Gran parte de la estrategia presidencial para disminuir la pobreza consiste en crear un clima propicio para los negocios que genere inversiones genuinas en los distintos quehaceres de la producción.
Sin dudas, para quienes no adherimos a los “cultos” populistas se trata de una estrategia acertada. Sin nuevas inversiones, la producción no crecerá, y si la producción no crece, difícilmente quede ampliada la oferta laboral y, como consecuencia, la mejoría en los salarios de los trabajadores.
Claro que resulta una estrategia válida para el “medio mundo” privado que genera la riqueza de la Argentina. Para el otro “medio mundo”, el estatal, el aserto no es válido. Allí, en el dominio del populismo, el empleo público y el asistencialismo social son los mecanismos empleados para enfrentar las crisis sociales.
Fácil resulta comprobar para quien quiere ver y oír que el primer camino está hecho de sacrificios y que el segundo hunde sus raíces en el facilismo.
Por el primero, es factible llegar al éxito. Por el segundo, solo es posible redundar en el fracaso.
Todo el mundo lo sabe o casi todo el mundo. En la Argentina, la cosa no parece clara. Desde hace dos años, para la mayoría, sí. Pero, la minoría que se niega a aceptar la realidad y que pretende continuar con un relato al que no le queda espacio, insiste en lo contrario.
Es probable que se trate solo de una clásica opción mentirosa. Después de todo, el peronista Carlos Menem habló de “salariazo y de revolución productiva” durante su campaña electoral para presidente para girar 180 grados hacia el perverso uno a uno en la cotización del dólar y dejar al país el mayor endeudamiento de la Argentina, del que recién se pudo salir con el gobierno de Néstor Kirchner.
Hoy, como lo acaba de hacer en su reunión provincial de San Bernardo, el peronismo reivindica, aunque con poca fuerza, la etapa del kirchnerismo ¿Significa ello que volverían a hacer lo mismo en caso de recuperar el gobierno?
Probablemente, no. Pero el oportunismo, los lleva a reivindicar cualquier cosa con tal de congraciarse con el mal humor social que parece afectar a algunos segmentos de la población, aquellos que creían que los años de desgobierno kirchnerista, el desastre económico heredado, el aislamiento del mundo y la corrupción, no representaban costos que todos los argentinos debíamos enfrentar.
En las filas del peronismo bonaerense señalan que la reunión apuntó a iniciar la búsqueda de algún liderazgo para enfrentar a la gobernadora Vidal dentro de dos años. Es válido. Dicen que buscan amalgamar a todo el peronismo para conseguir el objetivo. Es nuevamente jugar con fuego ¿O será que nadie está exento de culpa?
Viajero
El presidente Mauricio Macri visitó Rusia, participó del Foro de Davos, Suiza, y concluyó su periplo en Francia.Como quedó dicho al principio, el Presidente busca atraer la confianza de los inversores para consolidar su estrategia de conformar un clima favorable a los negocios.
No le fue mal. Logró algunos éxitos. Pero, aunque muy importante, no es lo central. Lo central del viaje presidencial consiste en explicar hasta el hartazgo que la Argentina es un país confiable, que es un Estado de derecho, que rigen las garantías constitucionales y legales, que vale la pena.
Y a eso se dedicó el Presidente. En Rusia, juntó a buena parte de las principales empresas de ese país como Gazprom, Gazprombank, Phosagro, Rosatom y Biocad, empresas que trabajan en los rubros de energía, bancos, agro, nuclear y biotecnología. Paralelamente se firmaron convenios para la explotación de uranio
También mantuvo su conversación con el presidente Vladimir Putin con agenda abierta. Es el segundo encuentro del presidente con su par ruso. El primero fue en Shanghai, China, durante la reunión cumbre del G20 del 2017.
En ambos, tanto Macri como Putin intentaron dejar en claro que la relación entre ambos países continúa sin deterioros. Que el cambio de gobierno en la Argentina no afectó el vínculo, pese a la identificación que la Argentina mantuvo con Rusia durante el kirchnerismo.
La ayuda material prestada por Rusia para la búsqueda del submarino ARA San Juan en el Atlántico Sur fue especialmente agradecida por Macri.
En síntesis, a Macri en Rusia le fue bien.
