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Mauricio Macri se pone al frente de la campaña y busca transmitir la sensación de que el gobierno tiene un equipo para confrontar con los opositores.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

Macri se planta en el centro del ring electoral

La estrategia de Cambiemos está diseñada para cuidar al Presidente. Por eso fueron designados cinco voceros para llevar el mensaje oficialista a todos los rincones del país, mientras que sus principales figuras, con María Eugenia Vidal a la cabeza, actúan como escuderos del mandatario. Sin embargo, Mauricio Macri decidió no adoptar un rol pasivo durante la campaña electoral.
Por el contrario, el Presidente se mostró muy activo en la semana que pasó y todo hace prever que así continuará. Ayer mismo arremetió contra la procuradora Alejandra Gils Carbó, a quien caracterizó como una militante kirchnerista, y criticó a los trabajadores que tomaron la planta de PepsiCo hasta su desalojo forzoso el último jueves. También defendió el rumbo económico.
“No hay que preocuparse por el dólar”, pidió el jefe de Estado antes de salir de caminata y timbreo junto a Vidal por Haedo, en la zona oeste del Gran Buenos Aires. En los hechos, Macri es el ministro de Economía que su administración no tiene por decisión propia, aunque para este período electoral Nicolás Dujovne (Hacienda) fue subido a la campaña nacional de Cambiemos.
Los otros portavoces de la alianza gubernamental serán más políticos –Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Gabriela Michetti y el radical Ernesto Sanz- y tendrán como objetivo apuntalar a los candidatos de Cambiemos en todas las provincias, además de encabezar la recaudación de fondos. Para Dujovne quedará, en tanto, la difícil tarea de explicar la economía atacada por la oposición.
No obstante, a Macri parece haberle ganado la necesidad de marcar la cancha en el terreno económico. “Vamos a llegar a la elección con la menor inflación en los últimos siete años”, sostuvo para reivindicar la tarea del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Y lo hizo a sabiendas de que la política monetaria es apuntada como una causante del freno económico.

Macri al teléfono
Pero el Presidente no se limita a defender el rumbo económico sólo desde los números, sino que pone énfasis en lo conceptual. “El cambio es cultural”, según afirman en la Casa Rosada. Por eso intervino personalmente en el conflicto de PepsiCo y llamó al ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, en los momentos previos al desalojo ejecutado en la planta de Vicente López, donde los policías que actuaron fueron sin armas letales, por una decisión política.
El mensaje del Presidente para el ministro de Vidal que maneja a la Policía bonaerense fue claro: le pidió que actuara con “firmeza”. Esto es, que se cumpliera la orden de desalojo emitida por una jueza de Garantías de San Isidro. En la visión del Gobierno, las empresas se ven amenazadas por la “industria del juicio laboral” y por la acción de grupos de izquierda como el que actuó en PepsiCo.
“Si hay una fábrica que se muda y le decimos a la gente que viene a este país que se instale, pero que no la puede cerrar nunca más en la vida, es complicado”, definió ayer Macri la lógica de funcionamiento que busca extender en la economía, con una mirada centrada en la promoción de inversiones extranjeras, que el Gobierno emprendió desde el minuto cero de su llegada al poder.
Macri ofrece de ese modo certezas hacia la economía global, pero en el plano interno corre el riesgo de quedar emparentado como un Presidente PRO-empresario, una figura que había logrado licuar en la campaña de 2015. Toda la oposición política coincide en marcarle esa tendencia como eje de la campaña.
Desde Cristina Kirchner, pasando por Sergio Massa y llegando a Florencio Randazzo –además de la izquierda- basan una parte importante de su mensaje en denunciar las consecuencias sociales del modelo económico. La ex presidenta directamente presenta a las “víctimas” de esa política en sus actos de campaña. Ya lo había hecho en Arsenal y lo repitió el último viernes en Mar del Plata.

