El ministro mostró un trabajo minucioso. Distrito por distrito, fue marcando las posibilidades de crecimiento que tiene la alianza gobernante en función del último resultado electoral, con datos segmentados por circuitos.
Concluyó, por caso, que en Isla Maciel, uno de los sectores periféricos de Avellaneda, la gobernadora María Eugenia Vidal sólo pudo trepar al 9% de los votos en las últimas elecciones, en fuerte contraste con el 48% que obtuvo en el global del distrito. Un estudio similar detalló para La Matanza, transformada desde hace un tiempo en la obsesión de Cambiemos: en algunos barrios Vidal trepó al 52%, pero computando el total de la comuna más grande de la Provincia y el país, esa performance se redujo a 28 puntos.
Ese informe surgido de los laboratorios políticos que funcionan en el Gobierno, fueron presentados en la reunión de la mesa política bonaerense del frente que integran el macrismo, la UCR, el PRO, la Coalición Cívica y otros partidos menores. El diagnóstico será acercado a referentes, funcionarios y dirigentes como una suerte de manual de aplicación para trabajar sobre el terreno en busca del "voto probable", tan necesario para intentar ganar la elección legislativa de la Provincia.
No sólo esa cuestión desgranó Federico Salvai, el ministro de Gobierno que tiene la misión de dotar de esas herramientas al generalato de Cambiemos. Habló del caso de José C. Paz donde el oficialismo busca seducir al intendente peronista Mario Ishii pero por las dudas explora alternativas. "Sacamos 20 puntos pero hay un 40% de la gente que dice que podría votar a María Eugenia", reveló.
Ese será otro de los desafíos: cómo lograr que la buena imagen de la mandataria se traslade a los candidatos del oficialismo.
Una primera medida en ese sentido ya está en pleno proceso de aplicación: Vidal se muestra cada vez más junto a los potenciales postulantes de Cambiemos. Ayer, en Mercedes y durante la fiesta de una emblemática marca registrada de esa ciudad, apareció junto a Jorge Macri, uno de los que suena, y fuerte, para encabezar la lista de senadores. Hace algunos días compartió acto con Esteban Bullrich, el ministro nacional que es impulsado desde sectores de la Casa Rosada.
Lo que ha quedado en claro tras aquellas definiciones de Salvai durante el lanzamiento de la mesa política de Cambiemos desarrollado en La Plata, es que el oficialismo resolvió apresurar los tiempos electorales.
Hay que anotar en ese rumbo el acto previsto para fin de mes donde se oficializará la nueva conducción del PRO liderada por Vidal, secundada por Jorge Macri y Bullrich. Cualquier similitud con el armado electoral, no parece una mera coincidencia.
Habría que prestar atención a otros de los nombres que da vueltas en el horizonte del oficialismo: Elisa Carrió. Aún no se sabe si la diputada será candidata por la Provincia o por Capital Federal, pero su presencia podría ser clave en una estrategia que se comenta y mucho en sectores del oficialismo: la de horadar a Sergio Massa, quien aparece con buenos números de cara a las legislativas.
El jury a un fiscal de la zona norte de la Provincia que está en pleno proceso, podría ser parte de ese andamiaje.
En el radicalismo, en tanto, sigue sonando con fuerza el nombre del neurólogo Facundo Manes para sumar a la lista de posibles candidatos, aunque no se sabe si aceptaría.
Pero el lanzamiento de la mesa de Cambiemos dejó algunas otras cuestiones en superficie. Por lo pronto, la brusca salida de Emilio Monzó de su rol de armador bonaerense. "Va a trabajar en la consolidación del PRO en las provincias donde no somos gobierno", explican en el macrismo provincial. Pero la cuestión es que el enfrentamiento entre el presidente de la Cámara de Diputados con Vidal y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, dejó a Monzó fuera de la Provincia, su hábitat natural.
La renovación
El peronismo no está ajeno a estos cimbronazos. A la "renovación" que vienen planteando numerosos dirigentes bonaerenses como forma de cerrar la etapa del kirchnerismo, le sigue faltando caciques que la conduzcan.
No se trata de que no haya peronistas interesados en liderar el reencuentro del PJ lejos de la órbita K: lo que no existe es un "indiscutido" que logre liderar sin cuestionamientos internos esa etapa.
