En vísperas de un año electoral, ya no caben dudas de que Javier Milei y Cristina Kirchner se han elegido como mutuos enemigos. Lo que se llama polarización, una grieta recargada aunque cambien los protagonistas.
Con la reciente escalada contra el presidente, con críticas y agravios, la flamante jefe del PJ busca elevarse como la única contracara del modelo que llevan adelante los libertarios. Aunque no es la única. También quiere ese rol Axel Kicillof que, si bien Milei lo tiene entre sus peores enemigos, prefiere confrontar contra Cristina, de quien creería que “su pasado la condena”.
La elección de tener adversaria a Cristina es una estrategia similar a la que en su momento implementó Mauricio Macri en 2017 y que el tiempo le fue desmostrando como un error político cuando la mayoría de sus votantes pedían por el fin del kirchnerismo.
De todos modos, los analistas ven una diferencia clave con esa polarización: que ahora en 2025 la expresidenta, judicial y políticamente, estará mucho más debilitada.
Todo apunta igual a que Cristina será candidata a una banca de Diputados. La falta de confirmación por la Corte Suprema del nuevo revés judicial -ya uno de los jueces, Maqueda, a pesar de que deja el máximo tribunal para jubilarse en dicimbre, ya dijo que el fallo condenatorio no tendrá un tratamiento especial- y los vaivenes en el Congreso en torno de la Ficha Limpia, lo harían posible.
Pero la expresidenta tiene una cuesta arriba dentro del propio PJ. La Rosada confía en que este enfrentamiento le permita consolidar el apoyo en sectores claves del electorado, particularmente del peronismo más tradicional.
COMENTARIOS