OPINIÓN

La Chica de Flores, Demis Roussos y el nuevo Mauricio

Jorge Asís le tira sal a la herida que el conflicto docente le causó al gobierno de Macri. ¿Quién ganará la pelea? ¿Vidal o Baradel? El rol de los medios afines, más activos en la defensa del Tercer Gobierno Radical que los propios funcionarios. Pasen y lean.

Los conflictos no se ganan o pierden, como en el boxeo. El rigor deportivo aquí sobra. En política, los conflictos se resuelven. Se superan.
La mala praxis acaricia el esplendor cuando el conflicto -lejos de solucionarse- se eterniza. Por la apuesta infantil de desgastar al adversario. Hasta lograr una victoria pírrica, en la que siempre pierden ambos bandos.
Sexta semana de conflicto docente. La educación se limita al combate de fondo, simbólicamente equivocado. Entre la gobernadora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo, contra el dirigente sindical Roberto Baradel, Demis Roussos (cantante griego que presenta el inconveniente de tener barba y estar algo excedido de peso).
La faena de esmerilar a Roussos-Baradel, hasta aquí, sólo produjo resultados escatológicos. En las cloacas de las redes sociales lo esquilman sin piedad.
Comunicadores enrolados culposamente en el Tercer Gobierno Radical lanzan que Baradel nunca estuvo al frente de ningún aula. Diseñan su causa con la magnitud de un pretexto. Instalan que al cantante griego lo moviliza el objetivo personal. Su posicionamiento en el gremio.
El desafío, en adelante, no consiste en acordar. En la era espectacular del macrismo kirchnerizado, lo importante es saber quién vence. Quién tuerce al otro.
Gana La Chica de Flores o Roussos-Baradel.
Por la recomendación oficial de mostrar datos positivos para el cuadro optimista, la gran prensa, también mayoritariamente enrolada, se precipita en celebrar el "triunfo político" de Vidal. Por doblegar la resistencia de los docentes de Baradel que volverían, en plena capitulación, a las aulas. 
Pero el conflicto, por irresuelto, mostró de pronto otra faceta previsible. La intención de los maestros de construir una escuela itinerante en la Plaza del Congreso. Otra carpa al fin. Similar a aquella que atormentó, durante dos años, al menemismo crepuscular. Cuando bastaba con darse una vuelta por la carpita blanca para consolidar la chapa accesible de opositor progresista. 
En 2013, a La Doctora también le clavaron otra carpa. Contó con la visita solidaria de Mauricio, el presidente del TGR, junto a la señora Bullrich y el ex presidente que menos daño hizo. Federico Pinedo.
Ahora, bajo la lluvia, brotaba la hipocresía pragmática de la lección: "Nunca dejes que te hagan lo que supiste hacerle al otro". Significa confirmar que al TGR no podía caberle la carpa.
En caravana, los vocacionales comunicadores del macrismo se lanzaron a argumentar. Con mayor convicción, incluso, que los funcionarios. Los docentes transgredían: carecían de la autorización municipal para instalar carpas. Era la manera elegante de atenuar el efecto horrendo de la represión. El impacto de los palos que confortaban los espíritus más sensibles.
 

El nuevo Mauricio
La última moda de la cosmetología política consiste en pregonar admirablemente la transformación de Mauricio Macri.
Predispuesto para combatir las mafias por doquier.
Si se coincide en que Mauricio se fortalece, se coincide en que el muchacho estaba muy debilitado. Con el ánimo por el subsuelo. Consta incluso que los encargados de áreas, aún llamados ministros, ya salen también a ofrendarse en la batalla contra la oposición imaginaria. La que pretende destituirlos. En el exclusivo campo que interesa. Los medios.
Incentivados por la guapeza conceptual de Marcos Peña, que abandona el culto al diálogo para brindar el ejemplo de bravura frontal. En el parlamento, El Pibe de Oro le plantó querella a los kirchneristas, adversarios escogidos. 
Los encargados de área de la Argentina como Socma respaldan emocionados al nuevo Mauricio. Certifican el cambio de piel de la estrategia.

Ajuste trucho
La cosmetología política invade. El alucinante "campo popular", con sus opositores relativamente peronistas o de izquierda, cuestiona al TGR por neoliberal. Por la política de ajuste que, en realidad, nadie lleva a la práctica. En la cosmetología hasta el ajuste es trucho.
Apenas se limitaron a actualizar fundamentales precios de los servicios básicos. Derivaciones de la energía en bancarrota. Acomodaron tibiamente algunos costos, mientras se despedía sin hidalguía.
Pero el ajuste real es precisamente lo que reclaman los clásicos argentinos del liberalismo. Son genios formados entre los rebusques de las economías prebendarías. Liberales que nunca, para ser francos, tuvieron oportunidades de aplicar el idealismo del recetario. La ensoñación de conformar una economía libre de subsidios, abierta al comercio, a la euforia vulgar de la oferta y la demanda. Sistema que antes se identificaba con el capitalismo conceptual.
Sin embargo el último, en cierto modo el único, intento capitalista en la Argentina del siglo XX, se llevó adelante desde la estampilla del peronismo. A través de la dupla Menem-Cavallo, para tratarla con académica seriedad en alguna próxima década.
Ni siquiera pudo aplicarse el catecismo capitalista en los tiempos de facto de don José Martínez de Hoz, que mantenía abierto el paraguas represivo de los militares. "Achicar el Estado para agrandar la Nación".
Al final se mató desenfrenadamente y no supieron achicar un pepino. Hasta banalizaron -lo peor- el concepto de Nación.
Mientras tanto aquí, con la ligereza extraordinaria de la cosmetología política, se condena el ajuste trucho, que de ningún modo se realiza. En simultáneo se celebra la "apertura al mundo" que se registra en la ilusión.
Un amague verbal, que se "comen" tanto los oficialistas, neo aplaudidores, como los opositores del "campo popular", entregados también a la cosmética. Se trata de la apertura especial, útil para el discurso de presentación del presidente mostrable, "el nuevo Mauricio".
Excelente producto de exportación, estilizado y bien puesto, con un inglés admirable y la formación estricta del ingeniero seguro de saber más que La Doctora, y partidario, por si no bastara, del libre mercado.
Lo cierto es que en 16 meses, el TGR ya desperdició, en cosmética, un tercio del mandato, de 48. Afuera al presidente de exportación se lo valora por lo que supuestamente podría hacer (y no hace). 
Mientras tanto adentro se lo impugna porque se supone que hace lo que de ningún modo se dispuso a hacer. La cosmetología penetra por todos los rincones.

Sigilosa improvisación
Habrá que anotarse, para no desentonar, en la batalla de La Chica de Flores contra Demis Roussos. Y en la novedad del fortalecimiento del nuevo Macri, que resalta la alarma por la debilidad anterior.
Las invocaciones se inspiran en la algarada celebratoria del 1-A. Cuando una multitud blanca, sigilosamente improvisada, salió por las calles del barrio para defenderlo de los conspiradores furtivos.
Los adherentes radicalizados, de los que "el nuevo Mauricio" debe cuidarse, consiguieron el noble propósito de radicalizarlo. Al extremo de largarse a acusar de mafiosos, de desafiar en elecciones a todos los impugnadores que le "ponen palos en la rueda". Seres mezquinos que se "resisten al cambio".
Cosmética que se produce en el discurso, y que -paradójicamente- se agota.

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