JUNÍN DEL BICENTENARIO

La educación como motor del desarrollo ciudadano

Uno de los desafíos que tienen las naciones en el siglo XXI es transitar desde la sociedad de la información hacia la del conocimiento. El mundo global requiere que las ciudades se vuelvan relevantes a nivel local y, así, poder insertarse en el colectivo mundial.
Imaginar el Junín que queremos implica que cada uno de los hombres y las mujeres de nuestra ciudad cuenten con las herramientas necesarias para acceder al conocimiento. La forma de lograrlo es la misma que utilizaron nuestros antepasados para la creación de la nación argentina: la educación.
Ésta en la Argentina ha sido un factor primordial en la cohesión social de un país constituido a la vez por una vasta extensión territorial y por la confluencia de distintas culturas, idiomas y creencias de las poblaciones inmigrantes; constituyendo la educación pública una de las principales herramientas para la construcción de la identidad nacional.
La educación ha sido y es el motor del desarrollo social. Por este motivo debemos trabajar para lograr un sistema educativo inclusivo y de calidad que permita a las personas definir sus proyectos de vida. Es a partir de la educación que nos convertimos en ciudadanos con pleno ejercicio de nuestros derechos.
Las instituciones educativas deben constituirse en espacios que brinden herramientas para motivar la creatividad, la innovación, la capacidad de resolver problemas, trabajar en equipo, generar miradas multidisciplinarias e intervenir en contextos cambiantes, marcados por la incertidumbre. El desafío no es fácil, sin embargo, el trabajo articulado y la construcción de proyectos comunes han demostrado que es posible generar propuestas que involucren a los distintos actores del sistema educativo.
Es necesario un nuevo acuerdo social basado en el reconocimiento del trabajo y el esfuerzo. El sector educativo en su conjunto debe asumir la responsabilidad de generar los recursos humanos, capaces de transformar el crecimiento en desarrollo.
En este contexto, la universidad es un actor más que, junto al nivel inicial, primario y secundario, debe contribuir al desarrollo de la ciudad y la región que queremos.
La verdadera inserción de la ciencia y la tecnología en la comunidad depende de la estrecha vinculación entre tres actores principales: los centros de producción de conocimientos, el sector productivo, y el sector gubernamental. La ausencia de uno de estos vértices, impide la producción y el aprovechamiento del conocimiento localmente originado por la sociedad. Las iniciativas del sector científico-tecnológico con los gobiernos locales y con las empresas, son un aporte a la integración de estos sectores
Por lo tanto, la ciencia y el conocimiento no son un fin en sí mismo, deben estar al servicio del desarrollo de las ciudades y del país, mejorando la calidad de vida de la sociedad, resolviendo problemas y cuidando el medio ambiente.
El agregado de valor en origen, a partir de la creación y transferencia de la tecnología y de los nuevos saberes, favorecen el desarrollo y la competitividad de la industria local. Esto implicará nuevos desafíos que requerirán del trabajo y la planificación articulada entre el sector público y privado, y de la inclusión de la educación, la ciencia y la economía en sus agendas.
Sin duda, estos nuevos retos demandan la asociación entre las instituciones educativas, los gobiernos locales y las empresas, con el fin de consensuar estrategias que promuevan el desarrollo sustentado en la mejora y el resguardo de la calidad de vida de la población. Se trata de generar círculos virtuosos donde el crecimiento económico y las políticas sociales se refuerzan entre sí.
Un estado sólido, proactivo, y responsable, tiene que desarrollar políticas a largo plazo, basadas en normas y valores compartidos y en reglas e instituciones que promuevan la confianza y la cohesión. Se debe priorizar a los ciudadanos y promover las oportunidades. Por ello la inversión en educación, ciencia, tecnología y servicios sociales, es parte integral del proceso de crecimiento.
No debemos olvidar que las decisiones actuales de los juninenses tendrán una influencia duradera y decisiva sobre la sociedad durante décadas. El desarrollo humano sostenible consiste en comprender las relaciones entre las elecciones temporales de las diferentes generaciones y en asignar derechos, tanto a las generaciones actuales como las futuras. Ciertamente, es necesario hallar el equilibrio para construir un Junín con igualdad, desarrollo y oportunidades reales para nuestros jóvenes.