PANORAMA POLÍTICO NACIONAL
Más ruido político en Tribunales
La Justicia argentina atraviesa un momento sumamente delicado. Las señales que los jueces y fiscales reciben desde el poder político los hacen sentir inestables e inseguros. Y esa sensación se traslada luego a toda la sociedad. Sólo de esa manera puede entenderse que un magistrado de la experiencia de Claudio Bonadío haya salido a hacer declaraciones como un modo de protegerse, en una actitud similar a la que tuvo Alberto Nisman hasta sus últimos días de vida.
Ese es el clima turbio que se respira en los tribunales donde se sustancian casos vinculados al Gobierno. Tanto es así, que el titular de la Asociación de Magistrados, Ricardo Recondo, no titubeó a la hora de afirmar que los jueces ensayan “una defensa contra un intento de eliminación de la Justicia”. El kirchnerismo sostiene que son definiciones exageradas, pero su accionar en el Consejo de la Magistratura no contribuye a aplacar los ánimos caldeados.
De hecho, el único camarista que votó contra el desplazamiento de Bonadío de la causa Hotesur, Carlos Farah, sabe que es muy posible que los consejeros kirchneristas activen un pedido de juicio político en su contra. Ante este panorama, el propio Bonadío manifestó ayer su temor porque los argentinos no tienen entre sus prioridades dar contención al servicio de justicia, cuya confianza por parte de la población bajó al 18,5% en 2014, según estimó la UCA.
La magra medición surgió de la misma encuesta que el Observatorio de la Deuda Social de esa universidad vinculada a la Iglesia católica, realizó para establecer los niveles de pobreza que afectan a sociedad. En ese sentido, los jueces y fiscales saben que cuentan con el apoyo de un sector informado y dispuesto a movilizarse como cuando fue desplazado Luis María Cabral de la Cámara de Casación. Pero también advierten que ese respaldo está lejos de ser mayoritario.
El hito fue, en ese sentido, la marcha organizada por los fiscales tras la muerte de Nisman, el 18 de febrero de este año. Ese día, la adhesión fue masiva. Pero a partir de aquel momento, la figura del fiscal especial fue blanco de una serie de denuncias que buscaron desprestigiarlo y causar un efecto desmovilizador. Esa tendencia se había mantenido inalterable hasta el viernes pasado, cuando Nisman fue rescatado como una víctima más del atentado contra la AMIA.
El pronunciamiento de los familiares de las víctimas de aquel ataque terrorista y de la dirigencia de la comunidad judía fue contundente y cargado de simbolismo político y humano, encarnado en la presencia de la hija mayor de Nisman, Iara, en el acto que se realizó sobre la calle Pasteur. La contracara fue la ausencia de los funcionarios del Gobierno nacional, que como en el caso de Aníbal Fernández, fueron advertidos que era mejor que no estuvieran.
De todos modos, es de esperar que quienes impulsaron aquella campaña contra Nisman, hagan caso omiso de la frase de Iara sobre que su padre “no se puede defender”. Por eso, se conocerían en los próximos días novedades sobre las cuentas en el exterior que tenía el fiscal a nombre de su madre y de Diego Lagomarsino. En la misma línea, la fiscal Viviana Fein podría ser urgida a acelerar la resolución del caso, que lleva seis meses en una total incertidumbre.
El impacto electoral
Pese a que la sociedad parece estar mirando para otro lado, la avanzada del Gobierno sobre la Justicia impacta en la arena electoral. El candidato oficialista a la Presidencia, Daniel Scioli, debió hacer frente a preguntas de la prensa sobre su relación con el juez Bonadío, antes que por sus propuestas para el próximo turno de gobierno. Mientras que su compañero de fórmula, Carlos Zannini, hizo una cerrada defensa de la estrategia agresiva en los tribunales.
La dupla se mostró el jueves en una cena de recaudación de campaña que, a diferencia de la que había encabezado Mauricio Macri en la Rural, no reunió a las compañías más grandes del país sino a pequeños y medianos empresarios. Y pese a que el auditorio era más afín con el oficialismo, los discursos de Scioli y Zannini no siguieron la misma línea. El Gobernador les ofreció “certidumbre”, mientras que el secretario presidencial deslizó algunas advertencias.
