PJ en crisis: representatividad en caída, miedo a repetir lo que salió mal y tironeos internos
A casi 10 meses del triunfo de Javier Milei, el peronismo -que sufrió su peor derrota tal vez desde el regreso de la democracia- aparece sumergido en una crisis de varias aristas: de representatividad, reputacional, de prestigio.
Es algo de arrastre, no limitado solo al novedoso fenómeno libertario. En las legislativas de 2021, por ejemplo, perdió por primera vez el control total del Senado nacional desde 1983. Actualmente, también como realidad única desde el regreso de la democracia, cuenta con menos de 100 diputados en la Cámara baja (son 99 de Unión por la Patria, para ser exactos).
Esta caída histórica en la representación dispara inevitables discusiones internas en el PJ mientras trata de definir cómo pararse frente a la figura de un presidente disruptivo, contradictorio, de derecha en términos del pensamiento progresista latinoamericano, que viene de otro lugar, de otro “palo”.
Todavía tenue, se insinúa en el justicialismo un debate sobre cómo regenerar los liderazgos para lograr una revinculación del partido con la gente, sobre todo con ese universo que era voto cautivo hasta que el año pasado optó por Milei. Ese debate apunta, básicamente, a conseguir la receta para lograr una nueva mayoría ganadora en las urnas, sea en el próximo turno electoral de medio término o en la presidencial de 2027.
Habrá que reconocerle a Axel Kicillof cierta mirada de avanzada cuando habló de la necesidad de crear “nuevas canciones”, tal vez la primera insinuación de la urgencia de liderazgos novedosos. Pero, digámoslo claramente, eso supone por definición la crítica al líder actual. Que es Cristina Kirchner, su mentora. Y a lo hecho.
En efecto, la expresidenta conserva una interesante porción de seguidores en el mundo PJ, aún cuando parece un fenómeno acotado sobre todo al Gran Buenos Aires. Se trata de la zona más densamente poblada del país y donde -no hay que ser un genio para saberlo- repercute en forma muy negativa el ajuste de la economía que lleva adelante el Gobierno.
Kicillof ha dejado trascender, sin embargo, que no piensa romper con Cristina. En cierta forma compiten por ser la contracara de Milei, el némesis del presidente. El gobernador tiene casi como única estrategia para nacionalizar su figura, para erigirse como un primus inter pares, la crítica constante a la Casa Rosada en cualquier tipo de aspecto y ubicar al libertario como un boicoteador serial de la provincia de Buenos Aires. Le gustaría que la exmandataria se plegara a esta defensa de los intereses bonaerenses, explican fuentes de su entorno.
Cristina teje por su cuenta
Pero no. Cristina teje por su cuenta, marcando distancia de Axel y prácticamente ignorando al peronismo del interior. Se ve con jóvenes de las universidades y del gremialismo, publica documentos críticos de la economía (Kicillof ya no es más su principal asesor en la materia), hace actos en la Provincia. Actos propios, para lucirse desde la centralidad, o dirigidos por ella aun cuando no esté presente.
Como el del Club Atenas en La Plata, donde su hijo Máximo Kirchner actuó de ariete contra el gobernador. Está claro que el diputado y titular del PJ Bonaerense es, cual Jorge Daniel Paladino al General, el principal delegado de la exvice.
Ese evento platense parece haber sido el pico de la escalada de nervios antes mencionada. Máximo, de hecho, buscó lo que sus colaboradores definen como un “cambio de marca”: ese día convocó “Kirchner”, no el líder de La Cámpora, en una suerte de toma del legado de su padre fallecido.
Fue un acto del presidente del partido peronista, no de la agrupación juvenil. Pretende el hijo de Cristina recibirse de dirigente nacional, un regreso a la épica fundacional del espacio con otro protagonista que porta la misma sangre. Por eso “Armar de nuevo” fue el lema. El gobernador no fue invitado.
Interrogantes
Kicillof, con la paciencia de un monje shaolin, decidió no contratacar. ¿Pero es paciencia u otra cosa? ¿Se estará incursionando en el terreno de la estrategia? Preguntas que se hacen en el peronismo, en especial en el provincial, pero que son menos trascendentes que otra de más densidad política y de respuesta definitoria. Si, en efecto, el movimiento busca una reformulación de liderazgos, ¿no habrá llegado el momento de que alguien enfrente a Cristina desde el mismo peronismo en las urnas? El politólogo Lucas Romero, titular de la consultora Synopsis, cree que Axel enfrenta cierta inevitabilidad en ese tema si quiere ser candidato presidencial dentro de tres años.
