La foto de Milei con los gobernadores en el Pacto de Mayo, en duda.
La foto de Milei con los gobernadores en el Pacto de Mayo, en duda.
ENFOQUE

El Pacto de Mayo, un sueño ambicioso que perdió fuerza y actores, entre trabas y fricciones por la Ley Bases

El Pacto de Mayo, tal como lo había imaginado Javier Milei, no será posible, al menos por ahora. No habrá fotos con el elenco de gobernadores de las provincias y no se podrá firmar ese “nuevo contrato social” que propuso el presidente en base a una decena de puntos a consensuar para ordenar el país, casi todos de sentido común desde lo declarativo. 

Fue una propuesta muy ambiciosa para un mandatario disruptivo, polémico, con tendencia a desdeñar y hasta a insultar a la política tradicional, que es la que debía abocarse a suscribir el pacto. 

Aunque no lo admita, para el Gobierno el acuerdo del 25 de mayo sin la Ley Bases y el paquete fiscal aprobados tiene sabor a poco. 

Aún recortados respecto a las versiones iniciales, esos proyectos revisten la categoría de herramientas fundacionales de la gestión Milei. Por eso el oficialismo pretendía llegar a la fecha patria con esas leyes convalidadas por el Congreso: representarían una primera victoria política después de más de cinco meses de gestión. 

Es que, además de actuar como una suerte de inyección anímica interna, ese triunfito legislativo en un ámbito donde La Libertad Avanza es claramente minoría es lo que vienen pidiendo al Gobierno el llamado “círculo rojo”, los inversores, el Fondo Monetario Internacional y sectores empresarios para estirarle el crédito inicial luego del triunfo del año pasado. 

Por todo esto, y porque se prevé una convocatoria tirando a exigua, más que un pacto Milei ofrecerá un “Acto” el próximo sábado 25 en Córdoba. ¿Algún gobernador dirá presente? Sí. Pero de acuerdo a fuentes oficiales, la lógica inicial va variando. Ahora la Rosada habla de que, en todo caso, será un “pacto con la ciudadanía”, una diatriba desde el cabildo cordobés para transmitir la idea de que se está yendo por un buen rumbo. Como prueba de ello, se ofrecerá la desaceleración de la inflación, que en definitiva es la primera obsesión de Milei. 

El ministro del Interior, Guillermo Francos, ya regaló un rulo verbal para explicar que, si no se da la foto deseada en Córdoba, no será un fracaso. “La fecha del pacto no es lo importante, sino los beneficios que traiga para el país”, expresó. ¿Recalculando para el 20 de Junio, Día de la Bandera, en Rosario? ¿El 9 de Julio frente a la Casita de Tucumán? 

Subestimación 

En fuentes legislativas se analiza que los hombres del Gobierno subestimaron un poco los tiempos del Senado para el tratamiento de la Ley Bases y el paquete fiscal. 

Sin representantes libertarios realmente duchos en el trabajo fino legislativo, dejaron pasar días sin sentarse a “porotear” con los senadores de la llamada oposición dialoguista, que son los que aportarán el número para la aprobación de las leyes. Tal vez encaprichado porque quería que se vote el mismo texto que envió Diputados, el oficialismo demoró en tomar nota de los reclamos de cambio. 

Recién en el inicio de la semana pasada funcionarios de la Rosada se acercaron al Congreso para hablar, por ejemplo, con el grupo de senadores radicales que exigen, entre otras cuestiones, alguna garantía escrita en la Ley Bases de que se respetará el financiamiento al sistema de educación universitaria pública, que le ha demostrado a Milei que piensa resistir ajustes. 

Recién el viernes la vicepresidenta Victoria Villarruel, que preside el cuerpo, fue habilitada a participar de las negociaciones con los opositores dialoguistas con los que, se dice en el Senado, ha creado buenos vínculos. Habría sido luego de que la “hermanísima” Karina Milei le levantara un veto que le había impuesto por razones que no quedan claras. 

