La media sanción que la Cámara de Diputados le dio al acuerdo con FMI no solo sirvió al Ejecutivo para encarrilar un entendimiento que considera fundamental para evitar una agudización de la crisis económica sino también para blanquear las diferencias con el kirchnerismo en cuanto al rumbo económico y al ordenamiento político que tendrá el Frente de Todos (FdT) hasta el 10 de diciembre de 2023.
Si bien no se vislumbra un “quiebre definitivo”, está claro que cada sector de la coalición oficial optará por una construcción de poder alternativa sin disimulo: una suerte de “guerra fría” hasta que las elecciones del año próximo diriman los futuros liderazgos.
Mañana comenzará el debate en la comisión de Presupuesto y Hacienda con la presencia del ministro Martín Guzmán (Economía), blanco de las críticas de La Cámpora en su carta de 15 páginas en las que fundamentó su rechazo a la iniciativa tratada en la Cámara baja. Manzur gestionó el apoyo de los gobernadores peronistas y el optimismo sobre el resultado de esas negociaciones era inocultable.
El cronograma legislativo estipulado prevé, con todo, que martes y miércoles continúe el debate en el Salón Azul de la cámara alta y, para los más optimistas, el jueves podría votarse el proyecto en el recinto, al parecer, sin la presencia de Cristina Kirchner.
La oposición volverá a ser decisiva para lograr una amplia mayoría en la aprobación del refinanciamiento de la deuda con el Fondo Monetario Internacional después del debate interno, en el cual los halcones no lograron mayor gravitación. Predominó el consenso según el cual otro default dañaría aún más la maltrecha economía argentina.
Sin embargo, en el radicalismo algunos dirigentes consideran que el partido debía subrayar con mayor énfasis que el peronismo volvía a intentar eludir los costos políticos situándose como gobierno y oposición en una maniobra muy evidente. Con ese criterio acompañaron a Carrió en la idea de aprobar la refinanciación, pero de ninguna manera el remanido memorándum, que contenía el futuro aumento de tarifas y otras medidas que consideraban como tema ajeno al poder legislativo y de exclusiva responsabilidad del Ejecutivo.
Luego del video en el que dio cuenta del ataque a piedrazos a su despacho –que ayer decantó en una pelea tuitera entre el camporista Andrés “Cuervo” Larroque y el ministro Aníbal Fernández por la falta de reacción del “Gobierno frente al ataque”- y de su “pena” por el plan económico del Fondo que el Congreso busca validar, es obvio que Cristina no hará nada para acelerar el tratamiento legislativo del proyecto. Quizás emule a su hijo Máximo y aparezca al final de la sesión, en este caso, para dirigir el momento de la votación. La cuota justa de “responsabilidad institucional”.
Pero el rechazo al acuerdo con el FMI planteado en este particular video divulgado por sus redes sociales, se dio de bruces con la opinión que diputados del FdT ventilaban por los pasillos linderos al Salón de los Pasos Perdidos durante la semana, donde aseguraban que la expresidenta no sería un nuevo “(Julio) Cobos”, al recordar al entonces vicepresidente que, en 2008, tumbó la resolución 125 con su voto “no positivo”.
Eran los mismos que preanunciaban que el bloque camporista no iba a votar en contra durante la madrugada del viernes. Ahora, en Balcarce 50, se conforman con que la vice exprese una actitud prescindente y no entorpezca la eventual aprobación del entendimiento.
Lo cierto es que nada será igual en el oficialismo después del debate legislativo del Memorándum que contiene el programa de facilidades extendidas. Las diferencias con el modelo económico explicitadas públicamente y en privado por las usinas kirchneristas aflorarán más temprano que tarde en lo que resta del mandato de Alberto Fernández.
Este martes el Indec dará a conocer el Índice de Precios al Consumidor y nuevamente las consultoras privadas lo estiman cerca del 4%. La chicana camporista se vuelve verosímil si tenemos en cuenta que la alta inflación licúa jubilaciones, salarios y demás gastos de un Estado que espera aumentar las reservas del Banco Central no solo con los desembolsos del FMI sino con las mayores liquidaciones del agro producto del valor récord de las materias primas que decantó la guerra en Ucrania.
Fernández dijo en un acto en José C. Paz, en el que deslizó sus ganas de presentarse a la reelección en clave interna, que hay presidentes que le preguntan si Argentina podría venderles trigo, soja o maíz habida cuenta de las restricciones desencadenadas por el conflicto bélico en el este de Europa. Lo que no mencionó es que esa escasez no solo impacta en un mayor rendimiento de las exportaciones sino en un encarecimiento de productos como el pan y la carne en el mercado interno, e importaciones de gas y petróleo necesarios por la falta de inversiones en esos rubros.
La interna política entre los dos principales polos del FdT continuará sin pausa. Frente a lo que parece un armado vigoroso de Juntos por el Cambio, a ningún sector del oficialismo parecería convenirle una ruptura definitiva. Sí trasciende la idea del kirchnerismo que, ante un escenario hostil a nivel nacional, se refugie en la Provincia. Se trata del bastión electoral de la expresidenta que en las legislativas de 2021 expuso un retroceso a consecuencia del malhumor de la clase media urbana y suburbana como también del interior, donde la actividad agropecuaria es fundamental.
El PRO sigue envuelto también en el debate interno bajo el paraguas de la unidad como valor fundamental, que considera como exigencia de su electorado. Las diferencias en las actitudes de Macri y Rodríguez Larreta son inocultables, pero en el marco de un “respetuoso cambio de ideas”.
El voto de Ricardo López Murphy contra la aprobación de del acuerdo con el FMI no mereció críticas de los integrantes de la coalición. “Tiene su propio partido y puede atraer a sectores que podrían emigrar hacia los libertarios”, sostuvo un dirigente.
En el radicalismo parecían primar el criterio de lograr un mayor protagonismo para el partido y postergar incipientes debates y las internas que se avecinan. Todos coinciden en la necesidad de ocupar el lugar de una firme oposición, con ánimo constructivo, ante un gobierno debilitado por las agudas diferencias internas en el oficialismo.
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