elecciones.
El oficialismo por ahora no movió un dedo con este tema. “Si nos aprueban la división de La Matanza por ahí pasa”, dicen con ironía en la Legislatura. La cuestión es más compleja porque también está en juego la elección nacional: al ser simultánea con la bonaerense, habría que utilizar el mismo sistema.
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