“Está muy bien que las empresas ganen plata, pero la cadena tiene que empezar por los que menos tienen”, sostuvo el “Chino” en Costa Salguero, donde se percibió que no se siente cómodo ante grandes auditorios sino que prefiere la cocina de las decisiones políticas, lo que le permitió mantener un bajo perfil en toda la etapa kirchnerista. En cambio, Scioli parece moldeado para la escena pública. En ese sentido, ambos se complementan a la perfección.
Pero al observarlos en acción surge una impresión más fuerte que el choque de estilos. Esto es: ¿La dirección que le imprimiría Scioli a la gestión será del agrado político de Zannini? Cerca del mandatario bonaerense responden esa pregunta con absoluto pragmatismo: “El que manda es siempre el Presidente”. Incluso, advierten que su gente de confianza ocupará cargos clave, como Alejandro Granados en el Ministerio de Seguridad y Santiago Montoya en la ANSES.
Competencia opositora
Mientras el oficialismo actúa como si fuera imposible que lo desplacen del Gobierno, las fuerzas de oposición entraron en una competencia directa para ver quién queda mejor posicionado en las primarias del 9 de agosto. En ese sentido, Macri se juega hoy una parada crucial, dado que el PRO debe ratificar su supremacía en la Capital Federal para que su líder siga teniendo buenas chances de proyectarse a nivel nacional.
En ese contexto, las encuestas coinciden en pronosticar un triunfo por 10 puntos de Horacio Rodríguez Larreta sobre Martín Lousteau. Pero lo cierto es que el candidato de la alianza ECO complicó más de la cuenta al PRO y que se instaló como una figura de recambio en el territorio porteño, donde el macrismo ya no ostenta el título de ser el agente del cambio.
El imprevisto que tuvo el PRO en su camino hacia las elecciones presidenciales insufló de nuevos bríos al Frente Renovador massista. Es que la performance de la fórmula Solá-Arroyo en la Provincia vuelve a poner a esa fuerza en la discusión grande y la aleja de la participación testimonial a la que parecía condenada un par de meses atrás. El propio Massa parece haber recuperado la confianza y retomó la campaña en el Conurbano, con caravanas incluidas.
Estos aprontes electorales tienen lugar mientras la paz cambiaria empieza a dar señales de agotamiento y el campo vuelve a la protesta, acuciado por la crisis de las economías regionales. Todo eso, por ahora solapado por el ruido que proviene de los tribunales.
Ese es el clima turbio que se respira en los tribunales donde se sustancian casos vinculados al Gobierno. Tanto es así, que el titular de la Asociación de Magistrados, Ricardo Recondo, no titubeó a la hora de afirmar que los jueces ensayan “una defensa contra un intento de eliminación de la Justicia”. El kirchnerismo sostiene que son definiciones exageradas, pero su accionar en el Consejo de la Magistratura no contribuye a aplacar los ánimos caldeados.
De hecho, el único camarista que votó contra el desplazamiento de Bonadío de la causa Hotesur, Carlos Farah, sabe que es muy posible que los consejeros kirchneristas activen un pedido de juicio político en su contra. Ante este panorama, el propio Bonadío manifestó ayer su temor porque los argentinos no tienen entre sus prioridades dar contención al servicio de justicia, cuya confianza por parte de la población bajó al 18,5% en 2014, según estimó la UCA.
La magra medición surgió de la misma encuesta que el Observatorio de la Deuda Social de esa universidad vinculada a la Iglesia católica, realizó para establecer los niveles de pobreza que afectan a sociedad. En ese sentido, los jueces y fiscales saben que cuentan con el apoyo de un sector informado y dispuesto a movilizarse como cuando fue desplazado Luis María Cabral de la Cámara de Casación. Pero también advierten que ese respaldo está lejos de ser mayoritario.
El hito fue, en ese sentido, la marcha organizada por los fiscales tras la muerte de Nisman, el 18 de febrero de este año. Ese día, la adhesión fue masiva. Pero a partir de aquel momento, la figura del fiscal especial fue blanco de una serie de denuncias que buscaron desprestigiarlo y causar un efecto desmovilizador. Esa tendencia se había mantenido inalterable hasta el viernes pasado, cuando Nisman fue rescatado como una víctima más del atentado contra la AMIA.
