Marketing puro
La representación como cuestión natural.
Con la idea de acercar la actividad, quiero analizar un pre-concepto colectivo sobre el marketing, ése que lo ubica en el incómodo lugar de la deformación de la realidad. Si bien hay profesionales éticos y de los otros, reconozco que una parte de nuestra acción (la publicidad) trabaja sobre algo que no es real, que justamente se trata de una representación de esa realidad y como tal utiliza sólo lo que quiere mostrar a la gente como estímulo.
Si vamos un poco más allá, podemos decir que a partir de que alguien ¨levanta¨ hechos y los transforma en un discurso escrito, gráfico o audiovisual se conforma un relato y en el camino, siempre, se pierde una parte de esa realidad. Esto no sólo es patrimonio de la publicidad como parte del marketing sino de un sinfín de actividades e incluso de la vida cotidiana de las personas.
Considero que desde el momento en el que un suceso se reproduce, ya forma parte de una estructura que intenta representar algo con un objetivo. Lo mismo sucede con el periodismo o con las ciencias jurídicas, todos tomamos un retazo de esto que se llama “realidad” para organizarla de acuerdo a nuestros intereses.
Si tomamos en cuenta las redes sociales, la dinámica de difusión de un acto privado podría hacernos dudar de él y en realidad no es así. Por lo general confiamos en esos besos y abrazos sin pensar en que, para verlo, alguien tuvo que tomar el registro con su teléfono. Retratos de momentos de soledad con un fotógrafo detrás, situaciones íntimas vistas por centenares de personas y otros ejemplos serían dignos de análisis. El punto es que, desde el preciso momento en que alguien se detiene a retratarlo ya interviene el relato y la intención de difusión, lo que no transforma esto en algo falso e impuro sino en una representación del hecho.
Como sociedad siempre necesitamos información para elaborar una idea de la realidad. Claramente estamos en una época singular de multiplicación de estímulos que atraviesan nuestra subjetividad y eso es algo inevitable desde que salimos de casa y en el primer contacto con los otros, desde el verdulero con su discurso sobre las peras maduras hasta la arenga positiva del presidente.
Estos mismos conceptos quiero trasladar al marketing como una actividad que releva necesidades, crea productos y servicios, les pone un precio y recrea su realidad. ¿Todo esto para qué? Les voy a decir algo tremendo, para ganar plata. Para que gane el que vende y que esa persona pueda tomar gente fomentando nuevas fuentes de trabajo. De eso se trata este marketing muchas veces diabolizado. Quizá sea tiempo de dejar de hablar de “Puro Marketing” para empezar el diálogo con el “Marketing Puro” como una actividad social, cultural y económica.