Lo intentó Martín Insaurralde desde el Grupo Esmeralda. Aglutinó a varios de sus pares en busca de establecer un liderazgo y parecía constituirse junto a Gabriel Katopodis (Lomas de Zamora) en armadores del grupo de intendentes dialoguistas y de buen trato con Vidal.
Hace algunas horas, luego de un distanciamiento más o menos notorio, apareció un satélite peronista con nombre más apropiado a la reconstrucción: el grupo Fénix. Intendentes como Ariel Sujarchuk (Escobar) o Gustavo Menéndez (Merlo), se disponen a lanzar este sector en clara competencia con Insaurralde.
No sólo los distancia una cuestión de cartel: subyace la pulseada sobre el rol que tendrá el PJ bonaerense en el proceso electoral del año próximo.
Los Fénix parecerían mucho más cerca de ir hacia un acuerdo con Sergio Massa. Los Esmeralda no descartan transitar ese camino, pero antes buscarán explorar el sendero de un candidato propio. De hecho, el miércoles tienen agendado un encuentro con el ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, a quien buscan seducir para que encabece la lista de senadores nacionales.
Daniel Scioli también está haciendo lo suyo. Fue al acto que dio arranque simbólico a la renovación, pero prefiere no confrontar con el kirchnerismo. A su alrededor ya blanquean que seguramente será candidato en las legislativas y arrancó una recorrida bonaerense que lo llevó a encabezar actividades propias en San Nicolás y Moreno. Haciendo equilibrio, ponderó a los intendentes que ensayan el proceso renovador, aunque cree que al final del camino habrá coincidencia entre todos los sectores del peronismo en una oferta electoral común.
Esa aspiración suena por ahora a utopía. Ya no sólo dependerá de voluntades propias: pesará, y mucho, en qué situación estará para entonces el Gobierno nacional, si Massa logra transformarse en el imán de sectores peronistas desencantados del kirchnerismo y si las huestes de Cristina Kirchner consiguen articular una oferta competitiva en territorio bonaerense, acaso, con la ex presidenta a la cabeza.
No se trata de que no haya peronistas interesados en liderar el reencuentro del PJ lejos de la órbita K: lo que no existe es un "indiscutido" que logre liderar sin cuestionamientos internos esa etapa.
Lo intentó Martín Insaurralde desde el Grupo Esmeralda. Aglutinó a varios de sus pares en busca de establecer un liderazgo y parecía constituirse junto a Gabriel Katopodis (Lomas de Zamora) en armadores del grupo de intendentes dialoguistas y de buen trato con Vidal.
Hace algunas horas, luego de un distanciamiento más o menos notorio, apareció un satélite peronista con nombre más apropiado a la reconstrucción: el grupo Fénix. Intendentes como Ariel Sujarchuk (Escobar) o Gustavo Menéndez (Merlo), se disponen a lanzar este sector en clara competencia con Insaurralde.
No sólo los distancia una cuestión de cartel: subyace la pulseada sobre el rol que tendrá el PJ bonaerense en el proceso electoral del año próximo.
Los Fénix parecerían mucho más cerca de ir hacia un acuerdo con Sergio Massa. Los Esmeralda no descartan transitar ese camino, pero antes buscarán explorar el sendero de un candidato propio. De hecho, el miércoles tienen agendado un encuentro con el ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, a quien buscan seducir para que encabece la lista de senadores nacionales.
Daniel Scioli también está haciendo lo suyo. Fue al acto que dio arranque simbólico a la renovación, pero prefiere no confrontar con el kirchnerismo. A su alrededor ya blanquean que seguramente será candidato en las legislativas y arrancó una recorrida bonaerense que lo llevó a encabezar actividades propias en San Nicolás y Moreno. Haciendo equilibrio, ponderó a los intendentes que ensayan el proceso renovador, aunque cree que al final del camino habrá coincidencia entre todos los sectores del peronismo en una oferta electoral común.
Esa aspiración suena por ahora a utopía. Ya no sólo dependerá de voluntades propias: pesará, y mucho, en qué situación estará para entonces el Gobierno nacional, si Massa logra transformarse en el imán de sectores peronistas desencantados del kirchnerismo y si las huestes de Cristina Kirchner consiguen articular una oferta competitiva en territorio bonaerense, acaso, con la ex presidenta a la cabeza.
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