Misoginia, del griego misogynía, según el diccionario de la Real Academia Española, significa: “Aversión a las mujeres”.
En estas recónditas latitudes y con la ayuda de los medios de difusión que con la velocidad de la luz divulgan aconteceres, desde hace ya muchos años empecé a oír sobre las mentas de un tal Donald Trump, acaudalado sujeto de anaranjada cabellera, que desde sus primeros años de vida contó con chofer, tal vez para ser trasladado de una a otra de las veintitrés habitaciones con que contaba la casa que lo albergó desde niño, lo cual lo preparó para un futuro inmediato, toda vez que después necesitó una flota de autos, barcos y aviones (que tuvo con creces, y tiene) para recorrer sus posesiones en “su América” y el mundo, a la vez que para participar de una vida plagada con fiestas de magnates y “destacadas” participaciones en difundidos reality shows.
Y acentúo su poderío económico, no porque me moleste -al contrario, lo valoro- sino porque pienso que en el contexto de "su sueño americano", es lo que ha signado su soberbia, su desprecio por los pobres, los negros, los latinos y las mujeres, entre otras -para él- especies inferiores, lo que lo ha caracterizado como misógino, prepotente, sexista, machista y discriminador.
Quede claro desde ya que en estas humildes líneas, la mía no es una mirada económica, política, fenomenológica, etc., de este “poderoso caballero” (emulando al gran don Francisco de Quevedo) que hoy se apoltrona en el sillón más alto del planeta, sino una simple y sencilla visión humana, considerando desde una óptica cuasi utópica que un ser humano es igual a otro, y cuenta con los mismos derechos y deberes que todos, sin considerar color, raza, religión, sexo, posición económica, etc., aunque la realidad se desguace de risa ante tamaño aserto.
Y es desde esta perspectiva que me ha llamado la atención su aversión hacia la mujer a quien considera el gran Donald (o más bien don “Tío Rico”) un ser inferior, llegando a llamar -a modo de mero ejemplo- a su ex oponente Hillary: “Nasty Woman” (mujer asquerosa).
Coincido con la afamada “reina del pop” Madonna, cuando luego de proclamar: “Bienvenidos a la revolución del amor”, entre otras muchas cosas expresó que con el tirano Trump: “No sólo las mujeres están en peligro, sino todas las personas marginadas”.
Quede claro -no obstante- que sin dejar de considerar el colectivo marginal, quiero hoy sólo referirme con el apuntado humilde alcance a la misoginia que ostenta el encumbrado magnate.
No por reiterado ha perdido su vigencia aquella popular y remanida pregunta que reza: ¿De dónde naciste, dónde te concebiste (Trump, en el caso)?; quizá en una computadora creadora de una sofisticada realidad virtual, en un vientre de diamantes, esmeraldas, zafiros, topacios, etc., con estructuras de oro (amarillo y ´negro´) platino, iridio y otro; tal vez haya olvidado (y es oportuno recordarle) que fue en la panza de su madre-mujer, una de las que hoy con tanto desparpajo desprecia…
Alguna vez dijo y reiteró que “no podía resistirse a besar una mujer”. Fue entonces que muchas lo denunciaron por acosador. Dijo que “alguien poderoso como él, podía manejar a las mujeres como quería con sólo agarrarlas de la `Pussy`”, y no se refirió -valga la aclaración- con la última palabra de la frase a la acepción vulgar de “gatito”, sino a los “genitales femeninos”, como así también se los denomina chabacanamente.
Actualmente se sabe en qué rol colocó a su primer esposa, la modelo checa Ivana Zelnickova, luego de un divorcio indecoroso. Luego de Marla Maples (segunda), llegó la modelo eslovena Melania Knauss, su actual esposa, respecto de quien cabe preguntarse si habrá hecho Mr. Donald John una excepción en el concepto de lo femenino que lo caracteriza.
No en vano más de seiscientas mil mujeres en Washington, y cerca de tres millones en todo el mundo, salieron a repudiar la misoginia del gran magnate apenas puso sus pies en la casa blanca.
¿Por qué tanto desprecio hacia la mujer? Será tal vez que la vanidad, soberbia, petulancia, etc., que caracteriza al “complejo de superioridad”, encierra un “sentimiento de inferioridad”, como lo caracterizó desde la psicología, el médico y terapeuta austríaco Alfred Adler (1870-1937) colaborador de Sigmund Freud. No parece ser este el caso del hoy presidente de la principal potencia mundial. Empero, lo cierto es que tampoco don Trump se sometería a un estudio ad hoc…
Dijo el gran ´Gabo´ (Gabriel García Márquez): “La mujer es como la buena literatura, al alcance de todos, pero incomprensible para los estúpidos”; si te cabe el sayo, póntelo premier mundial…
En el recuerdo de mi madre, por mi hija, mis hermanas, mi pareja y las dignas mujeres de este planeta, levanto mi insignificante voz en contra de la misogamia, sin duda fuente del repudiable femicidio, que hoy asola a nuestra sociedad.
(*) Juez en lo Criminal. Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (UNLP).
![None](https://storage.googleapis.com/diariodemocracia/cache/1f/21/106330.jpg)
PUNTOS DE VISTA
COMENTARIOS