“Todo está bien hasta que deja de estarlo”, dijo un experimentado operador financiero platense. Con esta simple frase inició su fundamentación para explicar el salto del dólar blue, que en un par de semanas subió casi un 30% para marcar un nuevo récord nominal histórico de $1.300 y cerrar el viernes en $1.220 en la city porteña y a $1.233 promedio en nuestra ciudad.
El primer día hábil de este mes el blue cotizaba a $1.040 vendedor en CABA. Al cierre del viernes marcó un avance de $180 pesos o un 17,31% más.
Los expertos dan versiones bastante similares para explicar por qué el dólar paralelo salió de su “siesta” y se lanzó raudo a la línea de los $1.300, para cerrar más cerca de los $1.200.
La fuerte suba de los dólares libres en las últimas ruedas anuló gran parte de las ganancias del “carry trade” del último mes. Y si bien hubo un rebote en la brecha cambiaria, todavía permanecen lejos del pico de la gestión Milei, de 59,1% y 42,3% anotados el 22 de enero, según revelaron informes que circularon en la city.
La baja de tasas que decidió el Banco Central hace un par de semanas del 50% al 40% desembocó en el “cantado” desarme de los plazos fijos de ahorristas y empresas, que buscaron refugiarse de la inflación en otros instrumentos más redituables. A esto hay que agregarle la menor oferta de divisas de los exportadores y el ruido político que genera la “rosca” interminable para que el Senado nacional le apruebe al Gobierno de Javier Milei la Ley Bases.
Es que en la compleja danza económica argentina, el dólar es más que una divisa extranjera: es un termómetro que mide la salud financiera del país. La relación entre el peso argentino y el dólar estadounidense es desde hace muchos años un tema candente, marcando tendencias políticas, económicas y sociales.
Factores como la incertidumbre económica, la inflación y las restricciones cambiarias han contribuido a su evolución.
Como el blue ha mostrado una tendencia alcista, alcanzando valores récord en esta semana que cierra, ha generado preocupación en los ahorristas -ya ajustados casi al límite por la recesión y la pérdida de poder adquisitivo- y también en el Gobierno, que esta semana le pidió a los bancos vía su ministro de Economía, Luis Caputo, que mejoraran las tasas de los plazos fijos para que ese dinero no se vuelque masivamente al circuito informal, aunque el pedido ministerial parece -por ahora- haber quedado solo en eso, un pedido. El propio Milei brindó una entrevista a un canal de cable en la que abordó el aumento del dólar blue, que alcanzó un récord de 1300 pesos, negando que se tratara de una corrida cambiaria.
Por eso, a pesar de los esfuerzos, el dólar blue sigue siendo una variable clave en la economía argentina, afectando precios internos, la competitividad y la percepción de los agentes económicos.
El dólar libre actúa como refugio seguro en momentos de incertidumbre. La historia argentina está marcada por crisis económicas recurrentes, y en esos momentos, ciudadanos y empresas suelen recurrir al dólar para proteger sus ahorros y activos. Esta demanda constante puede generar presiones sobre el tipo de cambio libre y las reservas internacionales, impactando directamente en la estabilidad económica del país.
Además, el dólar juega un papel central en el componente de inflación. Dado que muchas materias primas y bienes de consumo se cotizan en dólares en el orden internacional, cualquier fluctuación en el tipo de cambio puede trasladarse rápidamente a los precios internos. Esto crea un círculo vicioso, donde la depreciación del peso frente al dólar alimenta la inflación, erosionando el poder adquisitivo de los argentinos y socavando la estabilidad económica.
Otro aspecto relevante es el impacto del dólar en las exportaciones. Si bien un peso débil puede hacer que los productos nacionales sean más competitivos en el mercado internacional, también puede aumentar los costos de importación de insumos y maquinaria. Esta dicotomía pone de manifiesto la complejidad de la relación entre el tipo de cambio y la competitividad de la economía argentina en el contexto global.
Sin embargo, la dependencia excesiva del dólar también presenta desafíos. La volatilidad en los mercados financieros internacionales puede generar fuertes fluctuaciones en el tipo de cambio, lo que dificulta la planificación económica y empresaria a largo plazo. Además, el endeudamiento en dólares expone al país al riesgo de crisis de deuda, como se ha visto en el pasado reciente.
En este sentido, especialistas sostienen que la búsqueda de un equilibrio entre la estabilidad cambiaria y la competitividad económica se convierte en una tarea ardua para los gobiernos de turno. Políticas monetarias y fiscales adecuadas, junto con reformas estructurales, son fundamentales para reducir la vulnerabilidad del país a los vaivenes del dólar y promover un crecimiento económico sostenible y equitativo.
Por eso es que la importancia del dólar en la economía argentina es innegable. Actúa como un indicador clave de la salud financiera del país, impacta en la inflación, influye en la competitividad de las exportaciones y representa tanto una oportunidad como un desafío para las autoridades económicas.
Encontrar un camino hacia la estabilidad cambiaria y el crecimiento económico sostenible es un desafío aún en falta.
El Gobierno le prende velas al campo para una mayor liquidación de divisas
Tras la visita del presidente Javier Milei a La Rural, donde ratificó que eliminará el impuesto PAIS y reducirá retenciones, aunque no dio plazos, el Gobierno aspira a que se acelere la liquidación de divisas de la cosecha de soja.
Ante un panorama que muestra a la vera de las rutas cientos de silobolsas para guardar los granos sojeros, desde la esfera de Economía hicieron llegar al sector productor la decisión de no imponer nueva flexibilización en el denominado dólar blend, por el cual los exportadores pueden liquidar parte de sus dólares a la cotización de los financieros.
La suba de los dólares paralelos preocupa a un gobierno que días antes había ratificado que no devaluará más la moneda.
El salto en la brecha cambiaria representa un desincentivo a las exportaciones y un incentivo a las importaciones.
Desde el Ministerio de Economía y el Banco Central le confirmaron a la agroindustria que no habilitarán cambios en el porcentaje de ventas al exterior que van a parar al segmento contado con liquidación. Según trascendió, se espera que a partir de esta semana aumente la afluencia de divisas provenientes del campo.
La suba del contado con liquidación le da más pesos a los exportadores que liquidan un 20% en ese segmento, pero al mismo tiempo, les hace comprar menos dólares a la vuelta con los pesos de la venta al exterior.
Por el blend, los exportadores ya destinaron casi U$S5.000 millones que podrían haber ido a parar a las reservas del Banco Central y no al Contado con Liquidación. A mediados de mayo, los productores solo vendieron el 34% de la producción de la campaña 23/24. Es el nivel más bajo de los últimos 6 años.
Además, los dólares no aparecen por otra razón: esta campaña tiene la mayor proporción de producción vendida con precio a fijar. Dicho de otro modo, tiene la menor proporción de producción vendida con precio hecho o fijado.
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