Días atrás la ciudad de Ushuaia se convirtió en el quinto distrito del país en prohibir las redes de comunicaciones 5G hasta que estudios científicos demuestren su inocuidad tanto para los seres humanos como para el ambiente, una postura que instala un debate sanitario sobre la utilización de este tipo de tecnologías.
La llamada quinta generación de comunicación inalámbrica, cuyo espectro radioeléctrico fue licitado en Argentina en octubre, plantea un salto exponencial en la velocidad y volumen del intercambio de datos que tendrá incidencia directa en múltiples campos de acción como los procesos de automatización, la inteligencia artificial o la interacción de dispositivos.
Aunque a nivel mundial las principales objeciones a este salto tecnológico han estado relacionadas a cuestiones geopolíticas (básicamente a la preponderancia de empresas chinas en el desarrollo de patentes y la instalación de infraestructura, con el consecuente temor a espionaje), la ausencia de estudios científicos categóricos y actualizados también comenzaron a generar dudas sobre el eventual impacto de estos nuevos flujos radioeléctricos en la salud de las personas y en el medio ambiente.
La agrupación Ciudadanos Organizados para Regular las Telecomunicaciones (Corte) es una de las que se ha decidido a plantear este debate en el país, y sus referentes en Tierra del Fuego fueron los que impulsaron la ordenanza restringiendo el desarrollo de las redes 5G en Ushuaia.
La normativa sancionada por el Concejo Deliberante el 6 de diciembre, y promulgada a fines de ese mes, establece a la ciudad como “zona libre de radiaciones provenientes de la tecnología de comunicaciones de quinta generación (5G) y toda tecnología de transmisión de datos de generaciones subsiguientes”.
Según la medida, el municipio “no emitirá ningún tipo de autorización de obra, instalación o similar para el despliegue de la tecnología” por imperio del “principio precautorio en materia de salud y ambiente”.
La falta de estudios categóricos pareciera ser un argumento que juega a favor de los activistas y en contra de la tecnología 5G. La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró -en 2020- que “no se ha relacionado causalmente con la exposición a tecnologías inalámbricas ningún efecto adverso para la salud”, aunque el organismo también advirtió que “solo unos pocos estudios se han llevado a cabo en las frecuencias que utilizará 5G”.
El documento publicado en la sección de la web de la OMS “Q&A Detail”, en formato de preguntas y respuestas, aclara que la tecnología 5G “se encuentra actualmente en una etapa temprana de implementación” y que “el alcance de cualquier cambio en la exposición a los campos de radiofrecuencia aún está bajo investigación”.
Por su parte, un estudio de la científica italiana Fiorella Belpoggi para el Grupo de Expertos sobre el Futuro de la Ciencia y la Tecnología (STOA) del Parlamento Europeo planteó -en junio de 2021- riesgos concretos de desarrollo de algunos tipos de cáncer y problemas de fertilidad ante la exposición a determinadas gamas de frecuencias electromagnéticas ligadas a las telecomunicaciones.
Los organismos internacionales son coincidentes “en la falta de suficiente evidencia empírica acerca de la relación entre el uso de esta tecnología y problemas de salud”, cuenta Martín Gendler, becario postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y especialista en el desarrollo de redes 5G en el Cono Sur.
Según Gendler, las prohibiciones deberían tomarse sin embargo “con cierta cautela”, y “lo más recomendable es que se empiecen a ejecutar estudios que en la Argentina” sobre su impacto en la salud.
“Es mejor tomarse el tiempo para hacer una evaluación entendiendo también que al decretar una prohibición se corre el riesgo de caer en la desconexión”, sostiene el experto argentino.
“El 4G utiliza ondas de hasta 3Ghz de frecuencia, mientras que el 5G usa ondas de muchísima más magnitud, que van desde los 4 y hasta los 26 e incluso 32Ghz”, describe Gendler, para quien el caso de Ushuaia puede ser una “buena oportunidad” para despejar las dudas que existen sobre los riesgos a la salud.
“No es que queramos prohibir el progreso. Hay mucha gente que no entiende que esta tecnología no fue probada y que ya ha traído problemas en algunos lugares”, señala por su parte Alejandra Guerrero, miembro de la asociación Corte en Tierra del Fuego.
En Argentina, además de Ushuaia, existen otros cuatro distritos que plantean objeciones a la instalación de redes 5G: Gualeguaychú (Entre Ríos), Azul (Buenos Aires) y Capilla del Monte (Córdoba) y Lechmann (Santa Fe).
Mientras tanto, el proceso de instalación de las redes 5G en el país se encuentra en marcha desde octubre pasado, cuando el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) formalizó la adjudicación de bandas de frecuencias para la prestación del servicio a las empresas Telecom, Claro y Telefónica (Movistar), a través de la resolución 1473/2023.
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