Es como que por parte del oficialismo faltó oficio legislativo, militancia de los proyectos clave que pidió el presidente o esa ayuda extra a La Libertad Avanza que sí hubo en Diputados. Para ser claros, en el Senado no hubo un Pichetto o un Ritondo que actuaran de baqueanos. 

Así, sin dictamen del plenario de comisiones durante la semana pasada, los proyectos no están en condiciones de ser aprobados en la Cámara Alta antes del 25 debido a los tiempos reglamentarios. 

Si el dictamen sale en los próximos tres o cuatro días, recién se podría votar en el recinto en la última semana del mes. Y habrá que ver si antes el kirchnerismo del Senado, cuyo objetivo es lisa y llanamente voltear las iniciativas, no consigue algún artilugio para meter más trabas. Los números que necesita el Gobierno para la aprobación están apretados.

Por eso nadie quiere cantar victoria antes de tiempo. 

Como se le van a introducir cambios, los proyectos volverán a Diputados, la cámara de origen. 

El Gobierno ya se resignó a eso, que abrirá otra historia, otras roscas. Se presume más celeridad en esa Cámara para convertirlos en ley. Ya estaremos en junio.

¿Cuáles son las prioridades? 

Pero, ¿hasta dónde le importa este tironeo en el Congreso a Milei? Es probable que a esta altura se conformara con llegar a la cita en Córdoba solo con la aprobación en el Senado cerrada, aún cuando faltara el trámite final en Diputados. 

Cerca suyo ahora están rezando para que el 25 no se despache con algún mensaje agresivo que aluda al trámite parlamentario inconcluso. 

De acuerdo a sus última apariciones, el presidente parece solo enfocado en capitalizar políticamente el descenso de la tasa de inflación, una de las demandas de sus votantes. Y eso se debería a que, a diferencia de lo que puedan generar los instrumentos económicos y estructurales incluidos en la ley Bases, la baja de precios es palpada por la sociedad en un corto plazo. 

O, para decirlo a la inversa, los beneficios del Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones (RIGI), o el proceso de privatización de las empresas públicas, o la disolución de organismos estatales, o incluso algunos cambios laborales, por citar solo un par de puntos de los proyectos que se debaten, tendrán efectos visibles en un mediano o largo plazo. 

Un trabajo muy amplio de “Focus Groups” realizado durante la segunda quincena de abril por los sociólogos Carolina Yellati y Sebastián Halperín, con población general de distintas provincias entre votantes del oficialismo y de la oposición, registró que los consultados destacan entre las valoraciones positivas del Gobierno el saneamiento de las cuentas fiscales y la tendencia a la baja de la inflación, que es vista como anticipo de cierta reactivación económica “leve pero genuina”. Además, estiman que eso se traducirá en una parcial recomposición del salario y en una mejora en el mercado laboral. Y se asume que eso implicaría más tarde cierto acceso al crédito, lo que redundaría en la generación de inversiones.

Las promesas y el rumbo 

En ese trabajo se percibe como una de las principales fortalezas de la actual gestión la confianza que genera el cumplimiento de las promesas de campaña y la definición de la claridad en el rumbo. 

Por supuesto que no se puede decir que Milei ha cumplido todo lo prometido (la dolarización, la eliminación del Banco Central, etc.). 

Y seguramente por eso se enfoca en la inflación, acaso la factura más grande que la gente le pasa al gobierno anterior. 

Así, una mirada posible es que puede ser un error de la clase política tradicional (“la casta”) entorpecer lo que le pide Milei al Congreso. Siempre habrá alguien a quien señalar

como culpable de no querer “el cambio” para mejorar. En parte por esto el presidente no bajaría el evento del 25 de Mayo y elegiría aquello del “pacto con la gente”, su especialidad. 

“Si él le habla más al círculo rojo de lo que le viene hablando hasta ahora, en la cabeza de la ciudadanía puede perder gran parte de la ventaja comparativa que ostenta”, analiza el consultor Mario Rodríguez.

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