PUNTOS DE VISTA
Las limitaciones del “purismo” político
Cargado de dudas como había quedado desde la noche del domingo, en la que su candidato retuvo para el Pro el Gobierno porteño por sólo tres puntos, Mauricio Macri encontró hacia el final de la jornada del lunes la ayuda que necesitaba para salir del pantano político y volver a pisar sobre tierra firme. Paradójicamente, esa soga se la tiró el jefe camporista Máximo Kirchner.
El hijo de la Presidenta se mofó del discurso “neokirchnerista” que ensayó el alcalde porteño tras el ballotage del domingo, en una reacción festejada por el oficialismo pero que, en rigor, le permitió a Macri retomar los conceptos que a sus seguidores les gusta escuchar de él: “Creo en la presencia del Estado para beneficio de la gente, no para dar laburo a La Cámpora”, disparó.
La réplica del líder opositor al jefe de La Cámpora se conoció en momentos en que la mesa chica del Pro se encontraba reunida de urgencia en la sede del Gobierno porteño en Parque Patricios, recalculando la campaña nacional luego del susto que les propinó Martín Lousteau.
Pases de factura
En ese encuentro se registraron pases de factura para los ideólogos del “purismo” macrista.
Los señalados fueron el asesor Jaime Durán Barba y el secretario del Gobierno porteño, Marcos Peña, quienes habían desplazado al ala política del Pro de la campaña de Larreta, que se basó en temas de gestión pero descuidó ejes conceptuales más profundos por los que se filtró el discurso de Lousteau, quien cuestionó el estado de la salud y la educación pública.
El razonamiento de la dirigencia política del Pro -compuesta por legisladores nacionales y porteños- es que si en la capital ese “purismo” partidario estuvo a punto de poner en peligro la continuidad del Gobierno macrista, a nivel nacional sería imposible que prospere el proyecto de Cambiemos si el Pro continúa encerrado en una lógica de campaña solamente “amarilla”.
Por eso, para la alianza opositora se hace imprescindible que el macrismo le de más espacio y protagonismo a la UCR y la Coalición Cívica. Dicho sea de paso, los precandidatos Ernesto Sanz y Elisa Carrió demostraron que no apoyaban a Lousteau por un mero capricho político, sino porque realmente había espacio para que su mensaje fuera asimilado por los porteños.
“Purismo” en baja
La idea del “purismo” también cayó en desgracia en el kirchnerismo. El último arrebato en ese sentido ocurrió cuando la Presidenta bendijo al camporista Mariano Recalde como candidato del Frente para la Victoria en la ciudad de Buenos Aires. Pero el resultado de la primera vuelta, que lo ubicó tercero detrás de Larreta y Lousteau, determinó el fracaso de esa designación.
Sin embargo, el FpV solucionó aquel fallido con el pragmatismo que caracteriza al peronismo: ungió la fórmula única Scioli-Zannini como una convergencia de estilos opuestos dentro del campo oficialista y bajó de un plumazo a Florencio Randazzo, quien jugó a su destino político –de ambición presidencial- a encarnar la opción más pura de la continuidad kirchnerista.
La síntesis que encierran Scioli y Zannini apunta a captar más votos que los que habría obtenido el kirchnerismo con una dupla más homogénea. Aunque esa estrategia también tiene sus contras: así lo experimentaron los empresarios que los escucharon desgranar discursos con escasos puntos de contacto en la cena de recaudación de fondos realizada en Costa Salguero.
Confusiones
Una confusión similar puede haber provocado entre sus adherentes el discurso de Macri avalando políticas centrales del kirchnerismo como la Asignación Universal, Aerolíneas Argentinas e YPF. Pero como se dijo más arriba, las ironías que dirigió Máximo Kirchner hacia el líder del Pro le proporcionaron un punto de apoyo para salir de las arenas movedizas.
Mientras tanto, el massismo buscaba capitalizar el tropezón del Pro en el ballotage porteño.
“Macri encontró techo y dejó de ser la única opción opositora”, deslizaron en Tigre tras una reunión de varias horas en la casa de la familia Massa. Allí estuvieron el candidato del Frente Renovador, su esposa Malena, el asesor Sergio Bendixen y los voceros de campaña.
Polarización
Tras ese análisis a puertas cerradas, Massa salió a decir que Macri actúa con “soberbia” en el armado de una opción opositora al oficialismo, en la búsqueda de que el votante antikirchnerista castigue al alcalde porteño en las elecciones primarias del 9 de agosto.
Pero el tigrense sigue padeciendo el problema irresuelto de la polarización entre el FpV y el Pro.
Encima, Scioli tomó la bandera de las policías locales –que Massa había agitado con éxito en 2013- y Macri intenta ahora volcarse hacia la “ancha avenida del medio” entre oficialismo y la oposición más dura, limitándole el espacio para masificar un mensaje alternativo.
“Sería lógico que River y Boca lleguen a la final, pero por ahí se cuela Tigre”, suelta igual entre sonrisas.
