CONVENTO DE SALTA

Una monja denuncia grabaciones, manipulación y cacheos

“He reflexionado mucho antes de contarle todas estas penurias vividas por mí y por las hermanas, las que también han sufrido y creo que siguen padeciendo las otras hermanas que están en el convento. Creo que ellas siguen estando bajo la orden del silencio y sometimiento debido a la manipulación que continúan soportando. Pero he tomado la decisión libre de expresarlo (...) por cuanto llevo sobre mi conciencia el peso moral de la triste verdad de lo que he vivido realmente junto a mis hermanas en el convento”.

Los conceptos pertenecen a una de las dos monjas carmelitas de clausura que abandonaron en diciembre pasado el convento San Bernardo de Salta, en conflicto con el Arzobispado hace un años, quien hizo una ampliación de la declaración que realizó hace un mes. Estas religiosas –ambas enfermas; una de ellas, muy grave– son las que denunciaron a la priora por presunta privación ilegítima de la libertad. La Justicia archivó la causa.

La base de los problemas es el vínculo entre el Carmelo y la Virgen del Cerro, una devoción no reconocida por la Iglesia, que nació de las videncias que dice tener María Livia Galliano. Los problemas nacieron ahí y se fueron expandiendo, con causas judiciales en el fuero de violencia de género y también investigaciones sobre el manejo de los fondos del convento. Pide a la jueza que investigue lo que pasa en el San Bernardo. Enfatiza que considera un “deber” hacer la presentación para “que se terminen los maltratos, abusos de autoridad y abandono de personas ejercidos por María Livia y su marido y por la madre priora y la madre superiora”.

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