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La herencia económica que dejará el gobierno

No hay grandes novedades en el frente económico. Sin embargo, el escenario aparece cada vez más complejo.
Las señales que se originan en la campaña política suenan contradictorias a los negocios y, con el lanzamiento de las candidaturas, los temores de turbulencias se aceleran.
El mar de fondo que se vislumbra en el oficialismo entre el gobernador Scioli y las huestes K augura más inquietudes e interrogantes sobre qué impacto tendría en la marcha económica.

Cambio de expectativas
La continuidad sin fisuras que propone el ministro Kicillof se da de cabeza con las necesidades del sciolismo de ofrecer un cambio de las expectativas económicas.
Las urgencias de cada una de las partes son contradictorias. La administración de Cristina Kirchner se abroquela sobre el tiempo que le resta de gestión, negando cualquier cambio de rumbo.
El temor cierra las puertas a cualquier insinuación: podría desatar expectativas ingobernables y deteriorar la sensación de que la economía está bajo control. Del lado del gobernador Scioli, urge despegarse del inmovilismo que propone Kicillof y mostrar más flexibilidad. Aunque tampoco puede despegarse mucho. Las guerras en el oficialismo pueden ser letales en una campaña presidencial con una economía en retroceso y fuertes presiones sobre el valor futuro del dólar.
La ausencia del debate económico también comienza a revertirse. No lo están buscando los candidatos, atentos al humor social que rechaza cualquier mención a futuros desaguisados. Macri asegura que no hará falta un ajuste, para alejarse del mote de “ajustador” que le atribuyen los K.
Pero la realidad se impone a los mensajes edulcorados. La suba del dólar “blue” y la violenta emisión monetaria del último mes ha derivado en noticias negativas: el anuncio oficial de que la nueva Side perseguirá los “golpes de mercados” y a la aparición de cálculos sobre el dólar implícito por pesos emitidos, muy por encima de la cotización en el mercado negro.
La temática se desliza hacia los debates inconvenientes: de una devaluación con la llegada del nuevo gobierno y de ajustes en el gasto por el desborde monetario actual.
Las noticias que llegan de Grecia abonan las presunciones. El banquero Enrique Cristofani ofreció una pincelada del escenario actual de la Argentina al señalar que el consumo está en el límite, las exportaciones están mal y la inversión está frenada. La crisis que viven las economías regionales es quizás la imagen más clara de la política de retraso cambiario oficial. Aunque las penurias llegan a casi toda la producción agropecuaria, incluso de los sojeros. No hay demanda de alquileres de campo como en años pasados. Los costos de cosecha y el flete se llevan la tajada mayor de los ingresos.

Franca caída
Las exportaciones industriales están en franca caída. El conjunto alumbra una situación de escasez de dólares para toda la economía y de restricciones. En su paso por Buenos Aires, Volker Treier, vicepresidente de la DIHK, la asociación alemana de comercio e industria, dejó otra pincelada de la Argentina. “Somos optimistas en todo el mundo salvo en dos naciones: Rusia y la Argentina. En Rusia por la crisis de Ucrania y las sanciones que fueron aplicadas. En la Argentina no vemos un libre flujo de capitales y se aplican barreras al comercio y la inversión”.
En pocos días más el equipo de Kicillof debería resolver sobre el juicio que tiene en la Organización Mundial de Comercio por el cepo a las importaciones. ¿Acatarán el fallo o se sumará a la herencia que recibirá el próximo gobierno? Default, sanciones comerciales y dólar retrasado, un cóctel complicado que espera al sucesor de Cristina Kirchner.

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