Rodeada de especulaciones y envuelta en un clima que sigue ganando tensión, la disputa interna en el oficialismo por la sucesión de Daniel Scioli no escatima acusaciones ni declaraciones subidas de tono.
La pelea entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez arrancó con un tono de confrontación elevado. Y a poco menos de un mes de las Primarias, ya transita por terreno embarrado. Camina por los bordes de aquellas históricas disputas del peronismo bonaerense en los que los límites se tornaban por lo menos difusos.
Unos y otros se disparan con munición gruesa. Frases cargadas de ironía y acusaciones veladas forman parte de una pelea que mantiene en vilo al oficialismo. Magnificadas, en algunos casos, por la certeza que anida en el Frente para la Victoria en el sentido de que quien gane esa interna terminará, en octubre, siendo consagrado como gobernador.
Daniel Scioli aparece en el medio de ese tironeo en el que se cruzan misiles con nombres de droga y robos de boletas. Con planteos, incluso, sobre la supuesta inestabilidad emocional de algunos de los contrincantes.
En el núcleo más cercano al mandatario provincial hay diagnósticos disímiles. Ya no sobre el tenor de la campaña bonaerense, al que preferirían bajarle ya no uno, sino varios cambios. Lo que está bajo la lupa tiene que ver con que si afectará, o no, a la propia candidatura de Scioli si el triunfo en las Primarias queda en manos de Fernández o de Domínguez.
Las lecturas chocan. Van desde el extremo de un abanico en el que aparecen algunas luces de alerta si la victoria queda para el Jefe de Gabinete, hasta un análisis mucho menos dramático en el que se desvincula el resultado de esta pelea de la suerte de Scioli.
Consecuencias
“Gane Aníbal o gane Julián, es lo mismo. No tendrá consecuencia electoral. La gente vota presidente y también se fija abajo, en la parte del intendente. La parte de la boleta de gobernador está en el medio y nadie va a cortar ahí”, analizan quienes descartan un posible impacto de ese resultado sobre el proyecto presidencial del Gobernador.
No hay unanimidad, como se dijo, en el sciolismo. Hay quienes, encuestas en mano, hacen foco en la imagen negativa de Aníbal Fernández -algunos sondeos hablan de hasta un 70%- como elemento de “fuerte incidencia”.
Son los que temen que Aníbal pueda, acaso, funcionar como una especie de contrapeso y restar entre 4 y 5 puntos al candidato presidencial en la carrera por ganar en primera vuelta en octubre sin necesidad de recurrir al ballotage.
Ese diagnostico dual ahonda las sospechas. Cerca de Domínguez creen ver señales de apoyo del sciolismo a la candidatura del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
Anotan no sólo el hecho de que ayer Scioli encabezó en La Matanza una caravana junto al precandidato y su ladero, Fernando Espinoza. También registran alguna declaración del ministro de Justicia, Ricardo Casal, en las que se refirió al origen no peronista del compañero de fórmula de Aníbal, Martín Sabbatella.
“Nos quieren ayudar”, se entusiasman. Y lo relacionan a que “estamos creciendo y no tenemos techo. Aníbal, en cambio, no puede crecer más allá del 20%”.
Del lado de Fernández, minimizan esos supuestos gestos. “Domínguez vive colándose en los actos de Daniel, no hay apoyo del sciolismo”, explican.
La disputa se traslada, además, a los respaldos que va consiguiendo cada uno. Domínguez acaba de cerrar con Carlos Heller y Carlos Raimundi. La señal es lo que cuenta en este caso más allá de la estructura que pudieran aportar ambos dirigentes a la campaña bonaerense: uno y otro eran aliados hasta hace muy poco de Sabbatella.
Domínguez ya había salido a pesar en aguas ultra K, acaso para contrarrestar la impronta bien pejotista de su fórmula. Hace algunas semanas cerró trato con Luis D`Elia, con el socialista Jorge Rivas y con el Movimiento Octubres que lidera el diputado Gastón Harispe. Se habla de que estaría cerca de arrimar a su espacio a sectores del Movimiento Evita. Cuenta, además, con el apoyo de buena parte de los intendentes oficialistas.
Aníbal tampoco se quedó quieto. Viene sumando el respaldo de intelectuales y artistas identificados con el kirchnerismo. Al promocionado espaldarazo de Fito Páez, ahora anotó a las actrices Graciela Dufau y Cristina Banegas, los actores Lito Cruz y Ernesto Larrese, el productor Alejandro Vanelli y el referente de Carta Abierta, Ricardo Forster. Y también subió a su barco a Mona Moncalvillo y al panelista de 678, Edgardo Mocca.
Oportunidad
La virulenta disputa no sólo concita la atención del oficialismo. En el macrismo creen que podría abrir un resquicio para colar buenas noticias de cara a las Primarias. “María Eugenia puede terminar siendo la candidata más votada”, dicen en el PRO en relación a Vidal, la postulante única de Cambiemos.
La división del voto oficialista en ese tramo de la boleta podría generar esa foto en agosto. Una encuesta conocida en las últimas horas muestra ese posible escenario con Vidal en primer lugar con el 26,4%, seguida de Aníbal con el 20,7%, Domínguez con el 15,8% y Felipe Solá, con el 14,1%.
Pero esa instantánea tiene otra lectura: los dos candidatos del FpV lograrían, sumados, el 36,5% del total, nada menos que 10 puntos arriba de la representante de Cambiemos.
En el PRO la preocupación pasa por estos días en garantizar la fiscalización de la elección, un elemento clave para “contar” la voluntad popular. Los miles de voluntarios que juntó Mauricio Macri deberán pasar la dura prueba de lidiar con los experimentados fiscales peronistas que se mueven a sus anchas en los bastiones oficialistas del Conurbano.
Obligado a desdoblarse en atender la última semana de campaña en Capital Federal, Macri seguirá trajinando la Provincia en busca de potenciar sus chances presidenciales. Por lo pronto, ya agendó como refuerzo a su compañera de fórmula, Gabriela Michetti. De buena imagen en la Provincia, empezará a mostrarse en algunos distritos clave y, en especial, en aquellos donde el macrismo, cree, tiene chances de quedarse con las intendencias.
LA PROVINCIA/PANORAMA POLÍTICO SEMANAL
COMENTARIOS