En tiempos de crisis, los argentinos tenemos una cualidad por la cual sacamos un negocio de cada manga. Somos buscas, inquietos y persistentes. Cuando el bolsillo aprieta, surgen infinitas formas de salir adelante con la consecuencia de atomizar el mercado de quienes ya estaban instalados en un determinado lugar. Por ejemplo, quienes tenían una rotisería o una casa de tartas reciben la llegada de nuevos actores que nada tienen que ver con el rubro y amenazan su propuesta de valor. Una movilidad que concentra a mucha gente y genera una competencia que por lo general termina en guerra de precios.
La situación cotidiana propone la urgencia de pedir comida afuera. En ese momento la familia inicia una puja de fundamentos. Están los racionales que miran el precio e intentan persuadir por la propuesta más económica, los glotones que piden a gritos la pizza más cargada o los sutiles que exclaman ese detalle, un queso especial, una base crocante o los tomatitos secos que acompañan en la superficie. En todos y cada uno de estos detalles descansa la propuesta de valor de cada comerciante. Quizá sea ese el secreto, la protección que deben desarrollar las propuestas para captar y retener clientes o para protegerse de quienes se suman al mercado.
Precio, calidad, atención, velocidad de entrega y otras cuestiones conforman lo que en marketing denominamos atributo diferencial. Un concepto básico que no siempre es considerado en el momento de definir el negocio y mucho menos en el desarrollo de la estrategia de comunicación en el caso de que exista. Por lo general, las propuestas se amontonan generando un sedimento indiferenciado de pizzas, empanadas, tartas, pastas, pollos o carne asada. Se abre un local, se define un nombre, por lo general las iniciales de los hijos, y a la carga barracas, inauguró “Fer-Mar”, un misterio para la gente. Así pasan, abren y cierran comercios que nunca conocimos, a los que nunca les dimos la posibilidad, no por mezquinos sino por no entender qué ofrecían.
La diferenciación es un concepto comercial que debe ser considerado desde la gestación de cualquier emprendimiento. Así sea sólo una casa de empanadas, ¿por qué nos van a elegir? Quizá por eso, porque es una casa de “sólo empanadas” y los esfuerzos están concentrados ahí, en ese deseo de la gente de elegir variedad dentro de una misma propuesta. No hay otro camino en tiempos de atomización de la competencia, es tiempo de pensar o caer en la guerra de precios que no le sirve a nadie. Somos distintos o extintos.
MARKETING APLICADO
Sólo empanadas
La diferenciación como herramienta comercial.
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