En medio de la crisis política brasileña y el salto en la aversión al riesgo que provoca esa situación en el vecino país, resulta difícil estimar los movimientos de corto plazo en el tipo de cambio.
Sin embargo, el hecho de que Brasil haya hecho buena parte de la corrección del sector externo en los últimos años permite inferir que los “fundamentales” no cambiaron más allá del ruido político.
Esto, independientemente de que la crisis pueda extenderse en el tiempo, lo que aconseja prudencia a la hora de ingresar en operaciones de “trading”.
A ello se suma la intervención del Banco Central de Brasil, a través de la venta de “swaps” cambiarios, para mitigar la trayectoria del dólar, las intenciones del ministro de Hacienda Henrique Meirelles de permanecer a cargo de la política económica incluso frente a una eventual salida de Michel Temer.
Y además, la descompresión que podría generar el reemplazo de Temer por un dirigente menos cuestionado judicialmente y con mayor consenso para llevar adelante las correcciones fiscales.
La situación local
En el caso de la Argentina, más allá del shock externo, los “fundamentals” que venían sosteniendo la oferta de divisas en el mercado de cambios no se modificaron.
La Nación y las Provincias todavía deben financiar en el mercado una importante brecha de pesos en lo que resta del año, en torno a $300.000 millones.
Una parte de ese monto posiblemente se financie con colocaciones de deuda en moneda extranjera que luego deben liquidarse en el mercado de cambios.
A eso se suman las emisiones previstas del sector privado y la oferta de dólares comerciales vinculada a la salida de la cosecha de soja y maíz, que se sostendrá en las próximas semanas y ayuda a poner un “techo” al tipo de cambio.
Adicionalmente, el BCRA dispone de un amplio margen para administrar la cotización del tipo de cambio, en caso de tomar la decisión de hacerlo frente a un contexto de volatilidad excesiva gatillado por un deterioro en el contexto internacional.
La suba de los últimos días ubicó a la cotización mayorista en niveles similares a los alcanzados en marzo y diciembre del año pasado.
Por ende, más allá de la “novedad” que implicó la trayectoria del dólar luego de varios meses de estabilidad, el impacto inflacionario de un tipo de cambio en estos niveles probablemente sea muy acotado.
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