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El oficialismo afronta un escenario que muchos dirigentes creen que podría cristalizarse: que Cristina Kirchner quede como la candidata más votada en las Primarias.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

Escenarios electorales que imagina Cambiemos

Guardada bajo siete llaves yace una encuesta que provoca escozor en el oficialismo bonaerense. Quienes pudieron conocer los trazos gruesos de ese análisis de opinión pública, aseguran que ubica al tope de la intención de voto a Cristina Kirchner.
No es mucha la diferencia. No más de 2 ó 3 puntos, según sea el interlocutor del caso, los que se admite que separan a la ex presidenta de Esteban Bullrich, el candidato a senador nacional de Cambiemos. Pero aun así, el dato es fuerte. Lo suficiente, como para impulsar un viraje en la estrategia de campaña que formalmente arrancó el viernes.

Cristina blindada
Lo novedoso del caso es que el oficialismo se topa con una candidata a la que definen como “blindada”. Cristina, según se dice en la Gobernación, tiene un piso de 30 puntos absolutamente consolidado. “Pase lo que pase, los tiene. Aun si llegaran a detener a Julio De Vido”, grafican.
Machacar para bajar ese núcleo abigarrado surge como una tarea titánica. Y, acaso, inútil. La mayoría de los sondeos que se conoce alerta que la posibilidad de una transferencia de votos desde Unidad Ciudadana hacia Cambiemos es casi imposible.
El giro de la estrategia oficial parece tener dos fases. La primera arrancó junto con la bandera verde que se agitó para el inicio de la campaña. Y que podría resumirse en la máxima de “trabajar sobre lo propio”.
Las cuentas son sencillas y apuntan, en esta primera etapa rumbo a las Paso, a llegar al 32,8% de los votos que obtuvo Mauricio Macri en territorio bonaerense en las elecciones de octubre. “Tenemos 30, estamos cerca pero hay que trabajar”, dicen en despachos cercanos al de María Eugenia Vidal.
Se trata de un objetivo más bien módico pero no menos complejo habida cuenta del impacto que han generado en vastos sectores de la ciudadanía bonaerense algunas de las medidas económicas adoptadas, justamente, por el Presidente.
“Tenemos que ver cómo crecemos nosotros primero, por eso hay que ir a buscar a los que ya nos votaron”, completan. Cambiemos hará ese intento con un esquema de campaña novedoso. El oficialismo no presenta candidatos taquilleros, capaces de por sí solos inclinar la balanza. Apelará al concepto de “equipo” y a la figura, básicamente, de la Gobernadora, la dirigente que mejor ponderación pública acumula en la Provincia y el país.
Otro rol clave tendrá el trabajo territorial de los intendentes. “Tenemos 69 que gobiernan el 45% del territorio y creemos que todos nuestros intendentes van a ganar la elección en sus distritos”, completan. Claro que el kirchnerismo controla las comunas más pobladas del Conurbano.

Incomodidad
El oficialismo afronta, además, un escenario que no pocos dirigentes creen que podría cristalizarse: que Cristina Kirchner quede como la candidata más votada en las Primarias del 13 de agosto. De esto se habla tanto en la Casa Rosada como en la Gobernación. Pero así como se admite que la ex presidenta pueda aparecer primera en la grilla del escrutinio, también se cree que ese escenario puede ser revertido en octubre. Es allí donde ingresa a escena Sergio Massa.
En Cambiemos están convencidos de que el electorado del candidato de 1País “es muy volátil” y que una porción importante podría migrar -o retornar- al esquema oficialista cuando la disputa se plantee -imaginan- cuerpo a cuerpo entre el “equipo” y Cristina.
Claro que esa idea se asienta sobre la base de un Massa opacado en las Primarias. “Cuanto más lejos lo tengamos, mejor”, reconocen en Cambiemos, por la sencilla razón de que ambos sectores pescan en la misma laguna.
Algunas encuestas que se conocieron hace algunos días parecen verificar ese escenario con un Massa que orilla los 15 puntos. Pero no todas dicen lo mismo: otras, que maneja el propio massismo, lo catapultan hasta un 25 por ciento, lo que pondría en apuros los planes oficiales.
Cerca de Vidal consideran que Florencio Randazzo puede brindar un aporte importante. No por lo que pueda sustraerle a Cristina que, aseguran, ya se lo quitó. Si no, por lo que le logre arrebatar de voto peronista a Massa.
La ilusión oficial se asienta sobre otra base: algunos funcionarios dicen contar con análisis cualitativos que indicarían que el 70% de los votantes del tigrense estarían dispuestos a inclinarse por la marca Cambiemos.
¿Y si Cristina obtiene una diferencia superior a los 3 ó 4 puntos? Ese es el escenario más temido para Cambiemos. En ese caso, ¿bastará la polarización para inclinar la balanza hacia el oficialismo o primará el voto al ganador que se ha verificado en otras elecciones?

Estrategia
La ex presidenta, mientras tanto, juega su propia estrategia. El acto de lanzamiento de campaña en Mar del Plata consolidó la idea de una candidata cercana a la gente y más lejos de la militancia y la liturgia peronista. Machacará sobre la política económica del Gobierno en cada aparición que encabece, y alumbró una idea con una dosis de desprendimiento cuando planteó que más que votarla a ella hay que votar “en defensa propia” frente al “ajuste” oficial. “Es el triunfo de la estrategia de Durán Barba”, leen algunos dirigentes con cierta dosis de ironía. El consultor favorito de Macri para estar haciendo escuela en la política vernácula.
Cristina está buscando adhesiones fuera de su núcleo duro. Esa imagen más amigable, abrazada de vecinos que padecen los avatares de la economía, la exhiben en una dimensión distinta, lejos del perfil confrontativo que fue sello distintivo de su gobierno.
Cerca de Massa se entusiasman con algunos sondeos que manejan, que lo ubicarían peleando palmo a palmo con Unidad Ciudadana y Cambiemos. Creen que la estrategia de ignorar a Randazzo y repartir mandobles por igual a sus principales competidores haciendo eje en casos de corrupción y las políticas económicas del macrismo, empiezan a ubicarlo en carrera.
El tigrense tiene su propia pelea. Necesita imperiosamente entreverarse con el oficialismo y Cristina para evitar un efecto licuadora sobre su capital político. Una fuga de adhesiones en octubre por la posible aparición del voto útil, es otro de sus adversarios más temibles.

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