OPINIÓN

Jubilados, entre ingresos dignos y la sostenibilidad del sistema

En octubre de 1992, el entonces presidente Carlos Menem vetó un artículo que establecía que los fondos por la privatización de YPF debían ser asignados exclusivamente para aumentar los haberes previsionales, generando malestar entre los jubilados e impulsando una marcha hacia Tribunales. Saliendo de ahí, ese mismo día, se encontraba Maradona que, luego de ser encontrado con 115 gramos de cocaína -a pocas horas de que saliera a la luz el Yomagate-, había quedado libre bajo la orden de la jueza a cargo de la causa de rehabilitarse. El cruce entre la movilización y el astro, mediado por el robo de una gorra y el enojo del Diego, derivó en una frase icónica hasta hoy: “Hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”. 

Treinta y tres años después el futbol y los jubilados se vuelven a encontrar, esta vez cruzados por el reclamo de recomposición de los haberes previsionales. La situación dista de ser la misma, sin embargo. En el transcurso de los años se sucedieron distintas modificaciones en las fórmulas previsionales, moratorias, etc., lo que hace valioso examinar algunos datos. 

Desde 2015 comenzó un descenso en términos reales -cambios de fórmula y aumentos por decreto mediante-, que recién se revirtió brevemente con la incorporación de los bonos complementarios en junio de 2023. 

El nuevo gobierno trajo consigo varios cambios y luego del fuerte salto inflacionario en enero, que licuó sensiblemente los ingresos en general y las jubilaciones en particular (-14,7% entre noviembre y enero), se implementó a partir de marzo un esquema de aumentos mensuales indexado a la inflación con un rezago de dos meses. 

Así, a marzo de este año, la jubilación mínima se ubica un 8,9% por encima, en términos reales, de lo registrado en noviembre de 2023. Sin embargo, si se considera la inclusión del bono que en su máximo llegó a representar el 34% del monto total del haber -ahora 20,1%- y se mantiene congelado en $70.000 desde el marzo pasado, las jubilaciones se encuentran un 4,3% por debajo de dicha fecha. Vale aclarar, esto no incluye el bono extraordinario adicional de $15.000 en septiembre, octubre y noviembre a jubilados y pensionados del PAMI. 

En 2001 , las jubilaciones mínimas iniciaron un proceso de recuperación que alcanzó su punto cúlmine en septiembre de 2015. 

La medición en términos reales es, sin embargo, algo tramposa. Considerar la canasta del IPC como representativa del consumo de los jubilados implica no reconocer las diferencias en los patrones de gasto de los mismos respecto al promedio de la población. 

El ejercicio simple de reponderar las variaciones del IPC a nivel categoría, a partir de limitar la canasta de consumo a una construida con los datos de la Encuesta de Gasto de los Hogares publicada en 2018 para hogares donde el jefe de hogar cobra una pensión o jubilación y se declara como inactivo, evidencia una caída aun mayor de los ingresos de los jubilados, que entre noviembre de 2023 y marzo de este año, ascendería a -7,5%. 

Esto sin considerar los cambios de precios relativos que pueden haberse dado hacia adentro de las categorías desde el momento en que se realizó la encuesta y las variaciones en la cobertura de medicamentos por parte del PAMI. Este ejercicio sin embargo es sólo una aproximación y tiene limitaciones metodológicas. 

 

Costo fiscal vs. Reclamos 

La validez del reclamo no es, sin embargo, incompatible con las denuncias de agotamiento del sistema, ni con las críticas por el alto costo fiscal del mismo. A diciembre pasado, el 53% de los beneficiarios cobraba una pensión o jubilación igual o debajo de la mínima y tan sólo el 31,5% de los jubilados actuales había accedido al beneficio sin ningún tipo de moratoria. Como contracara, las pensiones y jubilaciones contributivas representaron en febrero un 41,7% del gasto primario. 

Si se considera además que esto se enmarca en el contexto de un mercado laboral dónde, en la última década, el crecimiento dependió en gran medida del monotributo y el empleo autónomo, con un tercio de los asalariados en la informalidad y una población progresivamente más envejecida, queda en evidencia la fragilidad del esquema tal como está planteado en la actualidad. 

A lo largo de los años, las jubilaciones han pasado por reformas, ajustes y crisis, pero la discusión de fondo sigue sin resolverse: cómo garantizar ingresos dignos para los jubilados sin comprometer la sostenibilidad del sistema. Con un mercado laboral que atraviesa fuertes cambios y un sistema previsional tensionado por la informalidad y el envejecimiento de la población, ideado para un mundo que ya no es, repensar el sistema desde sus bases y en consenso, se vuelve cada vez más necesario.

COMENTARIOS
Liberación o dependencia