Una negociación que excede los límites de la geografía bonaerense
La paritaria con los docentes viene complicada: la oferta oficial aparece condicionada por la Nación.
La negociación paritaria entre el gobierno bonaerense y los gremios docentes luce empantanada. Parece exagerado con apenas un encuentro formal donde apareció la primera oferta concreta de aumento salarial para 2018. Pero la cuestión tiene que ver con la enorme distancia entre lo que pretenden los maestros y lo que parece dispuesta a ofrecer la Provincia.
Lo que se resuelva en ese arduo diálogo con los sindicatos se transformará en parámetro para el resto de las negociaciones salariales que se aprestan a encarar -o están en pleno proceso- tanto gremios estatales como de la actividad privada. Ocurrió el año pasado cuando María Eugenia Vidal pactó mejoras que incluyeron la cláusula de ajuste automático por inflación.
Ese modelo, aceptado en principio a regañadientes por diversos sectores gremiales de la Provincia, terminó siendo emulado en la mayoría de las negociaciones paritarias.
Hoy Vidal está en problemas y prisionera de su propia creación: el Gobierno nacional, que celebró aquél acuerdo testigo de 2017, hoy oficia de sepulturero del ajuste automático porque considera que terminará alimentando las expectativas inflacionarias.
Con una inflación que se estima no bajará del 20 por ciento al final del año y una oferta en torno del 15 por ciento, para los gremios la cláusula gatillo es la tabla de salvación para asegurarse que los aumentos que negocien no queden por debajo el alza del costo de vida.
La primera oferta concreta oficial a los sindicatos docentes deja espacio para especular con que la Provincia se podrá “estirar” un poco más. La lógica de cualquier negociación indica que ninguna patronal arranca las charlas con una propuesta de máxima.
Cerca del oficialismo dicen que, aun cuando el ofrecido 15 por ciento en tres cuotas se mejore, nunca habrá un número 2 delate de la eventual propuesta mejorada como vienen planteando los sindicalistas que se plantan en un 20 por ciento con cláusula gatillo. “Uno o dos puntos más, no mucho más”, especulan.
Del ajuste automático nadie quiere hablar en el Gobierno. Se estiran hasta la denominada “cláusula embarazo”, esto es, acordar el aumento y establecer una instancia de revisión a los nueve meses. “Pero sin ajuste automático”, aclaran.
Sería una suerte de reapertura de la paritaria sobre el último trimestre del año que tendría, según especulan en el oficialismo, una menor presión sobre la inflación que la actualización que rigió el año pasado.
El presentismo como bandera
El otro elemento que emerge en la negociación y que supone cierto triunfo del Gobierno en la pulseada al menos mediática con los docentes, es la imposición del plus por presentismo.
Vidal está convencida de que ese incentivo ayudará a mitigar el alto nivel de licencias que se registra en el sistema educativo bonaerense. Algunos números que soltó el gobierno provincial para sustentar su postura son contundentes: el 67 por ciento de los maestros pidió al menos una licencia durante 2017 por enfermedad. No resultó casual que la Provincia resolviera premiar al 33 por ciento restante de los maestros que no faltaron nunca, con un plus por única vez de 4.500 pesos.
La combinación de licencias y ausentismo determinó que el sistema educativo debiera pagar un promedio de 117 mil suplencias por mes. El resultado en números es por demás impactante: al Estado le costó unos 19 mil millones de pesos en 2017. Otro número sirve para tomar dimensión de lo que se habla: el déficit de la Provincia fue, durante el año pasado, cercano a los 30 mil millones.
Los gremios docentes se han mostrado refractarios a aceptar lo que consideran “un premio a la salud”. Pero en la Provincia creen haber empezado a ganar el primer round de una pelea larga y que seguramente consumirá varios capítulos más cuando, acaso luego de que la negociación paritaria sea historia, el Ejecutivo acelere con el debate por la reforma del Estatuto del Docente y su capítulo vinculado a las licencias.
Mientras, el inicio de las clases previsto para el 5 de marzo sigue rodeado de la incertidumbre del posible conflicto. Los gremios se han mostrado por ahora inflexibles en evitar hablar de paros. La Provincia, mientras tanto, presiona para que el ciclo lectivo arranque en tiempo y forma aun cuando la paritaria no esté cerrada. ¿Habrá acuerdo para poner bajo un paraguas la negociación salarial o se impondrá la lógica de las medidas de fuerza si no hay acuerdo por los sueldos?.