ENFOQUE

Inseguridad y jóvenes arruinados por la droga

Mientras pasamos días discutiendo sobre la seguridad y cómo atacarla; mientras ampliamos plantillas de policías en las calles, de móviles policiales y un sinfín de medidas de todo tipo, debo recordarles a las autoridades de gobierno, una vez más, que para combatir la inseguridad urbana, es primordial combatir el tráfico de drogas y actuar sobre el consumo abusivo desde el sistema de salud pública. No hay seguridad posible si la droga continúa haciendo estragos en nuestra juventud como lo está haciendo. Que quede bien claro.
Pondré algunos ejemplos que no son felices, pero sí demostrativos de lo que pretendo transmitir a la comunidad: hace pocos días, un joven en la ribera platense mató a piedrazos a un vigilador, sin motivo alguno, solamente porque el consumo de drogas le ha afectado el raciocinio. Ha matado por matar, por el impulso violento que rompe cualquier posibilidad de frenos inhibitorios: eso lo causan las drogas, y en un punto es irreversible.

Escena cotidiana
Días pasados estaba tomando café en un bar del centro platense a eso de las 3 de la tarde. Ingresó un joven de no más de 15 ó 16 años que tomó un periódico y se sentó en una mesa mientras hablaba solo.
Luego comenzó a gesticular como si dialogara con alguien y, finalmente, golpeó el diario muchas veces contra la mesa como esperando que se le dijera algo para iniciar una pelea. En un momento dado se levantó de la silla con un salto, dejó el diario y salió con ímpetu a la calle cruzando hacia la vereda opuesta sin mirar casi, con sabe Dios qué destino. Se notaba claramente que caminaba errático y aislado de toda realidad.
No hace mucho tiempo, una señora vecina me pidió ayuda por un hijo que tiene detenido. Tomé el papelito con los datos y averigüé si era yo el fiscal de su causa; luego me comuniqué con su abogado defensor, y allí sobrevino una sorpresa que nunca antes había tenido: el profesional me explicó que la señora no quería la libertad de su hijo -como yo creí y era lógico suponer- sino que continuara detenido, porque las drogas le influyeron de tal manera que amenazó con matar a toda la familia cuando saliera libre. Y así, conozco muchos ejemplos que demuestran, lamentablemente, que el efecto de las drogas sobre el cerebro y personalidad de estos jóvenes es devastador, a punto tal que los médicos que los tratan dentro del ámbito oficial me cuentan la imposibilidad de avanzar con tratamientos que los mejoren. Todo parece indicar que no tienen vuelta atrás.
¿Qué vamos a hacer con una gran parte de nuestros jóvenes en ese camino y con ese pronóstico? Porque cuando buscamos en la conducta criminal una secuencia de comportamiento lógico, jamás la encontraremos. La droga elimina toda lógica, rompe con cualquier entelequia racional. ¿Cómo hemos de detener esta locura si no hacemos algo serio para detener el creciente tráfico de estupefacientes y el enorme aumento del consumo?
Y los efectos que comento se producen en todos los ámbitos sociales, intra y extra familiares, esto es en el plano familiar, en el laboral, en las calles, en todas partes.
La Iglesia y el Papa Francisco vienen advirtiendo sobre este enorme problema, y creí conveniente colaborar contando algunas experiencias profesionales que pintan con crudeza la realidad que ya vivimos y que nos vaticinan un futuro incierto: las drogas destruyen la capacidad intelectual y volitiva de los jóvenes, los convierten en zombies que pululan entre la gente y reaccionan a diversos estímulos de manera descontrolada: por este camino, no hay plan de seguridad ciudadana posible, estoy convencido de ello.
Es necesario que los candidatos a las próximas elecciones, además de contarnos cómo van a actuar sobre la inflación y el control del dólar, nos expliquen si tienen proyectos para este flagelo que ya está mostrando resultados difíciles de controlar, pero que pueden contenerse con políticas reales, concretas, y alejadas de todo interés proselitista. Las drogas y la seguridad son incompatibles, y las declamatorias promesas incumplidas ya nos quitaron un tiempo valiosísimo para lograr revertir el tema y, lamentablemente, muchos jóvenes que quizás no tengan vuelta atrás por los irreversibles daños que las adicciones les causaron. Mientras tanto, hay una sociedad que debe convivir con ellos en esas condiciones, y la violencia continúa creciendo día a día a pesar de las propagandas estatales que se ven por la televisión. ¿Hacia dónde vamos como sociedad?<

(*) Fiscal del Departamento Judicial La Plata

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