OPINIÓN

La pobreza infantil, una problemática de hoy con efectos en el futuro

En el contexto social que vivimos donde la deficiente alimentación infantil, y la desatención a la problemáticas sociales conllevan al bajo rendimiento académico y consecuentemente el abandono prematuro del sistema educativo, se agrava aún más el tema puesto que los niños son personas en formación y el abandono de la escuela le afecta su autoestima y su formación como persona adulta, el tema de todos estos factores conforman el circulo de la pobreza educativa en la infancia.
No se trata de que el sistema educativo sea igualitario sino que sea justo, inclusivo y de calidad para todos los que se benefician de él. Cuando la brecha de la pobreza aumenta también lo hace la brecha educativa y los niños procedentes de familias con un nivel socioeconómico más bajo tienen más probabilidades de asistir con menor regularidad a la escuela o hacerlo en condiciones precarias, es decir mal alimentados y sin los útiles escolares indispensables para estudiar. La deserción escolar crea una situación irreversible para el niño que lo pondrá en desventaja respecto de los demás miembros de la sociedad condenándolo a un empleo mal remunerado y en pésimas condiciones por la falta de formación en su oportuno momento. La evidencia científica reconoce de manera unánime que la educación tiene un valor incalculable como mecánica preventiva en los procesos de pobreza y exclusión social. Es justamente en la infancia cuando tiene sentido invertir de forma prioritaria en la educación y en la  formación para combatir la pobreza infantil.
Las circunstancias de las familias, su disponibilidad de tiempo, su grado de implicancia y los recursos con los que cuentan (sean personales, académicos o económicos) influyen de manera directa en que los niños logren un adecuado aprovechamiento de la experiencia escolar. Entre estos factores, son las condiciones socioeconómicas de las familias y el nivel formativo de los padres los que componen el mayor riesgo para la transmisión intergeneracional de la pobreza. Hay familias que no tienen suficientes recursos, y no tienen espacio para hacer los deberes o los hermanos mayores deben cuidar a los menores porque sus padres deben salir a trabajar ambos por un tiempo mayor de lo normal. En consecuencia tanto las políticas públicas como las actuaciones de las propias escuelas deben tener presentes los contextos familiares más desfavorecidos, con el fin de romper el círculo vicioso que encadena las familias con escasos niveles de formación y/o recursos materiales con comportamiento de escaso acompañamiento y participación en la educación escolar de los niños.
Buenos Aires, la ciudad más rica de la Argentina reconoce tener el 12, 1% de sus habitantes en la pobreza. Según el Ministerio de Salud de la Nación en 2013 murieron 891 personas en nuestro país a causa de la desnutrición, o sea que el gobierno nacional reconoce que mueren de hambre más de 2 personas por día. El Observatorio de la Deuda Social de la UCA informó que en 2015 la inseguridad alimentaria alcanza en el país a un 20,2% de niños y adolescentes. Y según los datos del Centro de Políticas Económicas de Alimentación la inseguridad alimentaria crónica es del 8 %. Sin embargo la mayoría de los gobernantes (nacionales, provinciales y municipales) no hablan de esto, incluso el INDEC dejó de medir la pobreza a finales del 2013 y desde entonces se ocultan las cifras oficiales, como si acaso ocultando esta realidad la pobreza desapareciera mágicamente.
Nuestro distrito de Lincoln no escapa a la realidad descripta anteriormente, existen gran cantidad de viviendas precarias e indignas para que  pueda desarrollarse una vida familiar adecuada, a esto se suma la falta de servicios básicos que hacen a una apropiada sanidad. Mientras tanto el municipio ha hecho muy poco en los últimos años para revertir esta situación y mejorar la calidad de vida de las personas. En el caso de que el niño transite una dificultad en el aprendizaje por lo cual le es indispensable la ayuda de un psicólogo o psicopedago, si no cuenta con una obra social adecuada que cubra esta problemática se ve privado de esa posibilidad. Mientras tanto, reitero, el actual gobierno hace agua por todos lados sin asumir con seriedad los problemas sociales de Lincoln. La pobreza educacional y la pobreza infantil no se combate con asistencialismo ni improvisando parches para salir del paso en casos particulares, sino con políticas sociales efectivas y que perduren en el tiempo y cubran las necesidades de los sectores afectados. Las verdaderas políticas de protección social; VIVIENDA, SALUD y EDUCACIÓN son las que ponen a los niños en el centro de las soluciones y de las medidas, son el modo de romper con el círculo de la pobreza educativa. La inversión en políticas de equidad educativa es la inversión social más rentable, influyen en el presente y futuro de los niños y también en la sociedad en la que viven.
Es vergonzoso, que en la actualidad, se le tenga que suplicar al gobierno  de la provincia para que regularice los pagos a proveedores del Servicio de Alimentos para Escuelas o para refacciones edilicias, mientras que la Municipalidad recibe un millón ochocientos mil pesos mensuales ($ 1.800.000.-) de Fondo Educativo destinado a mejorar la calidad educativa del distrito y no contemple esta situación a los fines de invertir en la alimentación infantil o en las condiciones de los lugares de estudio. Mientras que los millones recibidos brillan y relucen por su ausencia, la pobreza educativa en el distrito opaca y enturbia por su presencia.
Por lo cual, un municipio comprometido debe hacerse cargo de la pobreza educativa; invirtiendo fuertemente en la educación, en herramientas tecnológicas, así como en la infraestructura de las escuelas y comedores del distrito a través de políticas sociales inclusivas, políticas de equidad que son aquellas que en su diseño contemplan las necesidades de pensar: las cada vez más amplias brechas sociales, al tiempo que dan respuesta a los problemas que hacen que determinados sectores de la población no puedan acceder a los servicios por su situación social.  Un municipio comprometido aborda de inmediato las cuestiones vinculadas a la pobreza infantil, pero para ello debe conocer la realidad. Cuando en un municipio su área de acción social, se convierte en inacción social; que no previene, ni promueve, ni desarrolla nada, y se complace con ser un mero espectador de la realidad, la pobreza infantil seguirá siendo una eficaz fábrica de impedir sueños a los niños y niñas más vulnerables. <


(*) Abogada.
Militancia Radical Lincoln.