No solo en Diputados el Gobierno deberá hacer frente a una oposición díscola que amenaza con retrotraer el veto presidencial a la ley jubilatoria (ver página 4). Sino también en el Senado, donde el oficialismo se prepara para las (casi) seguras derrotas con el proyecto que incrementa el presupuesto a las universidades y el DNU que le otorga fondos millonarios a la SIDE. Pero además, podría sumar un tercer traspié si los opositores rechazan la iniciativa que, con impulso del Ejecutivo, propone la Boleta Única de Papel (BUP) como nuevo instrumento de votación
La cita en el recinto de la Cámara Alta está pautada para las 14 del próximo jueves, según se pactó en la reunión de Labor Parlamentaria realizada el último miércoles en el despacho de la vicepresidenta y titular del Senado, Victoria Villarruel. Hasta ese encuentro, la incertidumbre sobre la sesión era total a razón de que las tres temáticas (universidades, SIDE y BUP) socavaban intereses contrapuestos entre los diversos bloques.
Por un lado, el kirchnerismo pujó en soledad el martes y el miércoles para que se sesionara por el financiamiento universitario y el decreto de la SIDE. Mientras, el proyecto por la Boleta Única era empujado por el Gobierno y Villarruel, que pretende con esto alzarse con la única victoria que podría anotarse el Ejecutivo.
Ese triunfo sería, de todas maneras, pírrico para el oficialismo. En primer lugar, porque la boleta de papel no es en sí una propuesta del Gobierno. En segundo término, porque en Balcarce 50 aspiraban a una reforma electoral integral que involucrara, por ejemplo, la eliminación de las PASO, ambición que fue cortada de cuajo por los dialoguistas. Además, por las modificaciones el texto debería regresar a Diputados y recién entonces podría anotarse el Ejecutivo, en tándem con Villarruel, el poroto de la victoria.
Por último, hay que tener en cuenta que la BUP perderá estado parlamentario en febrero de 2025 y si la votación resultara negativa no podrá tratarse hasta el año próximo, algo que sería inhabitual porque, por acuerdo implícito, los partidos nunca cambian las reglas del juego durante un año electoral como el que viene.
En parte por estas mismas razones fue que la semana pasada los presidentes de los bloques senatoriales, con excepción del kirchnerismo, decidieron patear el debate en el recinto. Con esto, los sectores aliados al Gobierno buscaron ganar tiempo para reunir los votos necesarios para la boleta de papel y, de paso, evitarle a la Casa Rosada cargar con el peso de una posible triple derrota.
Mientras, en el oficialismo se aferraban a un poroteo “inexistente”. Según trascendió, el que alertó sobre los riesgos que corría la estrategia libertaria fue el secretario Parlamentario Agustín Giustinian. Entonces, la propia Villarruel habría reportado el panorama y activado, por segunda semana consecutiva, un plan de contención para evitar ir al recinto el jueves pasado.
Lo que se buscó fue “proteger al Gobierno de una derrota y mantener los lazos sanos con los bloques dialoguistas”, reconocieron cerca de la titular del Senado. La última parte de esa afirmación se vio reflejada en el plan de sesión que quedó oficializado -como rara vez sucede- una semana antes.
También pusieron el foco en la fragmentación del mosaico político actual y que se replica en el Senado. A su vez, dejaron en claro que la negociación, de ahora en más, ya no depende del despacho de Villarruel.
En las últimas semanas, enviados de la Jefatura de Gabinete, de Guillermo Francos, recorrieron los pasillos del Palacio Legislativo en busca de los consensos necesarios para afinar las modificaciones al proyecto que contó con un dictamen mayoritario firmado por la Unión Cívica Radical (UCR), el PRO, La Libertad Avanza (LLA) y algunos federales. Es decir, los aspectos técnicos ya fueron resueltos y falta que la Rosada abroche los votos restantes.
Quienes habrían puesto nuevas trabas a la BUP serían los radicales correntinos: Eduardo Vischi, titular del bloque UCR, y Mercedes Valenzuela. Se trata de dos espadas del gobernador Gustavo Valdés. La nueva modalidad a la que se aspira rompería su entramado electoral actual de listas colectoras. Valdés tiene para 2025 las elecciones Ejecutivas y le apareció el año pasado un serio competidor interno: el ex gobernador Ricardo Colombi. Si bien viene de darle un paliza electoral en las elecciones del Comité de esa provincia, el caso del pequeño Loan puso en jaque a Valdés en las últimas semanas.
No obstante, no solo las dudas en el conteo final sobre Boleta Única de Papel marchaban por el Litoral argentino, sino también por la Patagonia. En ese sentido, hasta ayer no había certezas sobre lo que podrían hacer los santacruceños José María Carambia y Natalia Gadano, quienes se ganaron la desconfianza de toda la Cámara Alta por sus acciones durante la estadía de la Ley Bases.
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