El pronunciamiento de los familiares de las víctimas de aquel ataque terrorista y de la dirigencia de la comunidad judía fue contundente y cargado de simbolismo político y humano, encarnado en la presencia de la hija mayor de Nisman, Iara, en el acto que se realizó sobre la calle Pasteur. La contracara fue la ausencia de los funcionarios del Gobierno nacional, que como en el caso de Aníbal Fernández, fueron advertidos que era mejor que no estuvieran.
De todos modos, es de esperar que quienes impulsaron aquella campaña contra Nisman, hagan caso omiso de la frase de Iara sobre que su padre “no se puede defender”. Por eso, se conocerían en los próximos días novedades sobre las cuentas en el exterior que tenía el fiscal a nombre de su madre y de Diego Lagomarsino. En la misma línea, la fiscal Viviana Fein podría ser urgida a acelerar la resolución del caso, que lleva seis meses en una total incertidumbre.
El impacto electoral
Pese a que la sociedad parece estar mirando para otro lado, la avanzada del Gobierno sobre la Justicia impacta en la arena electoral. El candidato oficialista a la Presidencia, Daniel Scioli, debió hacer frente a preguntas de la prensa sobre su relación con el juez Bonadío, antes que por sus propuestas para el próximo turno de gobierno. Mientras que su compañero de fórmula, Carlos Zannini, hizo una cerrada defensa de la estrategia agresiva en los tribunales.
La dupla se mostró el jueves en una cena de recaudación de campaña que, a diferencia de la que había encabezado Mauricio Macri en la Rural, no reunió a las compañías más grandes del país sino a pequeños y medianos empresarios. Y pese a que el auditorio era más afín con el oficialismo, los discursos de Scioli y Zannini no siguieron la misma línea. El Gobernador les ofreció “certidumbre”, mientras que el secretario presidencial deslizó algunas advertencias.
“Está muy bien que las empresas ganen plata, pero la cadena tiene que empezar por los que menos tienen”, sostuvo el “Chino” en Costa Salguero, donde se percibió que no se siente cómodo ante grandes auditorios sino que prefiere la cocina de las decisiones políticas, lo que le permitió mantener un bajo perfil en toda la etapa kirchnerista. En cambio, Scioli parece moldeado para la escena pública. En ese sentido, ambos se complementan a la perfección.
Pero al observarlos en acción surge una impresión más fuerte que el choque de estilos. Esto es: ¿La dirección que le imprimiría Scioli a la gestión será del agrado político de Zannini? Cerca del mandatario bonaerense responden esa pregunta con absoluto pragmatismo: “El que manda es siempre el Presidente”. Incluso, advierten que su gente de confianza ocupará cargos clave, como Alejandro Granados en el Ministerio de Seguridad y Santiago Montoya en la ANSES.
Competencia opositora
Mientras el oficialismo actúa como si fuera imposible que lo desplacen del Gobierno, las fuerzas de oposición entraron en una competencia directa para ver quién queda mejor posicionado en las primarias del 9 de agosto. En ese sentido, Macri se juega hoy una parada crucial, dado que el PRO debe ratificar su supremacía en la Capital Federal para que su líder siga teniendo buenas chances de proyectarse a nivel nacional.
En ese contexto, las encuestas coinciden en pronosticar un triunfo por 10 puntos de Horacio Rodríguez Larreta sobre Martín Lousteau. Pero lo cierto es que el candidato de la alianza ECO complicó más de la cuenta al PRO y que se instaló como una figura de recambio en el territorio porteño, donde el macrismo ya no ostenta el título de ser el agente del cambio.
El imprevisto que tuvo el PRO en su camino hacia las elecciones presidenciales insufló de nuevos bríos al Frente Renovador massista. Es que la performance de la fórmula Solá-Arroyo en la Provincia vuelve a poner a esa fuerza en la discusión grande y la aleja de la participación testimonial a la que parecía condenada un par de meses atrás. El propio Massa parece haber recuperado la confianza y retomó la campaña en el Conurbano, con caravanas incluidas.
Estos aprontes electorales tienen lugar mientras la paz cambiaria empieza a dar señales de agotamiento y el campo vuelve a la protesta, acuciado por la crisis de las economías regionales. Todo eso, por ahora solapado por el ruido que proviene de los tribunales.