Hace 7 años la Argentina aprobaba la Ley de Matrimonio Igualitario, y se convertía en vanguardia en el reconocimiento del derecho de la unión matrimonial para personas del mismo sexo.
La sociedad argentina inició un proceso de inclusión que contuvo el reconocimiento y ampliación de derechos para distintos grupos sociales -entre quienes también se encuentran las personas con identidades sexuales no hegemónicas - que generó una democratización de la sociedad sin precedentes en nuestra historia.
Este contexto y el antecedente de la sanción del matrimonio igualitario en España en 2005 le dieron marco y estimularon a un nuevo impulso de la lucha por los derechos civiles del colectivo LGTB (lesbianas, gays, trans y bisexuales) de la Argentina.
El movimiento de la diversidad sexual, apelando a acciones judiciales, entre otras, puso en el centro del debate social, judicial y parlamentario el concepto de la igualdad jurídica de todos los ciudadanos y ciudadanas, independientemente de su orientación sexual e identidad de género.
Esa igualdad debía ser consagrada en el acceso al matrimonio civil, no solamente para acceder a los derechos concretos, sino por el enorme valor político, cultural y simbólico que tendría la nueva norma.
Cada persona puede vivir su vida en respeto y dignidad. La vida democrática permite que las nuevas generaciones se formen en la diversidad
Con la promulgación de la Ley de matrimonio igualitario, Argentina se convirtió en el primer país de América Latina que permite que se celebren uniones entre personas del mismo sexo en todo su territorio, constituyéndose en el décimo país en el mundo en reconocer este derecho.
La aprobación de esta reforma constituyó un cambio histórico, no sólo en el ordenamiento jurídico argentino, sino también en la valoración social y cultural de la diversidad sexual.
La incorporación de esos derechos en el plexo normativo llegó tras años de lucha, debates y la contraposición de ideas opuestas. Los procesos de profundos cambios pueden llevan muchos años en ser aceptados e incluso implican, a veces, el surgimiento de nuevos desafíos derivados de los mismos.
La sociedad argentina avanza hoy hacia una integración plural y justa en la igualdad de derechos de todos los seres humanos.
El Inadi, como organismo del Estado que vela activamente en la protección y el respeto a la libre elección de las personas, seguirá construyendo una sociedad mejor en la pluralidad de opinión y libertad para con nuestras vidas.
El matrimonio protege a la familia y cada quien construye la propia. Es verdad que los prejuicios se arraigan, pero las resistencias también se vencen, como cuando se logró el derecho al voto para la mujer, la patria potestad compartida, o cuando se sancionó la ley de divorcio.
Cada persona puede vivir su vida en respeto y dignidad. La vida democrática permite que las nuevas generaciones se formen en la diversidad, sin prejuicios, sin miedos, sin estigmas y con libertad para elegir el sujeto de deseo.
En este marco, la principal tarea del Inadi se centra en transformar esa igualdad jurídica en igualdad social para lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT), generando propuestas de políticas públicas para la diversidad sexual y las condiciones para su aplicabilidad desde las áreas sustantivas del Estado nacional.
Siendo distintos somos mejores, aceptando las riquezas de la pluralidad avanzamos a una sociedad más democrática, justa e integrada. Convivir, respetar al otro, es el camino para que la Argentina siga siendo referencia mundial en el reconocimiento de derechos en la diversidad.
(*) Interventor del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).
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