mes próximo tendrá lugar el encuentro anual del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dos instituciones que tienen cada vez más presiones tanto de los sectores que buscan un mayor "cierre" de la globalización como de aquellos que buscan darle un mayor impulso.
En una reciente nota de opinión publicada en distintos medios internacionales, Paola Subacchi, especialista en economía internacional de la universidad de Bologna advirtió que la próxima cumbre de los organismos internacionales "no puede ser" como la de cada año.
"Para permanecer legítimas, efectivas y controlables, las instituciones de Bretton Woods, establecidas en el mundo muy diferente de 1944, deben alinear su representación con el peso relativo e importancia sistémica de los países", advirtió.
Resaltó que China ya ha creado dos bancos multilaterales de desarrollo -el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura y el Nuevo Banco de Desarrollo- que tienen menos recursos que el Banco Mundial pero tienen la capacidad de financiar importantes proyectos.
Es sólo una muestra de los cambios acelerados que se están dando en el panorama financiero internacional.
Subacchi destacó que los intentos de reformar la arquitectura financiera internacional "podrían chocar con la reformulación de los Estados Unidos de su propio involucramiento en las cuestiones" globales.
"(Donald) Trump ha dejado en claro su disgusto con las instituciones multilaterales y ha sido explícito de que los Estados Unidos no deberían gastar más dinero en la provisión de bienes públicos globales", subrayó la especialista.
La situación es delicada: "Un ataque sobre el multilateralismo financiero mundial podría desencadenar una crisis en el orden económico global".
A su vez, desde las páginas del diario británico The Guardian, el columnista Mohamed El-Erian argumentó que los miembros del FMI y del Banco Mundial "deben detener la conformación de un desorden económico".
El especialista señaló que cuando los representantes de 180 países que conforman las entidades se vean la cara el mes próximo en Washington tendrán ante sí "un orden económico global que sufre una creciente tensión".
"Habiendo fallado en brindar la prosperidad inclusiva de la que es capaz, ese orden ahora enfrenta crecientes dudas y grandes desafíos. Evitar una corrección hará que los riesgos en el orden actual deriven en un verdadero desorden", subrayó.
Así, El-Erian señaló que el consenso de posguerra avanzó bien "por varias décadas", lográndose crecimiento y estabilidad financiera.
A partir de la década del 70 se desencadenaron una serie de shocks que "culminaron en la crisis financiera global de 2008, que disparó fallas económicas en cascada y que puso al mundo al borde de una devastadora depresión".
Como telón de fondo están décadas de creciente financiarización económica ante las que el FMI y el Banco Mundial hicieron muy poco -o más bien nada- en términos de regulación.
El columnista recordó lo que vienen diciendo los países en desarrollo ante cada foro internacional: el poder de voto en estas instituciones multilaterales refleja el mundo de hace varias décadas y no tiene nada que ver con el que se está conformando en la actualidad.
Al mismo tiempo, es "la nacionalidad, más que el mérito, la guía dominante para nombrar a los funcionarios de esas instituciones".
"Las consecuencias desestabilizantes de esta obstinado fracaso en reformar suficientemente las instituciones multilaterales se dan en medio de las luchas de China para reconciliar sus prioridades domésticas con sus responsabilidades globales como segunda economía mundial", señaló.
Así, el FMI y el Banco Mundial deben moverse en un mundo en el que "el balance entre ganadores y perdedores se ha vuelto crecientemente más extremo y más difícil de manejar, no sólo económicamente sino también social y políticamente".
"Con demasiada gente sintiéndose marginada, olvidada y desposeída -y enojada con los líderes y las instituciones que permitieran que esto para- la presión de política doméstica se ha intensificado, haciendo que los países vuelvan su mirada hacia adentro", cerrándose al comercio, indicó.
En ese contexto, "China responde a este debilitamiento del sistema global acelerando sus esfuerzos para construir pequeñas redes" como su iniciativa "un cinturón, una ruta" para construcción de infraestructura que vincule Asia, Europa y África, algo que todavía está expresado en términos de proyecto.
¿Qué harán los países desarrollados, jugadores con poder de veto en el FMI y el Banco Mundial ante estas tensiones y desafíos? Nadie lo sabe, aunque el tiempo para tomar decisiones de fondo parece acortarse.
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