En nuestro país la presión tributaria es motivo de controversias permanente tanto por parte de los ciudadanos como del sector empresario, este último casi siempre en pugna con la administración de turno reclamando por lo que consideran un exceso de impuestos en Argentina que le restan competitividad a distintos sectores de la economía o que, directamente, los condenan al fracaso como emprendedores.
Un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) parece ratificar algunos de los argumentos de los contribuyentes. Este estudio revela que desde 1997 la presión tributaria argentina subió un 51,1% y que la estructura sigue concentrada en impuestos como el IVA, Ingresos Brutos y otros indirectos, los que en conjunto explican el 56% del total recaudado y que se consideran más distorsivos porque aplican un porcentaje sin discriminar sobre quién recae el pago.
Estos tributos indirectos son regresivos, ya que son absorbidos en mayor proporción por los contribuyentes de bajos ingresos, que destinan todo su dinero a consumir.
La cantidad de impuestos en Argentina
El director del Iaraf, Nadin Argañaraz, dijo que “en Argentina hay más de 140 impuestos y tener más tributos no significa recaudar más o mejor. El sistema es muy distorsivo y siempre es mejor un sistema progresivo”.
Es decir, por ejemplo, artículos que tributan un 21% de IVA paga lo mismo un jubilado que gana la mínima que el CEO de una empresa multinacional, por eso se los considera distorsivos, ya que no tienen en cuenta la capacidad de pago del comprador: todos pagan lo mismo sin importar el tamaño del bolsillo.
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Al inicio del período analizado por el estudio la recaudación tributaria total del Sector Público Argentino representaba el 21,1% del PBI (Producto Bruto Interno). Esta cifra se mantuvo relativamente estable hasta 2002, cuando de hecho se registró el valor más bajo (20,2%), pero a partir de entonces comenzó a crecer y ya no volvió a esos niveles. En 2023, la carga fiscal llegó a un valor de 31,9% del PBI.
“A partir del mínimo de la serie registrado en 2002 (20,2% del PBI), se observa una trayectoria ascendente constante que alcanzó su punto más alto en 2015, llegando al 34,2% del PBI. Esto equivale a un aumento de 14 puntos porcentuales en un lapso de 13 años”, dice la investigación.
Según las estimaciones del Iaraf, llegaría al 31,9% del PBI a finales de 2023, más de tres puntos por encima de la presión tributaria efectiva promedio del sector público argentino entre 1997 y 2023, que se ubica en 28,7% del PBI.
Discriminando por sector, la presión tributaria del Estado nacional al comienzo del periodo analizado (1997) era de 15,3% del PBI. Cinco años más tarde, en 2002, llegó a su nivel más bajo, 14,9% del PBI, para luego comenzar un crecimiento constante hasta su nivel máximo de 25,8% del PBI en 2015.
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Fueron 10,9 puntos porcentuales más del PBI en 13 años. “Este notable crecimiento se debió principalmente al aumento de la recaudación de aportes y contribuciones sociales, una suba de la carga tributaria del impuesto a las ganancias, la reintroducción de derechos a la exportación y la introducción del impuesto al cheque”, dice el Iaraf.
Desde entonces, la presión tributaria nacional experimentó una ligera disminución y luego se mantuvo constante. “Esta caída puede atribuirse a la reducción de la carga de ganancias, un rendimiento menor en los aportes y contribuciones a la seguridad social, y una menor carga tributaria en los combustibles”, explica el informe.
En cuanto a la presión tributaria de las provincias más CABA, en su conjunto la trayectoria es similar: en 1997 era de 4,7% del PBI, su punto mínimo fue de 4,2% en 2002 y, desde entonces, aumentó hasta encontrar su máximo en 2017 (7,31% del PBI).
Luego bajó hasta el 2021, pero volvió a subir “por la introducción del impuesto a los ingresos brutos a los intereses de las Leliq por parte del gobierno de CABA”, explica el Iaraf, estimando que finalizará el 2023 en 6,6%, 0,76 puntos mayor al promedio del periodo (5,8% del PBI).
