El gobierno de Javier Milei acaba de protagonizar una ristra de desprolijidades institucionales y comunicativas que exponen la lógica de gobernanza de los libertarios, una forma que al Presidente le ha venido dando resultados en términos de opinión pública, pero que abre interrogantes respecto a la duración posible de esos métodos intempestivos, fulminantes, para decidir salidas de funcionarios o posicionamientos políticos.
En una movida que se vendió como pluralista, hace no tanto Milei armó una mesa de consejeros económicos. Voces no libertarias para aportarle al Presidente puntos de vistas si se quiere desapasionados, objetivos, sobre la materia. No dudó en volar a dos de ellos cuando hicieron públicas observaciones, no críticas despiadadas, respecto a ciertas decisiones tomadas por la cúpula de Hacienda. Les endilgó el mote de “traidores”, su forma de no aceptación del disenso.
Así fue el posteo que subió el Presidente a la red social X: “Origen de la traición. Uno traicionó porque quería afanarse información confidencial para hacer más rentable la consultoría. El otro lo hizo después de fracasar en imponer su agenda prebendaria. Hay muchos analistas que son muy ingenuos y/o intelectualmente muy deshonestos”.
Los aludidos fueron el economista Fausto Spotorno, de la reconocida consultora Orlando Ferreres y Asociados (dejó el cargo el 7 de julio), y el empresario textil Teddy Karagozian, echado el martes pasado luego de opinar que el tipo de cambio estaba atrasado. Milei emparenta disenso de los propios con traición, lo que parece reducir la lógica política del oficialismo a un seguidismo del líder - incluyendo sus desmesuras- muy propio de los populismos. Lo que supuestamente el libertario venía a sepultar.
El episodio de la expulsión de Julio Garro de la subsecretaría de Deportes agiganta esa compulsión presidencial, porque se inicia en un episodio absolutamente extra gubernamental: el cantito con connotaciones xenófobas del futbolista de la selección de fútbol, Enzo Fernández, contra jugadores del combinado francés subido a sus redes sociales, en medio de los festejos por la obtención de la segunda Copa América consecutiva.
A Garro lo condena un reportaje que había sido brindado para defender una cruzada del gobierno de La Libertad Avanza: la instauración de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol local. Como era un tema de agenda de ese día, con tino la periodista le preguntó sobre los dichos del jugador del Chelsea. Y Garro optó, tal vez pensando que así quedaría bien con la Rosada, por cierta corrección política diciendo que la AFA, en tanto institución madre del deporte, y Lionel Messi, como capitán y emblema de la Selección, deberían emitir alguna disculpa ante la afrenta que enseguida se hizo viral y que en Europa remite a un tema muy sensible y muy penalizado.
La alusión al “deber” o el apellido “Messi” lo fulminaron. Lo echaron luego de unas diez horas de desgaste “trollero” en redes sociales. “Todos sabemos lo que el Javo ama y banca a Messi incluso desde que era totalmente criticado. Decir que Messi tiene que pedir disculpas a unos europeos colonizadores por una canción que encima dice la verdad es ir totalmente en contra de la ideología del Javo. Garro tiene que estar afuera ya mismo”, escribió uno de los espadachines digitales más conocidos del mileismo, de cercanía probada con el asesor todopoderoso Santiago Caputo. Milei lo reposteó.
¿Y si Garro usaba una forma un poco más diplomática para decir lo que dijo, algo más vinculado a una sugerencia del tipo “sería bueno qué…”? ¿Y si sólo mencionaba que la AFA, y por consiguiente su titular y enemigo del Gobierno por el tema SAD, Claudio “Chiqui” Tapia, era el que tenía que poner la cara? ¿Lo habrían echado igual? El problema fue meter a Messi, depositario de una devoción popular pocas veces vistas. “El gobierno no puede aparecer criticando/apurando a Messi”, parece haber razonado la dupla Milei-Caputo.
El desenlace fue un capítulo del pragmatismo visceral que viene mostrando el gobierno en ciertos aspectos. Ofrendó una cabeza como gesto inequívoco hacia la gente respecto a en qué lado está. Del lado del ídolo, claro.
LA RELACIÓN MILEI-MACRI
La salida de Garro enturbió momentáneamente la ya complicada relación entre Milei y Mauricio Macri, quien había designado al ex intendente platense en la “subse” de Deportes. Es que una de las cosas en las que coincide ese dúo, se diría sin fisuras, es en el desembarco de las SAD en Argentina. Macri, de hecho, ya tiene promesas del arribo de capitales qataríes y árabes, dicen en su entorno.