La campaña presidencial ya está entre nosotros. Los spots radiales y televisivos coparán todo en los próximos 20 días, durante los cuales los candidatos ajustarán sus propuestas para seducir a los votantes. Si algo evidenció el “fenómeno Lousteau” es que el partido tiene que jugarse hasta el final. Y que las encuestas son herramientas válidas, pero no suficientes ni determinantes.
El hijo de la Presidenta se mofó del discurso “neokirchnerista” que ensayó el alcalde porteño tras el ballotage del domingo, en una reacción festejada por el oficialismo pero que, en rigor, le permitió a Macri retomar los conceptos que a sus seguidores les gusta escuchar de él: “Creo en la presencia del Estado para beneficio de la gente, no para dar laburo a La Cámpora”, disparó.
La réplica del líder opositor al jefe de La Cámpora se conoció en momentos en que la mesa chica del Pro se encontraba reunida de urgencia en la sede del Gobierno porteño en Parque Patricios, recalculando la campaña nacional luego del susto que les propinó Martín Lousteau.
Pases de factura
En ese encuentro se registraron pases de factura para los ideólogos del “purismo” macrista.
Los señalados fueron el asesor Jaime Durán Barba y el secretario del Gobierno porteño, Marcos Peña, quienes habían desplazado al ala política del Pro de la campaña de Larreta, que se basó en temas de gestión pero descuidó ejes conceptuales más profundos por los que se filtró el discurso de Lousteau, quien cuestionó el estado de la salud y la educación pública.
El razonamiento de la dirigencia política del Pro -compuesta por legisladores nacionales y porteños- es que si en la capital ese “purismo” partidario estuvo a punto de poner en peligro la continuidad del Gobierno macrista, a nivel nacional sería imposible que prospere el proyecto de Cambiemos si el Pro continúa encerrado en una lógica de campaña solamente “amarilla”.
Por eso, para la alianza opositora se hace imprescindible que el macrismo le de más espacio y protagonismo a la UCR y la Coalición Cívica. Dicho sea de paso, los precandidatos Ernesto Sanz y Elisa Carrió demostraron que no apoyaban a Lousteau por un mero capricho político, sino porque realmente había espacio para que su mensaje fuera asimilado por los porteños.
“Purismo” en baja
La idea del “purismo” también cayó en desgracia en el kirchnerismo. El último arrebato en ese sentido ocurrió cuando la Presidenta bendijo al camporista Mariano Recalde como candidato del Frente para la Victoria en la ciudad de Buenos Aires. Pero el resultado de la primera vuelta, que lo ubicó tercero detrás de Larreta y Lousteau, determinó el fracaso de esa designación.
Sin embargo, el FpV solucionó aquel fallido con el pragmatismo que caracteriza al peronismo: ungió la fórmula única Scioli-Zannini como una convergencia de estilos opuestos dentro del campo oficialista y bajó de un plumazo a Florencio Randazzo, quien jugó a su destino político –de ambición presidencial- a encarnar la opción más pura de la continuidad kirchnerista.
La síntesis que encierran Scioli y Zannini apunta a captar más votos que los que habría obtenido el kirchnerismo con una dupla más homogénea. Aunque esa estrategia también tiene sus contras: así lo experimentaron los empresarios que los escucharon desgranar discursos con escasos puntos de contacto en la cena de recaudación de fondos realizada en Costa Salguero.
Confusiones
Una confusión similar puede haber provocado entre sus adherentes el discurso de Macri avalando políticas centrales del kirchnerismo como la Asignación Universal, Aerolíneas Argentinas e YPF. Pero como se dijo más arriba, las ironías que dirigió Máximo Kirchner hacia el líder del Pro le proporcionaron un punto de apoyo para salir de las arenas movedizas.
Mientras tanto, el massismo buscaba capitalizar el tropezón del Pro en el ballotage porteño.
“Macri encontró techo y dejó de ser la única opción opositora”, deslizaron en Tigre tras una reunión de varias horas en la casa de la familia Massa. Allí estuvieron el candidato del Frente Renovador, su esposa Malena, el asesor Sergio Bendixen y los voceros de campaña.
Polarización
Tras ese análisis a puertas cerradas, Massa salió a decir que Macri actúa con “soberbia” en el armado de una opción opositora al oficialismo, en la búsqueda de que el votante antikirchnerista castigue al alcalde porteño en las elecciones primarias del 9 de agosto.
Pero el tigrense sigue padeciendo el problema irresuelto de la polarización entre el FpV y el Pro.
Encima, Scioli tomó la bandera de las policías locales –que Massa había agitado con éxito en 2013- y Macri intenta ahora volcarse hacia la “ancha avenida del medio” entre oficialismo y la oposición más dura, limitándole el espacio para masificar un mensaje alternativo.
“Sería lógico que River y Boca lleguen a la final, pero por ahí se cuela Tigre”, suelta igual entre sonrisas.
La campaña presidencial ya está entre nosotros. Los spots radiales y televisivos coparán todo en los próximos 20 días, durante los cuales los candidatos ajustarán sus propuestas para seducir a los votantes. Si algo evidenció el “fenómeno Lousteau” es que el partido tiene que jugarse hasta el final. Y que las encuestas son herramientas válidas, pero no suficientes ni determinantes.