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La presión de las tasas municipales tuvo una dinámica completamente distinta a la nacional y provincial. El punto máximo se dio en 2000 (1,26% del PBI) y luego comenzó un descenso hasta 2008 (0,92%). Desde entonces, retomó un sendero creciente hasta niveles máximos, y continúa estable hasta la actualidad (1,15%).
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A lo largo de los años la Tasa de inspección, seguridad e higiene fue ganando participación en la estructura de la presión tributaria de manera constante, mientras que el resto de tributos fue perdiendo participación, ya que nunca se superaron los niveles de presión de fines de la década del 90, y la presión tributaria de dicha tasa aumentó de manera continua.
El comportamiento de los impuestos indirectos en Argentina
Considerando solamente los tributos indirectos, es decir, aquellos tributos que se incorporan fácilmente al precio de bienes y servicios, la presión tributaria era del 11,8% del PBI en 1997.
Se mantuvo estable los siguientes 5 años y presentó el valor mínimo de todo el periodo en 2001 (11,4% del PBI). Luego comenzó un sendero creciente hasta alcanzar el 17,6% del PBI en 2008. Posteriormente, se ha mantenido estable alrededor de este valor. El valor promedio de presión tributaria indirecta entre 1997-2023 es del 15,9% del PBI.
Al analizar el rendimiento de los tributos indirectos de mayor recaudación, se tiene que la combinación de IVA, Ingresos brutos, derechos de exportación e impuesto a los débitos y créditos bancarios explica la suba relativa de la recaudación.
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En tanto, el informe revela que la presión tributaria efectiva consolidada directa (tributos que recaen directamente sobre la renta, el patrimonio y otras fuentes de ingresos de los contribuyentes) era de 9,3% del PBI en 1997; y repite el mismo sendero que la presión total, alcanzando ambas su valor mínimo en 2002 (8,2% del PBI) y su valor máximo en 2015 (16,8%).
Los factores principales de este aumento corresponden al incremento de la carga tributaria del impuesto a las ganancias y a la gran suba de la recaudación de aportes y contribuciones a la seguridad social debido a la estatización de las AFJPs.
La tributación aumentó, pero la estructura es muy similar
En 1997 la presión tributaria efectiva consolidada era del 21,1% del PBI, con una participación del 56% de tributación indirecta (11,8% del PBI) y una participación del 44% de tributación directa (9,3% del PBI). Entre 1997 y 2002 se dio una baja de la presión total, un mantenimiento de la presión indirecta y una baja de la directa. Por lo tanto, la participación de la tributación directa en la estructura tributaria cayó al 40%.
La línea de la presión tributaria total muestra que después de 2002 la presión tributaria efectiva total comenzó un sendero de aumento constante hasta 2015. Dentro de la misma, la tributación indirecta subió hasta el 17,3% del producto y la directa al 16,8%, es decir, tuvieron aumentos del 46% y 80%, respectivamente. Lógicamente, como el aumento de la tributación directa fue mayor al indirecto, la participación de la primera aumentó, revela el Iaraf.
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De una participación inicial del 44% en 1997 subió hasta el 49% en 2015. En consecuencia, el gran aumento de la presión tributaria efectiva entre 1997-2015 fue llevado a cabo en su mayoría por tributación directa. Posteriormente, entre 2015 y 2023, la presión tributaria efectiva total descendería 2,3 puntos porcentuales del PBI, dado que la presión efectiva indirecta aumentaría 0,5 p.p. del PBI y la directa caería 2,8 puntos porcentuales. Como resultado, la estructura tributaria cambió, la carga indirecta aumentó su participación desde el 51% hasta el 56% y la directa retrocedió desde 49% a solo el 44%, igual participación que la que tenía en 1997.
En conclusión, entre 1997-2023 la presión tributaria efectiva total aumentaría de manera notable, casi 11 puntos porcentuales del PBI, y la estructura tributaria se mantendría prácticamente igual que al inicio. En un ningún momento se logra que la presión tributaria directa supere a la indirecta.
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