Pero el Presidente recurrió una vez más a su perfil pragmático: dejó que Mauricio sugiera al reemplazante para procurar la paz. Será Diógenes de Urquiza, ex funcionario macrista. De paso, Milei atragantó a Daniel Scioli, el secretario del área que no pudo meter un hombre propio y creador de una nueva categoría en la política: el “peronista libertario”, según sus propias palabras.
“UNA COMUNICACIÓN OFICIAL BARRABRAVIZADA”
La secuencia de la salida de Garro fue definida ante este diario por el politólogo Lucas Romero, de la consultora Synopsis, como la resultante de “un gobierno sin comunicación institucional y con una comunicación oficial barrabravizada”.
Para Romero, el modo de comunicar libertario no tiene objetivos estratégicos a largo plazo sino sólo coyunturales, mientras que la comunicación a ese nivel en realidad es multi-dimensional, requiere constancia, uniformidad. “Un gobierno no puede hablar como si fuera una persona tuiteando, sin planificación ni control de lo que se comunica. Hay una responsabilidad social de lo que se está diciendo”, explica el analista.
Justamente ese “tip”, el de la comunicación diferente con la gente, es uno de los condimentos disruptivos del personaje Milei, un hombre sin historia política tradicional y refractario a hacer lo que los profesionales de la política aconsejan. Ese es el fuerte del asesor Caputo: le ofrece otro “molde”, osadas perspectivas que serían puestas en duda por cualquier político con formación e la vieja escuela. Y Milei las compra. Aún cuando hacia afuera del gobierno se perciba como un estilo anárquico, desprolijo.
EL EPISODIOS QUE INVOLUCRÓ A LA VICE VILLARRUEL
Algo de eso tuvo el incidente que involucró a la vicepresidenta Victoria Villarruel, que también se metió en la polémica por el agravio de Enzo Fernández para terciar a favor de él y en contra de los lamentos y quejas franceses. ¿Era necesario? ¿Qué buscó con ese tuit de perfil chovinista en un incidente de un mundo profesional que no le compete?
“Argentina es un país soberano y libre. Nunca tuvimos colonias ni ciudadanos de segunda. Nunca le impusimos a nadie nuestra forma de vida. Pero tampoco vamos a tolerar que lo hagan con nosotros. Argentina se hizo con el sudor y el coraje de los indios, los europeos, los criollos y los negros como Remedios del Valle, el Sargento Cabral y Bernardo de Monteagudo. Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir. Basta de simular indignación, hipócritas”, escribió la Vice dirigiéndose a un país al que Milei arribará en horas y donde probablemente se reúna con su presidente, Emmanuel Macron.
Se supone que es una línea de pensamiento en línea con el tuit del troll libertario que vaticinó la salida de Garro. Pero aquel anarquismo comunicacional antes mencionado evidentemente metió la cola. Porque la hermanísima Karina Milei corrió rauda a la embajada de Francia en Buenos Aires para explicar que lo de Villarruel eran dichos personales y no representaban lo que piensa el gobierno libertario, desautorizando así a la titular del Senado y exponiendo lo que todos saben: la interna entre ellas, casi una guerra. Luego ese dato sería ratificado por el vocero presidencial, Manuel Adorni. O sea, en forma oficial.
Fuentes libertarias comentaban pequeños detalles de esa tensión. Decían que si fuera por la secretaria general la Vice ya sería historia como los más de 55 funcionarios que ya se fueron del Gobierno, muchos apuntados por la dupla Karina-Santiago Caputo. Y que la ida a la casa del embajador Romain Nadal en realidad persiguió el objetivo de conseguir más entradas oficiales para la inauguración de los Juegos Olímpicos de París, porque la organización fue media tacaña con el gobierno argentino. Seguramente habladurías.
Consultado por este diario sobre la tensión entre las dos mujeres que rodean a Milei, el politólogo Gustavo Marangoni analizó: “Un tema de estadio se transformó en uno de Estado. Un cántico de tribuna detonó a un funcionario, motivó una diferenciación (una más) entre presidente y vice y volvió a activar el rol de “El Jefe”. La diversidad del seleccionado de Francia contribuyó involuntariamente a evidenciar la diversidad del gobierno de Argentina”.
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