El Gobierno se equivoca cuando califica como 'media jornada' el cargo de docente de grado y calcula los ingresos que percibe sumando una doble jornada, que no todos los docentes tienen ni podrían tener, si hacen su trabajo a conciencia.
Históricamente el cargo docente fue de cuatro horas en aula y todas las que suma fuera de ella, como cualquiera lo sabe, aunque el Gobierno prefiera ignorar como si ninguno de sus integrantes hubiera ido a la escuela.
Y el salario del profesor de enseñanza media y superior se establece por hora -o módulo- y tampoco convendría que supere las cuatro o cinco horas por día en aula si al profesor se lo pretende competente, como insisten las autoridades.
Elevar la calidad educativa exige, junto a un salario digno, oxigenar el tiempo de cada docente para que pueda responder con actividades extra áulicas -que incluyen el estudio, la planificación, la corrección, el replanteo y la capacitación continua- a las demandas de un mundo en constante transformación, donde el uso del tiempo implica bastante más que una presencia in situ.
Personalmente, estoy de acuerdo con que se premie el presentismo -también habría que premiar la eficacia, que consiste en conseguir los mejores resultados en el menor tiempo posible-; pero un premio es siempre extrasalarial. El salario, por sí solo, debe garantizar al docente un ingreso que le alcance para vivir dignamente.
También estoy de acuerdo con que se evalúe al docente periódicamente y se le exija una constante actualización. Para que ello ocurra, pensar en una doble jornada que lo agota por monedas es, lisa y llanamente, un disparate.
Claudio Portiglia. Vía Facebook.
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