OPINIÓN

Incongruencias de un acuerdo salarial

Finalmente, después de algunas idas y vueltas, el Departamento Ejecutivo de Junín y los representantes del sindicato más numeroso de empleados municipales llegaron a un acuerdo salarial. Con una gacetilla cuasi oficial repartida por los medios, en la que no faltó la habitual foto cargada de sonrisas, el intendente Pablo Petrecca ostentó “uno de los mejores acuerdos de la provincia de Buenos Aires”.
Aunque sin detalles concretos aún de los números finos, las incongruencias aparecen si consideramos que del otro lado los representantes sindicales afirmaban que este acuerdo no llega al mínimo vital y móvil para las categorías más bajas, esto es unos 500 trabajadores municipales (cerca del 40% de la planta de personal si quitamos los cargos políticos y otros que podrían ser considerados no sindicalizados). 
Entonces, ¿por qué ese acuerdo? La respuesta nos remite ni más ni menos que al mes de diciembre pasado cuando el oficialismo, acompañado por los bloques FPV y Concertación Plural, encontraba los votos necesarios para aprobar las ordenanzas Fiscal e Impositiva y el Presupuesto de gastos y recursos 2017.
En ese momento se dejaba deliberadamente abierta la negociación de la pauta salarial hasta el mes de marzo, sin ningún tipo de compromiso explícito del Ejecutivo. Es decir, quienes acompañaron el proyecto oficial aprobaron un aumento superior al 30% de las tasas municipales sin condicionar en lo más mínimo el traslado de tal presión tributaria a la mejora y recomposición del salario de los municipales. Más aún, haciendo la vista gorda al juego de la doble vara que todos veíamos venir. De esa forma, le permitieron al Ejecutivo recuperar el terreno perdido por el 40% de inflación de 2016, mientras que por el otro lado autorizaban a usar como dato de negociación en la mesa salarial el gracioso 17% de inflación proyectada.
Sorteado el primer obstáculo importante para el Ejecutivo, solo restaba esperar. Por un lado, el desgaste del primer bimestre sin aumento de sueldo con las presiones internas que genera la inflación sostenida y por el otro, una oferta inicial inaceptable. En ese punto y dicho por los propios representantes sindicales, fue el mejor acuerdo al que se pudo llegar. En definitiva, un algoritmo tan difícil de entender que al único que deja conforme es al intendente, dicho sea de paso, un alumno ejemplar de la gobernadora Vidal.
Eso sí, siempre queda la cláusula gatillo, esperemos que la promesa no sea pólvora mojada.


(*) Economista. Concejal 
por Junín para la Victoria.