Cambio de planes
Cristina Kirchner podrá hacer alguna crítica circunstancial a la gobernadora Vidal, puesto que se candidatea por la Provincia, pero el eje de su discurso es nacional y apunta directamente contra Macri. Para contrarrestar esa jugada, la mesa chica de Cambiemos buscó inicialmente instalar la idea de que la elección no será otra cosa que un “mano a mano entre Cristina y María Eugenia”.
Por eso la Gobernadora levantó aún más su perfil –llegó a dar una entrevista en la casa de la base aérea militar donde vive por razones de seguridad-, pero las últimas encuestas encargadas por la Casa Rosada motivaron un replanteo de esa estrategia. Los sondeos analizados por el consultor Jaime Durán Barba determinaron que la masa electoral de Cristina Kirchner es “impenetrable”.
En cambio, el oficialismo podría “pescar” más votos entre los adherentes al frente 1País, que encabezan Massa y Margarita Stolbizer. Por ende, la dupla comenzó a recibir críticas de parte del oficialismo. El propio Macri cuestionó ayer al tigrense: “No es una persona coherente y persistente en las cosas que se compromete. Va para un lado y para el otro”, arremetió el jefe de Estado.
En los próximos días podrán escucharse acusaciones contra Massa más subidas de tono, al estilo patentado de Elisa Carrió. La jefa de la Coalición Cívica es candidata en la capital, pero pasó los últimos días de campaña en Santa Fe y prepara su desembarco en territorio bonaerense. Massa se defenderá –posiblemente a través de Stolbizer- aunque centrará su discurso sobre la economía.
“Cambie el rumbo por favor, porque la gente no está bien”, sostuvo ayer Massa en una visita a José C. Paz, en el corazón del Conurbano, en un mensaje dirigido al presidente Macri y basado en la campaña “Bajemos los precios”. 
En el comienzo de la campaña hacia las PASO del 13 de agosto, una cosa parece clara: si Massa y Stolbizer se consolidan, perderá apoyo Cambiemos. Y viceversa.

La cuenta nacional
Pero no toda la elección se juega en la provincia de Buenos Aires. En la Casa Rosada hacen también una cuenta a nivel nacional, que establece en el 35% el apoyo que obtendrán los candidatos de Cambiemos a ocupar bancas en el Congreso. La cuenta es austera, ya que la alianza gobernante obtuvo el 34,3% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2015.
Poco menos de dos años después, en el Gobierno estiman que están en condiciones de mantener aquel apoyo popular, pero no de aumentarlo en forma considerable. Más allá de las declaraciones optimistas, hay una dosis de realismo que suele tener el PRO que, en esta oportunidad, determina que no es factible esperar una gran victoria electoral en medio de una etapa de ajuste económico.
No obstante, el tablero de operaciones oficialista proyecta ganar las elecciones en los distritos que gobierna: además de la Provincia, la capital, Mendoza, Jujuy y Corrientes. También tiene buen pronóstico sobre Santa Fe, La Rioja y Santa Cruz. Esta última provincia patagónica se encuentra en plena crisis económica y la gobernadora Alicia Kirchner no pudo garantizar el inicio de las clases.
Aunque para consolidar su electorado, Cambiemos necesita que sus votantes no se desalienten por los escasos avances en las causas que investigan hechos de corrupción. Si bien es cierto que durante su gestión la Justicia apresó a José López, Ricardo Jaime y Lázaro Báez, también lo es que el adherente oficialista está esperando que haya novedades sobre Julio de Vido y Cristina Kirchner.
La resonante condena del ex presidente brasileño Lula Da Silva a nueve años de cárcel –aún no efectiva- y la prisión preventiva que recayó sobre el peruano Ollanta Humala, otro ex mandatario de la región, alentó las expectativas del votante oficialista. Pero ese estado de ánimo podría derivar en un sentimiento de frustración si la Justicia argentina no acciona en el mismo sentido.

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