También en Davos, Suiza, durante el célebre fórum mundial que se desarrolla en ese paraje alpino.
Más allá de su discurso inscripto dentro de su estrategia de atraer inversiones, el Presidente recibió a la reina Máxima de Holanda, acompañada por el primer ministro de ese país, Mark Rutte; a la canciller federal de Alemania, Angela Merkel; al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; personalidades que se acercaron a la Casa Argentina, montada a tal efecto, en Davos. También el ex primer ministro británico, Tony Blair.
Pero también pasaron por sus instalaciones: Eldar Saetre, el presidente de la compañía estatal noruega de petróleo Statoil; Klaus Schwab, director ejecutivo del Foro Económico Mundial; Inga Beale, titular de la aseguradora británica Lloyd’s, una de las más importantes del mundo, junto al Lloyd’s Bank forma parte del grupo; con el CEO de Global Citizen, Hugh Evans; con Sheryl Sandberg, directora operativa de Facebook; con Joe Kaser, presidente de la alemana Siemens; con Patrick Pouyanné, CEO de la petrolera francesa Total, la principal empresa de la Eurozona; con el CEO de Microsoft, Bill Gates; con el titular internacional Coca Cola, James Quincey; y con David McLean, CEO de la cerealera Cargill.
No están todos, claro. Pero no deja de ser un conjunto de primerísimo nivel el que se desplazó hasta la Casa Argentina en Davos, un edificio de tres pisos alquilado para la ocasión. Macri no fue a pasear.
En cambio, no salió redondo el encuentro con el presidente de Francia, Emannuel Macron, pese al almuerzo con los principales referentes empresariales del país galo.
El presidente argentino y, temporalmente, titular del G20 –el titular del Mercosur, es el presidente paraguayo Horacio Cartes- intentó avanzar sobre el acuerdo Mercosur-Unión Europea, cuya discusión se tornó interminable. No pudo.
Para Francia, la agricultura y la ganadería resultan sinónimos de la política demográfica. No se rige, por tanto, por las reglas de mercado. No se trata del precio como resultado del equilibrio entre la oferta y la demanda, sino del subsidio necesario para mantener a los productores agropecuarios sedentarios en sus respectivas explotaciones.
El presidente francés lo expresó con todas las letras y el avance quedó para otra vuelta. Probablemente, para después de las elecciones brasileñas y paraguayas y del tenor que adopten quienes las ganen.
Así y todo, el “rebote” no alcanzó para empañar el éxito de la venta del reactor nuclear para investigación que el INVAP estatal fabrica en Bariloche. La venta representa alrededor de 400 millones de euros para el país, logrados a través de una exportación no tradicional.
Argentina –el INVAP- ya vendió reactores a Brasil, Perú, Argelia, Egipto y Australia. Es esta la primera oportunidad de venta a un país europeo: Holanda.
Por casa
Todo indica que los próximos sobresaltos fronteras para adentro, estarán vinculados con el quehacer sindical.
Ocurre que, despechado por el incumplimiento de la palabra inicial por parte de la CGT, en el sentido de apoyar la tenue reforma laboral prevista y renegociada, el Gobierno decidió un embate frente al sindicalismo. Mejor dicho, a un sector del sindicalismo.
No se trata de vincular los casos del Caballo Suárez, el Pata Medina, la UOCRA de Bahía Blanca o de Marcelo Balcedo. Nadie discute el accionar mafioso y delictual de todos estos personajes.
Se trata, básicamente, entre otros, de los Moyano, de Víctor Santa María y del secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Omar Palazzo.
En particular de los Moyano. El Gobierno sabe que es a ellos a quienes debe torcer el brazo. Es con ellos, con quienes mantendrá una puja de poder.
Y los antecedentes de los Moyano son complicados. En rigor, la complicación no es por los antecedentes, sino por los bienes que atesoran, cuyo origen lícito siempre en el sindicalismo argentino resulta difícil de demostrar.
Ni cortos, ni perezosos, los sindicalistas respondieron con la publicación del exabrupto del ministro de Trabajo, Jorge Triacca, contra su empleada en negro como casera y, a la vez, ñoqui –eventual- en el intervenido Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), el gremio del Caballo Suárez.
