Si usted es como yo, considerará la disminución en la lectura de libros como otro indicio de la decadencia cultural que está socavando el carácter del habitante medio. ¿Por qué leer algo tan exigente como un libro, cuando se puede pasar todo el tiempo en Twitter, Facebook o Instagram? Son más fáciles y proporcionan entretenimiento, chismes e información más rápidamente. La lectura de libros, especialmente de los antiguos libros físicos, simplemente no puede competir.
Bueno, acostúmbrese a la idea: todo eso es incorrecto.
En un nuevo informe, el Pew Research Center halla que la lectura de libros, aunque no está exactamente en auge, parece estar manteniendo su terreno contra la embestida de las nuevas tecnologías digitales que consumen tanto tiempo. Hubo un lento declive en la lectura de libros, pero no es de ninguna manera aplastante y podría estar estabilizándose.
Lo que es aún más sorprendente es que el placer de la lectura se extiende a los libros tradicionales. Aunque los libros electrónicos son cada vez más populares, aún van considerablemente a la zaga con respecto a los libros impresos.
He aquí lo más destacado del estudio de Pew.
(1) En 2016, casi tres cuartos (73 por ciento) de los norteamericanos adultos de 18 y más años informó haber leído un libro en el año anterior. La cifra cayó del 79 por ciento en 2011-cuando Pew realizó la encuesta por primera vez- pero es prácticamente la misma que en 2012, cuando la porción fue de un 74 por ciento.
(2) Los libros impresos siguen siendo abrumadoramente los favoritos de la mayoría de los norteamericanos. En 2016, el 65 por ciento informó haber leído un libro impreso; menos que en 2011, 71 por ciento, pero igual que en 2012, 65 por ciento.
(3) Los libros electrónicos lograron un crecimiento espectacular -en 2016, el 28 por ciento de los norteamericanos informó haber leído uno de ellos, mientras que en 2011 esa cifra fue del 17 por ciento. En cambio, la trayectoria ascendente de los libros audio fue más lenta; un 14 por ciento de los norteamericanos escuchó uno el año pasado; en 2011, un 11 por ciento lo hizo, pero casi no hubo cambio con respecto al 13 por ciento de 2012.
(4) Sólo una pequeña porción de norteamericanos -un 6 por ciento- leyó exclusivamente libros digitales. Mientras tanto, el 28 por ciento leyó tanto libros digitales como impresos y el 38 por ciento, sólo impresos. Todos los totales de los libros digitales incluyen tabletas y teléfonos móviles, así como también aparatos dedicados a la lectura (Kindle, Nook y otros parecidos.)
Naturalmente, la lectura de libros no se esparce uniformemente en toda la población adulta. El norteamericano medio -es decir, el norteamericano exactamente en la media de la distribución de los lectores de libros- lee cuatro libros al año. Mientras tanto, el promedio de todos los norteamericanos lee 12 libros al año, el promedio se calcula con el total de libros dividido por la población. Algunos leen más libros (o menos) que otros.
(5) Las mujeres leen más que los hombres; un 77 por ciento termina por lo menos un libro, comparado con un 68 por ciento de los hombres. Los blancos no hispanos (76 por ciento) leen más que los negros (69 por ciento) o los hispanos (58 por ciento). Los jóvenes de 18 a 29 años leen más (80 por ciento) que los de 65 y más años (67 por ciento). Los prósperos con ingresos que exceden 75.000 dólares leen más (81 por ciento) que los pobres (65 por ciento) con ingresos de menos de 30.000 dólares.
Así pues, nosotros, los pesimistas en cuanto a la decadencia cultural, debemos revisar nuestras opiniones para que se ajusten a la realidad. Quizás casi todo esté deteriorándose, pero si es así, la lectura de libros parece ser una bienvenida excepción.
(*) Periodista del diario The Washington Post
PUNTOS DE VISTA
COMENTARIOS