El triunvirato que conduce la CGT y que integran Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña, quedó golpeado tras el escándalo de la marcha del martes, con muchas complicaciones para hacer equilibrio entre las líneas internas de la central y poco margen para demorar la fecha al paro general a fin de negociar con el Gobierno.
Tras un extenso y tortuoso proceso de reunificación, las diferencias entre los sindicalistas siguen a flor de piel, más aún en medio de una puesta en marcha de renovación en el peronismo, cuya interna se replica en el mundo gremial.
En medio de esa complicada situación, la conducción tripartita quedó bajo la lupa y desconcierta también a un Gobierno que reconoce que no sabe cuál es el interlocutor dentro de la CGT, donde el poder está tan repartido que, al final, nadie lo tiene.
Era tal la fragmentación cegetista en el último tramo de la gestión de Cristina Kirchner, que igualmente la central avanzó con el esquema del triunvirato para los cuatro años de mandato, pese a que viejos conocedores del mundo gremial recordaban que la conducción compartida, sin un dirigente que encolumne a la mayoría del sindicalismo, nunca fue una experiencia exitosa.
Esto además es aprovechado por el sector de la CGT que se alejó de la actual conducción y es liderado por Gerónimo "Momo" Venegas, que desde un primer momento rechazó el esquema tripartito y denunció en la Justicia la validez del Congreso que consagró a Schmid, Daer y Acuña, al remarcar que la figura del triunvirato no está contemplada por el estatuto.
Y la sensación que quedó flotando es que los ataques contra los popes de la CGT en una marcha convocada por la propia central "no le hubiera pasado a Hugo Moyano", último referente cegetista en haber acaparado gran poder durante su conducción.
Se espera que en los próximos días la CGT retome las deliberaciones y ponga fecha a la primera huelga nacional contra la gestión de Mauricio Macri, con el triunvirato ya casi sin margen para aplazar esta definición.
Y a lo largo del año deberá continuar afrontando el desafío de hacer un fino equilibrio no sólo entre las facciones internas, sino también procurando no quedar ubicado al lado de la CTA que responde al kirchnerismo o del gremialismo referenciado en partidos de izquierda, sectores con los que la mayoría del Consejo Directivo cegetista no comulga.
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