El Gobierno de Alberto Fernández todavía debe conseguir más respaldo internacional para lograr que el Fondo Monetario Internacional (FMI) recorte la tasa de interés que le cobra al país, un reclamo surgido del cristinismo, que la Casa Rosada planteó como una condición sine qua non para avanzar en la renegociación de la deuda por alrededor de 44.000 millones de dólares con el organismo.
El board del Fondo mantuvo el mes último una reunión informal para discutir ese reclamo argentino dentro de una revisión integral de su política de préstamos, un primer paso para comenzar a explorar la voluntad de los países, sobre todo, de los miembros del G7, principales accionistas del organismo internacional, para cambiar las tasas y eliminar o suspender temporalmente el sobrecargo que deben pagar los países que acceden a créditos muy altos, como el acuerdo stand-by que firmó la administración de Mauricio Macri hace ya tres años.
La agencia de noticias Bloomberg informó que el board rechazó el plan para eliminar los sobrecargos, una movida que, para la Argentina, equivaldría a un recorte en la tasa de interés y un ahorro potencial de cientos de millones de dólares anuales. El Gobierno salió rápidamente a desmentir que ese reclamo argentino ya haya zozobrado. Fuentes cercanas al Gobierno nacional confirmaron la reunión del Directorio, pero a la vez remarcaron que el Fondo aún no ha tomado una decisión final respecto de qué hará con los sobrecargos o con su política de tasas en general. Y admitieron divisiones en el board: un grupo de directores se mostró proclive a respaldar la idea apuntalada por el Gobierno, las fuentes hablaron de al menos 16 sillas de las 24 del Directorio, y un “apoyo incremental importante”, pero otros, todavía, no. Las fuentes no quisieron aclarar qué socios estaban de cada lado. Una reforma de la política de tasas del FMI requiere de una mayoría especial del 70% del board, según el FMI. Estados Unidos y el resto de miembros del G7 son los principales accionistas, y cuentan con el poder suficiente para controlar la decisión final.
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