“Hay que resaltar que el kirchnerismo como tal no ha podido liderar una oferta electoral ganadora desde 2011, con la propia Cristina. Las últimas tres elecciones presidenciales tuvo que depositar su representación en dirigentes diferenciados de ellos, no puros”.
Romero se refiere a Daniel Scioli en 2015, a Alberto Fernández en 2019 y a Sergio Massa en 2023. Agrega: “Lo hizo para disimular su presencia con el objetivo, paradójicamente, de maximizar las posibilidades de triunfo. Casi como escondiéndose.
Eso es por el techo que tiene el espacio debido al nivel de desprestigio en muchos sectores de la sociedad. No puede, digamos, construir una mayoría ganadora por sus propios medios y debe apelar a alguien que tenga cierta capacidad de ir a pescar apoyos fuera del kirchnerismo”.
Tal vez Kicillof, hasta hoy plenamente identificado con los K -sobre todo por su pasado-, lo vea. El concepto de diferenciación seguro lo piensan sus adláteres, algunos intendentes y ciertos funcionarios, que lo instan al desafío de enfrentar, sobre todo, al diputado Kirchner. Se reitera: no parece posible ahora. Asoma lejana la idea, por ejemplo, de que haya una lista kicillofista pura cuando en noviembre próximo se renueven autoridades partidarias en el PJ provincial en elecciones internas. Máximo, pues, será reelegido sin rivales.
La vía que explora Axel para la diferenciación sería transmitir la idea de amplitud: fotos con gobernadores de otros partidos políticos, diálogo, y hasta un café con Horacio Rodríguez Larreta. Este último cree que hay chances de una nueva avenida del medio para evitar la polarización a la que juegan Milei y Cristina. Un optimista.
Choques que cerraron eras
“Jubilar a Cristina y renovar liderazgos en serio solo parece posible por la vía electoral, sea en internas, PASO o por afuera en la general”, reflexiona Romero ante este cronista. Rememora, por cierto, los choques que cerraron eras internas y abrieron otras nuevas. Como los duelos Antonio Cafiero-Herminio Iglesias, Carlos Menem vs. Cafiero, Eduardo Duhalde contra Menem e incluso Néstor Kirchner enfrentando a Duhalde allá por 2005.
Cristina parece pregonar lo contrario: una renovación desde lo mismo que ya existe. Es decir, ella misma. Y su hijo. Controlar la sucesión, sería el plan que más la convence. Aun desde una cierta debilidad porque muchas voces peronistas, no sus fanáticos casi religiosos, la responsabilizan por el fracaso de gobierno de Alberto F., que se suponía la vuelta a los orígenes del proyecto y terminó siendo una caricatura del mismo.
La repetición de la historia
Como sea, con sus dotes de oradora y su enorme perseverancia, la expresidenta en los hechos no encuentra un rival interno serio. Intendentes del Conurbano, dirigentes del PJ, incluso funcionarios de Axel ven venir lo obvio si no aparece algún elemento disruptivo interno en los próximos seis o siete meses: la repetición de la historia de todas las últimas elecciones. Esto es: la propiedad de la lapicera para hacer las listas en manos de Cristina y su hijo para saciar una voracidad de cargos legislativos que ya es un sello.
Acrecentada, además, por la idea de fortalecerse como oposición principal a Milei y revertir aquel panorama de pérdida de presencia en las Cámaras nacionales.
Esto interpela directamente a Kicillof que, si pretende ser candidato nacional a la Rosada, necesita enviar signos de fortaleza política hacia adentro del PJ para ganarse el respeto de un partido que aún ve con cierta desconfianza su portación de ADN.
El gobernador esta vez no puede no tener representantes directos en las listas del peronismo bonaerense, se reflexiona intramuros. Pero no uno perdido en la boleta sábana. Que se note su impronta en la oferta. Esa es la pelea de fondo con Máximo, La Cámpora y, por extensión, con Cristina. Y es eso lo que también está mirando el resto del peronismo nacional.