"La fraternidad es un don y una tarea, difícil, compleja, pero necesitamos darnos un clima de fraternidad", sostuvo el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig.
El jefe de Estado estuvo sentado en primera fila con el ex mandatario Eduardo Duhalde a su izquierda.
"Estamos en un tiempo extremadamente delicado. La paz social está frágil y amenazada. Y somos responsables de asegurarla y cuidarla", agregó el prelado.
El arzobispo también pidió que la ceremonia eclesiástica no fuera interpretada en clave política desde ningún sector: "Mucho lamentaría que se malinterprete este gesto. La Virgen de Luján es Inmaculada y cualquier mala intención, lejos de mancharla a Ella, nos mancha aún más a nosotros mismos".
Por el contrario, Scheinig insistió en la idea de la fraternidad y remarcó que "la novedad hoy es animarse a abrazar al otro desde las entrañas, perdonarlo de corazón, empezar de nuevo las veces que hagan falta".
"Hay que romper las cadenas del odio, tener palabras, gestos y acciones que busquen dignificar a los otros y apostar por salvarnos todos", planteó desde el altar, al tiempo que convocó a impulsar "otro tipo de convivencia social que garantice siempre la paz y la fraternidad".
La "Misa por la Paz y la Fraternidad de los Argentinos" había sido impulsada por el intendente oficialista de Luján, Leonardo Boto, para repudiar el intento de asesinato sufrido por la vicepresidenta, Cristina Kirchner, y para intentar pacificar el escenario político.
Pese a que se cursaron invitaciones a dirigentes del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, sólo se sumaron los alineados con el Gobierno.
Además de los integrantes del Gabinete, estuvieron el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, también acompañado por su equipo de gestión; intendentes; y referentes de organismos de derechos humanos; entre otros.
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