Horas después de que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, lanzara una convocatoria al diálogo con la oposición tras el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner, el Gobierno le bajó el tono a la iniciativa, admitió que todavía “no hay una mesa” trazada y volvió a cargar contra la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, aunque trascendió que ya inició contactos con dirigentes de la oposición “para bajar un cambio”.
La portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, sembró dudas sobre la expectativa de que se concrete un encuentro. Es que si bien planteó que “el presidente Alberto Fernández entiende que tenemos que construir una Argentina de diálogo, donde profundicemos los acuerdos democráticos”, también reconoció que “no hay ninguna mesa” trazada por el momento.
“No hay ninguna mesa ya, por lo tanto no tenemos esa hipótesis de trabajo”, contestó, tajante, Cerruti cuando en su habitual conferencia de prensa de los jueves se le preguntó si el Gobierno debía mostrar un gesto de buena voluntad hacia la oposición antes del llamado a una mesa de diálogo. De todos modos, la funcionaria expresó el interés del Gobierno de “lograr un profundo acuerdo de toda la sociedad” con el fin de “ratificar el pacto democrático”, luego del atentado contra la vicepresidenta.
La confusión se origina a partir de cómo se gestó la decisión de abrir el diálogo con la oposición. El primero en plantearlo públicamente fue De Pedro, el ministro favorito de Cristina, quien lanzó una “amplia convocatoria”, que incluya a la oposición, sindicalistas y empresarios para “bajar un cambio”. En una nota con el diario La Nación, el ministro, quien días atrás había sido muy duro con la oposición, anunció que el Gobierno trabajaba en un acuerdo: “No vengo a señalar con el dedo a nadie. Vengo a proponer con humildad un debate necesario para reencauzar la convivencia democrática”.
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