¿Fue el relanzamiento del PRO o fue el relanzamiento político de Mauricio Macri? El acto de ayer en La Boca en cierta forma fusionó esos dos conceptos. Porque, básicamente, se trató de una puesta en escena para mostrar que el partido amarillo está vivo después del golpe electoral del año pasado y que ahora sólo reconoce un perfil identitario exclusivamente “mauricista”. Como era, digamos, antes de su etapa de expansión nacional y de su necesidad electoral, allá por 2015, de aliarse con otras fuerzas en esa experiencia que se conoció como Juntos por el Cambio.
El PRO ya no es un partido vecinal porteño, porque tiene gobernadores propios y legisladores de varias provincias, pero el mensaje de ayer fue el de la necesidad de volver al purismo amarillo para “resetearse” de cara a las elecciones legislativas de 2025.
Así, no quedan dudas -o al menos eso se buscó transmitir- de que las decisiones clave en materia electoral, la eventual necesidad de alianzas con La Libertad Avanza u otros actores políticos, pasarán sí o sí por la lapicera de Macri, más allá de los formalismos intra-partidarios. Como la necesidad de la aprobación formal de la Asamblea Nacional del partido, dominada íntegramente por la gente de Mauricio desde que el bullrichismo -un coto de resistencia anti-Macri- fue desplazado de los lugares importantes.
La crisis de identidad del PRO luego de la derrota del año pasado se evidenció en la ruptura de hecho que se produjo cuando Patricia Bullrich, ya designada ministra de Javier Milei y luego de ser la última candidata presidencial del espacio, empezó a pugnar para que el partido que entonces ella presidía iniciara un proceso de fusión con La Libertad Avanza (LLA). Que aún hoy es un experimento en construcción que busca una presencia nacional que no tuvo a la hora de llegar al poder. Casi un milagro, algo inédito en Argentina.
Bullrich no hizo más que exponer el dilema político que enfrenta Macri desde entonces, un diagnóstico en el que coinciden la mayoría de los estudiosos de la opinión pública: en estos ochos meses iniciales de gobierno mileista, y aún antes, LLA ha ido “aspirando” a muchos adherentes del PRO, esos votantes que buscan castigar la idea del populismo dispendioso que representó el peronismo en su vertiente kirchnerista.
Si antes, cuando desalojó al PJ del poder, el cambio respecto a eso era Macri, hoy ese concepto lo capitaliza Milei, Esa es una de las realidades que puso en crisis al PRO y es lo que el expresidente pretende revertir. Volver a la condición disruptiva, como aludió en su discurso de ayer. En el mundillo político hay dudas sobre si tendrá éxito.
La fusión de ambas fuerzas hoy no es una opción para Macri, quien reveló que el Presidente se lo ofreció. “Por la relación de afecto que tengo con él, le expresé que en el siglo XXI nadie se casa sin antes conocerse y convivir. Vamos de menor a mayor”, explicó ayer y ratificó su condición de aliado de Milei para “ayudar a que el cambio se haga realidad”. Nunca se dirá con esta crudeza, pero, más allá del fantasma de la desaparición formal, para los macristas fusionarse con Milei es igual a convertirse en empleados suyos.
MENSAJE INTERNO
Desde un escenario siempre cuidado -un sello propio- Macri ayer le habló a los propios que vacilan entre el violeta y el amarillo. Pero también le habló al gobierno, esa “aspiradora” de voluntades macristas que lo condiciona. Dejó en claro su apoyo al rumbo general que fijó el Presidente, lo respaldó sin fisuras en ese sentido. “Milei tiene muy en claro lo que hay que hacer, tiene convicción y coraje”, elogió. Pero hizo pública una crítica que hasta ahora se le escuchaba en la intimidad: “Tiene pendiente construir un equipo”, dijo.
Esa es una de las cosas de las que se jacta Macri, desde su época de presidente de Boca Juniors: que sabe armar grupos de trabajo. Le achaca a Milei una “debilidad en la capacidad de implementar sus ideas”, como dijo ayer, justamente porque adolece de esa capacidad.
El exjefe de Estado no comparte que todavía buena parte del gobierno tenga funcionarios de segunda y tercera línea que vienen de la gestión anterior, en especial vinculados a Sergio Massa y a La Cámpora. Cree que allí anidan pequeños boicots permanentes, pero muy dañinos, contra los libertarios. Milei no tiene gente y no le pide colaboración a Macri, que sí tiene una legión de cuadros con experiencia. ¿Sospechará de una suerte de acuerdo con el massismo? Es posible.
El acto de ayer en La Boca llegó precedido de dos datos políticos fuertes.
El primero, que Milei y Macri se juntaron a cenar en Olivos en el inicio de la semana. Es factible pensar que el expresidente puso al tanto al actual de lo que diría ayer e incluso de todas sus diferencias respecto a la gestión, en especial cierta lentitud que percibe. También, que pasó alguna factura contra el entorno más intimo del libertario porque considera que busca esmerilarlo a él y a su espacio y dañar la relación personal entre ellos. Hablamos básicamente de Santiago Caputo, el cada vez más influyente asesor en las sombras del Jefe de Estado.
Y eso nos lleva al segundo dato político: el habitualmente silente Caputo hizo unas selectivas declaraciones a la prensa el miércoles a la noche en las que elogió a Macri. Fue totalmente sorpresivo, incluso para los mileístas. Habló del “apoyo incondicional” de Mauricio a Milei y subrayó que el líder del PRO sentó las bases para que la Argentina finalmente pudiera cambiar”. ¿Buscaba frenar las críticas de Macri al “entorno” presidencial que se dieron en el acto de ayer? ¿En realidad quiso pegarlo al gobierno más de lo que está? Preguntas que se hacía anoche la dirigencia macrista/libertaria.
De todos modos, Macri ayer tiró el estiletazo: “Lo que pudimos ayudar (al Presidente) fue a pesar de su entorno”. Fuera de micrófono, fuentes macristas detallarían luego que hablaba esencialmente de Caputo. Pero también, aunque con menor nivel de encono, de Karina Milei y de Eduardo “Lule” Menem, el tándem que le arma la política al Jefe de Estado, quien como siempre está más preocupado por la agenda internacional que por los temas de la política doméstica.
La falta de equipos
Hablando con la autoridad que se adjudica por su experiencia en la presidencia de la República, Macri elogió repetidas veces a Milei aunque subrayando su espíritu de colaboración con el gobierno deslizó la observación de que le faltan equipos. Inmediatamente reconoció que se ha convocado a importante personalidades pero que con eso no alcanza. Insistió que son imprescindibles equipos que actúen con coherencia y coordinadamente. Ese concepto enunciado por casi todos los factores de poder de la Argentina.
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