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María Eva Duarte impulsó el voto femenino en la Argentina y puso en un pie de igualdad los derechos cívicos con la población masculina.
IGUALDAD DE DERECHOS

El voto femenino cumplió 70 años

El voto obligatorio femenino cumplió ayer sábado 70 años, al conmemorarse un nuevo aniversario de la firma del decreto del ex presidente Juan Domingo Perón, quien revalidó así una ley sancionada días antes por el Congreso Nacional.

El 23 de septiembre de 1947, setenta años atrás, se sancionó formalmente y a nivel nacional el voto femenino impulsado por María Eva Duarte, la recordada Evita, esposa del presidente Juan Domingo Perón, con lo que se concretó una lucha que en la Argentina había comenzado en 1911 Julia Magdalena Ángela Lanteri, más conocida como Julieta, cuando logró sufragar.
Ese año el gobierno porteño del intendente Joaquín Samuel de Anchorena convocó a un empadronamiento para las próximas elecciones y en la norma se estableció que podían hacerlo: "los ciudadanos mayores, residentes en la ciudad por lo menos desde un año antes, que tuvieran un comercio o industria o ejercieran una profesión liberal y pagasen impuestos comunales por valor de 100 pesos como mínimo".
El 15 de julio Julieta recibió la carta de ciudadanía y el 16 se inscribió ya que la norma no establecía limitaciones sexuales. El 26 de noviembre se presentó en la Iglesia San Juan Evangelista del barrio de La Boca y votó en una mesa presidida por el historiador Adolfo Saldías. Este expresó su alegría "por ser el firmante del documento del primer sufragio de una mujer en el país y en Suramérica".
Entonces el Concejo Deliberante prohibió el voto femenino, pero Julieta siguió su lucha y al observar que la Constitución Nacional impedía el voto de las mujeres pero no que se candidatearan creó el Partido Nacional Feminista y si bien no logró ser elegida no le faltaron votos masculinos como el del escritor Manuel Gálvez, uno de los 1.730 cosechados en 1919. Luego se sumó al Partido Socialista cuyas listas también integró.
En la historia argentina no faltaron antecedentes como el de Encarnación Ezcurra, la esposa de Juan Manuel de Rosas, alma mater de la Revolución de los Restauradores que derrocó a Juan Ramón González Balcarce en 1835 y creadora de la Sociedad Popular Restauradora, lo que dio lugar a la permanencia de aquél al frente del gobierno bonaerense, motivo por el cual se le otorgó la distinción de Heroína de la Santa Federación.
En 1921 en Santa Fe, bajo el liderazgo de Lisandro Nicolás de la Torre, se reformó la constitución provincial y se otorgó el derecho a sufragar a las mujeres en las elecciones comunales. El paso, si bien restringido, marcó una ruptura con los esquemas tradicionales. Esa constitución no fue implementada por los gobiernos santafesinos de entonces y recién se aplicó en 1932 al llegar a la primera magistratura el demócrata progresista Luciano Florencio Molinas.
En 1926 Aldo Cantoni, que en 1918 había sido cofundador del Partido Socialista Internacional, luego Partido Comunista, llegó a la gobernación de San Juan por la Unión Cívica Radical Bloquista, hoy Partido Bloquista. Un año más tarde convocó a una reforma constitucional que otorgó el voto a las mujeres. De hecho ya en 1862 en la capital de esa provincia cuyana se había habilitado el voto para las que pagaran impuestos; es decir, un voto censitario. La constitución bloquista hizo que en 1928 por primera vez una mujer, Emilia Collado, fuera electa intendente en la ciudad de Calingasta, y que otra, la riojana Emar Acosta, obtuviese una banca como diputada provincial, la primera en el país y en América Latina. Claro que eso duró poco ya que Juan Hipólito Yrigoyen intervino San Juan y quedó en la nada.
Aunque en 1938 Imelda Romero fue designada como interventora en la comuna riojana de Aimogasta, en realidad hubo que esperar casi dos décadas hasta que otra luchadora, Evita, lograse que el Congreso de la Nación sancionase con valor universal en el país el voto femenino.
Más de ocho siglos atrás un gran pensador cordobés, Ibn Rushd (Averroes), impulsó la implementación de los derechos de las mujeres al punto de aseverar que el mundo de los humanos iba a ser mejor cuando las féminas tuviesen una activa participación en el manejo de las cosas públicas. La sabia Ismat ad-Din Khatun, contemporánea y seguidora de sus ideas, influyó sobre su esposo, el kurdo Salah ad-Din, (Saladino), gran jefe musulmán, quién debió atender sus planteos en tiempos en los que difundía sus ideas en El Cairo el filósofo judío, también cordobés, Amr Ibn Maymun (Maimónides).

(*) Historiador y periodista

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