El primer paro nacional de la era kirchnerista se sintió con fuerza en gran parte del país, fortalecido por piquetes en rutas y accesos, y fue considerado un "éxito" por las organizaciones sindicales convocantes, que amenazaron con nuevas medidas de fuerza.
Desde la madrugada se inició el cese de actividades en diversas ramas sindicales enroladas en la CGT y CTA opositoras, aunque la convocatoria se sintió fuerte en el transporte público y generó desde temprano serios problemas para la concurrencia al trabajo en tanto en la zona metropolitana como en el interior.
Por la tarde, el líder de la CGT Azopardo, Hugo Moyano, sostuvo que el nivel de acatamiento al paro nacional fue "mucho mayor" a lo que preveían y pidió a la presidenta Cristina Kirchner que "escuche el silencio de las calles". Lo hizo rodeado de los dirigentes de las organizaciones que convocaron a la huelga, que ya anticiparon que habrá nuevas medidas de fuerza, aunque no en el corto plazo.
En la zona metropolitana no hubo bancos, actividad judicial y en puertos, distribución, recolección de residuos, carga de combustible ni vuelos de cabotaje, mientras que sólo funcionó la línea Belgrano Norte con un servicio reducido y los subtes circularon con demoras, a excepción de la línea B, que directamente no se puso en marcha en la jornada.
A ello se sumaron cortes de tránsito en lugares claves para el acceso a la Capital Federal: en la en la colectora de la Autopista Panamericana en el kilómetro 35, a la altura del Puente Henry Ford, en la Ruta 3 a la altura del kilómetro 21, en el Puente Pueyrredón, en el cruce de Corrientes y Callao y sobre la 9 de Julio en torno al Obelisco, entre otros, que arrancaron en las primeras horas de la mañana y se levantaron después del mediodía.
La primera huelga general desde que el kirchnerismo llegó al poder en 2003 se produjo a partir de un acuerdo que Moyano cerró no sólo con el bastión disidente de la CTA de Micheli, sino también con la CGT Azul y Blanca, que encabeza Luis Barrionuevo, uno de los grandes adversarios que tuvo el jefe camionero durante los últimos cuatro años, mientras que también adhirieron la Federación Agraria y las agrupaciones Corriente Clasista Combativa y Barrios de Pie, entre otras.
Así, las centrales opositoras unieron sus voces de protesta para exigir la universalización de las asignaciones familiares y el pago de la deuda que mantiene el Estado con las obras sociales sindicales; la eliminación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y una suma fija de 4.000 pesos como "compensación del impuesto al trabajo". En un acto en el Puente Pueyrredón, que conecta la Capital Federal con el conurbano sur, el titular de la CTA opositora, Pablo Micheli, definió como "un éxito" el paro nacional, al tiempo que cuestionó a "un gobierno que cierra los ojos, se tapa los oídos y no quiere escuchar a los que piensan distinto".
El líder camionero, Hugo Moyano, renovó en tanto sus críticas contra la presidenta Cristina Kirchner, al acusarla de "ningunear" los reclamos de los gremios y señaló: "Tiene que darse cuenta que no hacen las cosas bien". "Con Néstor Kirchner había respuestas. Ahora, no solamente no hay respuestas del Gobierno, hay ninguneo y amenazas", enfatizó Moyano, que siguió la jornada de paro desde la histórica sede de Azopardo acompañado por sus principales compañeros de la dirigencia gremial.
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