Cachetazo va, cachetazo viene, lo cierto es que el Gobierno pretende, en particular para sus gremios estatales, un incremento del 15 por ciento en los salarios, sin cláusula de ajuste.
La Argentina es el país donde los remedios pueden cambiar abruptamente, de un día para el otro, pero las enfermedades continúan inalterables por los siglos de los siglos, amén.
Y esto de los siglos tiene que ver con los 73 años, casi ininterrumpidos, de inflación en la República.
Mientras tanto, los remedios varían según las circunstancias. Para el año pasado, la solución era la indexación de los salarios cuando los aumentos fuesen superados por las variaciones de precios.
Nótese que empleamos la palabra indexación por “contrario sensu” al habitual manipuleo del lenguaje que también se hizo presente en esta ocasión con la aparición de los términos “cláusula gatillo” en lugar de la fracasada “indexación”. Como siempre, maquillaje.
Pues bien, la indexación o “cláusula gatillo” o como se le llame, proclamada por el Gobierno y desdeñada por los sindicalistas durante el 2017, ahora pasó a ser objetable para la administración y reclamada por los sindicatos, aún por los impredecibles gremios docentes.
El todo bajo circunstancias volátiles como producto de la decisión gubernamental de elevar la pauta inflacionaria para el presente año –del 10 al 15 por ciento anual- y el consiguiente comportamiento acorde exigido al Banco Central en su política monetaria.
El titular de la entidad bancaria rectora, Federico Sturzenegger, cobró de paso la pretendida afrenta que intentaron infligirle desde la Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Hacienda y el de Finanzas.
Como todo el mundo sabe, en la Argentina, cuando baja la tasa de interés, no genera una corriente inversionista sino un escape en bicicleta… financiera al dólar. Y volvió a pasar. Tasa para abajo, dólar para arriba.
Hasta aquí, ahora, Sturzenegger para rato. Y para disimular, los súper habladores voceros en las sombras–que no son otros que los integrantes de la Jefatura de Gabinete nacional- mandan decir que el Gobierno se siente cómodo con un dólar de 20 pesos. En fin, devaluación que le dicen… O que no le quieren decir.
Por afuera
En Brasil, la economía mejora. Es decir que todo va mal para el ex presidente Luiz Inacio Da Siva, Lula. Por los resultados económicos y porque los tribunales prácticamente sellaron su suerte en su intento de escapar de la justicia, mediante una elección presidencial.
Ahora, él, su Partido Trabalhista y sus partidarios se declararán proscriptos. Perseguidos por la justicia por su defensa de los pobres y sus políticas “inclusivas”, etcétera, etcétera, etcétera. De eso nosotros conocemos mucho.
Todo el mundo sabe que la verdad es otra. Que la corrupción, que abarcó a la petrolera estatal Petrobras y a la constructora Oderbrecht, disputa en la práctica el record mundial en la materia. Pero, para el relato eso no tiene importancia. Todo, por defender a los pobres.
Y el otro gran defensor de los pobres de América, el vergonzoso Nicolás Maduro con un país en hiperinflación -2.400 por ciento anual-, en aras de dicha defensa decidió proscribir, a través de una ilegal e ilegítima asamblea constituyente, a la oposición.
El chavismo gobierna Venezuela desde que el golpista Hugo Chávez ganó la elección presidencial y asumió a principios de 1999. Claro, les falta tiempo. Como en Cuba, donde los Castro gobiernan solo desde hace 69 años y la gente cuenta solo con lo básico. En Venezuela, ni eso.
Y, finalmente, un párrafo más para Holanda. Su reina y su primer ministro, como se dijo, se entrevistaron con el presidente argentino en Davos. La fundación con sede en ese país Pallas fue la adquirente del reactor fabricado por el INVAP, asociado con la holandesa TBI, que llevará el nombre de la fundación.
Por último, los servicios de inteligencia de Holanda, las agencias AIVD –civil- y MIVD –militar- fueron las que alertaron a los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, sobre el hackeo de los grupos rusos Cozy Bear y Fancy Bear a los correos de la candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton, correos que luego fueron remitidos a las agencias de inteligencia rusas FSB y GRU, quienes a posteriori los hicieron publicar en Wiki Leaks.
AIVD y MIVD, holandesas. La CIA y el FBI, bien gracias.
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