Creo no equivocarme si afirmo que a la gran mayoría de nosotros nos preocupa el resultado final de la enorme cantidad de toneladas de residuos que generamos día a día, y que cada vez son más los vecinos que toman conciencia sobre la necesidad de separar y clasificar los residuos, para reciclarlos o reutilizarlos. Algunos países en el mundo han logrado procesar y reutilizar los desechos a tal punto que importan residuos de otros estados, por ejemplo, para convertirlos en energía.
Aún muy lejos de esta vanguardia, la municipalidad de Junín puso en práctica los denominados puntos verdes, para que los vecinos puedan depositar los residuos fáciles de reciclar como vidrio, papel, cartón, metal y plásticos, limpios y secos. Hasta ahí, todo muy bien. Sin embargo, lo que en principio parecía una idea positiva, lamentablemente se convirtió en un fracaso ambiental para la ciudad que terminó produciendo basurales a cielo abierto en las plazas de Junín.
La falta de un sistema ordenado, con difusión y publicidad clara sobre los materiales que se podían depositar junto a un cronograma de recolección, la ausencia de un sistema de limpieza que permita cumplir con las necesidades del programa, y el penoso final de los supuestos "residuos reciclables" en el mismo relleno mezclados con la basura ordinaria, son algunas de las razones de este fracaso.
A veces una buena idea puede dilapidarse por la ansiedad de mostrarla, sin tener la precaución de pensarla y amasarla para que se convierta en un éxito. Pero más tarde o más temprano, la realidad cae por su propio peso, el humo se disipa y las ideas fracasan, y lo que queda es un problema que, seguramente ahora que la comunidad perdió la confianza, será más difícil de resolver.
(*) Titular del FR de Junín.
COMENTARIOS