La oposición y la izquierda promovieron una jornada de protesta contra el Gobierno nacional
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

El miedo a una crisis definitiva, por ahora, atenúa el conflicto en el Frente de Todos

La designación de Silvina Batakis como sucesora de Martín Guzmán forzó al oficialismo a tratar de aparentar, al menos, que el Presidente y la Vice tienen coincidencias mínimas.

En el oficialismo hubo algunas expresiones tremendistas cuando en las redes se difundía la espontánea convocatoria a protestar en las calles. Sin embargo predominó en la gente un aire tan crítico al Gobierno como pacífico, sin que ello signifique ignorar la envergadura numérica que adquirieron las manifestaciones en algunas ciudades.

Mientras, la frágil tregua entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner intenta evitar que el Gobierno caiga en el abismo tan temido: una agudización de la crisis socio-económica que devenga en institucional y debilite aún más la figura del jefe de Estado y de la líder del partido. “Sabemos que por lo bajo seguirá el operativo desgaste. Pero el objetivo de todos es terminar el mandato a como dé lugar”, describió una fuente con oficina en la Casa Rosada.

El armado del Frente de Todos (FDT) sigue en crisis. “No los une el amor sino el espanto”, como rezaba el poema borgeano. Y no solo por el miedo a una espiralización de la inflación y el consecuente aumento de la pobreza sino también que un descalabro institucional provoque un eventual adelantamiento de las elecciones.

Esa temeraria versión circuló días atrás entre el oficialismo y la oposición y, de concretarse, dañaría para siempre el relato de que el peronismo viene a resolver las crisis de sus predecesores y que cuenta con espaldas para evitar una salida anticipada del poder.

Bajó un cambio

Un escenario de tamaña gravedad impactaría, además, en las chances electorales de la Vice. Es en este contexto que, en el discurso del último viernes en El Calafate, evitó cuestionar al Presidente y su trazado económico y, en cambio, descargó sus críticas en la figura de Martín Guzmán.

Cristina decidió utilizar a Guzmán como chivo expiatorio de la crisis financiera y económica se debate sobre la Argentina. Lo hizo responsable de haber desestabilizado al Ejecutivo como si las desautorizaciones y críticas que le formulaban cotidianamente sus más cercanos seguidores no le hubieran quitado al ministro hasta la ilusión de poder instrumentar su plan, como también lo responsabilizó de haber propiciado un acuerdo con el FMI inconveniente para los intereses del país. 

Cristina también obvió que durante su paso por el sillón de Rivadavia elogió y recibió en dos ocasiones al mentor de Guzmán, Joseph Stiglitz. La última vez que el Premio Nobel visitó Balcarce 50 fue el 13 de agosto de 2012 cuando la entonces presidenta no dudó en catalogarlo como un economista “inteligente” al que le valoró su enfoque crítico sobre el Fondo.

Lo cierto es que la Vice ahora plantea “encontrar un punto de coincidencias común” para que no naufrague la Argentina. Ha rodeado a la flamante ministra Silvina Batakis (Economía), por técnicos del camporismo como el jefe de gabinete Juan Manuel Pignocco, y en Energía sigue pesando el equipo que hasta el final disputó poder con Guzmán. De todos modos, Cristina siempre se reservará el poder de veto pensando en el escenario electoral de 2023.

Inestabilidad

La inestabilidad financiera responde a que el mercado siempre se inquieta ante los cambios bruscos. La suba en las cotizaciones del dólar preanuncia una mayor inflación y mayores expectativas de devaluación; nadie duda que el poder adquisitivo seguirá deteriorándose.

El endurecimiento del cepo cambiario, en tanto, refleja la pérdida de reservas. Según cálculos de economistas privados, las arcas del Banco Central sólo contarían con unos US$ 3 mil millones de libre disponibilidad. Esa es la mayor preocupación de un mercado que supone un menor ingreso de divisas por la menor liquidación que se registra en el segundo semestre, ya comercializadas la mayor parte de las cosechas.

El kirchnerismo también buscó atenuar la disputa interna al observar los efectos una crisis que ya afecta a sus propios votantes: un sector de la clase media que se empobrece conforme a la disparada del costo de vida y pobladores de barriadas del Conurbano que, además, sufrieron la “humillación” de la “guerra” contra los planes sociales. Si bien en este aspecto la Vice “bajó un cambio” -ahora intenta dar impulso a un salario universal por ahora resistido por Batakis-, la embestida contra el Movimiento Evita continúa.

Al igual que la ex mandataria, Sergio Massa, ofuscado por no haber podido lograr una reestructuración del gabinete que lo incluyera como jefe de ministros, presiona para que A. Fernández se avenga a instrumentar una mesa política. Sin institucionalización del FdT a la vista, esta instancia podría servir para coordinar medidas que avienten los peores pronósticos sobre el futuro de la coalición oficial.
 

Cautela en la oposición

Juntos por el Cambio, en particular, viene reclamando al Gobierno que exponga un mensaje unívoco que despeje cualquier incertidumbre de los agentes económicos. En el mayor armado opositor, además, pretenden diferenciarse sobre la actitud que le atribuyen al peronismo durante la crisis que registró la administración de Mauricio Macri, entre abril de 2018 hasta el final de aquel mandato. 

Aunque ya siente como cercana la vuelta al poder, el mayor armado opositor quiere evitar que la propia dinámica política termine desgastando a sus principales candidatos como, observan, está sucediendo con la figura de Javier Milei.

Un mayor protagonismo de los referentes también podría agudizar las disputas internas. Algo de eso sucedió en el PRO en la semana cuando Horacio Rodríguez Larreta, en plena conmoción interna del Ejecutivo, se postuló como “la solución de todos los problemas” de los argentinos. Horas más tarde compartió un Zoom con María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich donde se decidió que no es tiempo de oficializar candidaturas.

En clave electoral

El radicalismo, asimismo, ya se mueve en clave electoral. Si bien Gerardo Morales y Facundo Manes picaron en punta como futuros precandidatos presidenciales, podrían sumarse otros nombres a la lista como el del titular del interbloque de JxC en el Senado, Alfredo Cornejo.

Mientras, en el centenario partido insisten en un diseño mixto de las listas que presentará la coalición en 2023, esto es, integrar en sus nóminas a los candidatos del PRO como parte de la próxima estrategia electoral. Aseguran que esa alquimia le permitió al espacio, en las legislativas pasadas, sumar senadores en provincias como La Pampa y Chubut.

Los opositores descuentan que el año que viene recibirán la administración del Estado en medio de una situación económica agobiante. Pero creen que todo sería peor si hubiera que adelantar las elecciones por la sensación de inestabilidad total que daría el país.