A la zozobra que ya aqueja a los juninenses por la recesión económica y la pérdida de empleos, ahora se le suma el saqueo que padecen en el cobro del gas. Con un aumento en nuestros ingresos que en el mejor de los casos fue del veinticinco por ciento, hoy deberemos afrontar facturas un 600% más caras que en 2015. Y lo que empeora las cosas es que las respuestas oficiales al respecto no solo no explican suficientemente, sino que incluso afrentan.
Se nos dice que se trata de un "sinceramiento". Según este argumento, el gobierno anterior despilfarraba el presupuesto nacional subsidiando el consumo de los hogares y de las empresas y "había que poner fin a esta situación" trasladando todo el costo a los usuarios.
Hay por lo menos dos mentiras en ese razonamiento. Si las razones son presupuestarias, no se explica cómo desde el Estado nacional se afronta alegremente el multimillonario costo producido por la emisión de letras y bonos que supera largamente el subsidio eliminado (nos decían que esa política no resultaba costosa, pues bajaría la inflación ¡El sarcasmo de estos muchachos!). Traducido: no hay recursos para la calefacción del pueblo porque es prioritario pagar el festín de los especuladores.
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La segunda mentira está dada porque aún no se sabe con certeza cuál es el costo del gas que nos venden a precio de oro. Y mientras haya en el ¿Ministerio? de Energía un CEO de petrolera multinacional, es claro que el mayor componente de ese precio exorbitante es la ganancia desmesurada de las empresas.
Asimismo, alarma la miopía económica de un gobierno que propicia estos aumentos en una situación económica tan delicada como la actual. No acaban de convencernos con esos tibios y dudosos indicadores de recuperación, cuando nos atracan con esta medida. Apenas imaginan el brote verde y largan el elefante a desayunar. ¿Qué puede quedar para el consumo en esos rubros que hoy están al borde de la subsistencia en Junín, luego de que las familias hagan frente a la boleta del gas?
Desde distintos sectores de la ciudad, desde la oposición política pero también desde algunos de sus votantes, se le reclama al intendente Petrecca que implemente algún tipo de contención ante la gravedad de la situación. El descontento no hará más que agravarse si no se dan respuestas rápidas.
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Pero hasta ahora solo aparecen maniobras de mercadeo político. El intendente se esconde y salen los voceros a esgrimir argumentos visiblemente guionados. Esta semana dos candidatos a concejales de Cambiemos nos responden que no piensan hacer nada, que están totalmente de acuerdo con el aumento, que nos aguantemos el sablazo como castigo por haber sido beneficiados durante todos esos buenos años anteriores. Que si no podemos pagar, nos declaremos insolventes o pidamos un plan de pagos y nos endeudemos para no pasar frío o poder bañarnos (el resumen y la traducción son míos).
Casi no queda población argentina que no haya sido agredida en algún momento por este gobierno. Cada grupo que fue atacado sufrió simultáneamente su estigmatización. El empleado estatal fue convertido en ñoqui, el científico en delirante, los discapacitados y viudas en farsantes aprovechadores. ¿Nos sorprenderán mañana con alguna campaña de difamación a los que queremos un precio razonable en las tarifas de servicios públicos?
Esperemos que esta vez recapaciten. Cristina nos está proponiendo la templanza. Ojalá desde el oficialismo dejen de sembrar vientos.
(*) Candidato a concejal de Junín por Unidad Ciudadana.
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