Cada vez está más claro lo importante que es en este momento de la pandemia no dejar de cuidarse ni abandonar el uso de barbijo más allá de la vacunación. Una de las primeras señales en este sentido la dieron el martes pasado las autoridades sanitarias de Estados Unidos. Frente al alto número de contagios que está generando la variante Delta en ese país, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomendaron que la gente inmunizada con ambas dosis vuelva a usar tapabocas en lugares cerrados si se encuentra en ciudades con altas tasas de transmisión de Covid.
Y es que pese a que las vacunas reducen significativamente tanto la posibilidad de contagiarse el coronavirus como de morir a causa de él, en la medida en que el virus continúa circulando las personas inmunizadas no sólo pueden infectarse eventualmente, con mayor o menor riesgo personal, sino que también pueden contribuir a su transmisión.
Una rotunda marcha atrás
Con una tasa de vacunación contra el Covid muy dispar (que en algunos distritos supera el 65% de la población y en otros menos del 40) en Estados Unidos los datos hablan por sí mismos de la enorme protección que implica estar vacunado.
Hoy más del 97% de las hospitalizaciones y el 99,5% de las muertes por coronavirus en ese país se dan entre la población que no se vacunó. Con todo, las autoridades sanitarias norteamericanas terminaron reconociendo que por más efectivas que sean las vacunas éstas no iban a alcanzar por sí mismas para frenar la amenaza del Covid. Tres meses después de haber dispuesto que las personas vacunadas no necesitaban seguir usando barbijos, el martes pasado dieron una rotunda marcha atrás con esa decisión.
“Si uno se encuentra en una zona con una alta tasa de casos y baja tasa de vacunación ciertamente debe usar mascarilla si no está vacunado. Y si cuenta con la protección excepcional de las vacunas igual es recomendable usarlos como una medida de protección adicional”, explicó la semana pasada Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
En conclusión, ninguna vacuna ofrece 100 por ciento de protección. Y mientras un gran número de personas sin vacunar continúen propagando el coronavirus, las personas vacunadas estarán expuestas a una enfermedad que aumenta cada vez más su potencial de transmisión.
Riesgo acumulativo
Por más efectivas que sean las vacunas –coinciden en señalar los expertos- a la larga pueden eventualmente fallar si uno no deja de exponerse al Covid. Y es que el riesgo es acumulativo: cuantas más oportunidades se le da al coronavirus para desafiar los anticuerpos generados por la vacuna, mayor será el riesgo de entrar en contacto con una exposición lo suficientemente grande como para que rompa esa barrera de protección. Un problema adicional es que en la medida en que la pandemia se extiende en el tiempo el coronavirus tiene más chances de mutar hacia formas con mayor potencial de transmisión. Tal es el caso de la variante Delta, detectada en octubre del año pasado en India, que se ha convertido un tema de preocupación a nivel mundial.
Se sabe que las personas infectadas con la variante Delta eliminan niveles mucho más altos de virus durante períodos de tiempo más largos en comparación con linajes anteriores del coronavirus.
Un estudio preliminar estimó que la carga viral es 1.000 veces mayor en las personas con la variante Delta, lo que le dan al virus más oportunidades de desafiar los anticuerpos y romper el blindaje de la vacunación. Si bien esta peligrosa variante no tendría aun circulación comunitaria en nuestro país (todos los casos de ella detectados hasta el momento se dieron entre personas arribadas desde el exterior) los epidemiólogos creen que no tardará en llegar. De hecho, el miércoles pasado la ministra de Salud, Carla Vizzotti advirtió que ya existe circulación comunitaria de la variante Delta en Paraguay y que podría cruzar la frontera y llegar a la Argentina durante este mes.
Recomendaciones
En este escenario, “la gente vacunada con las dos dosis debe seguir teniendo los mismos recaudos que cuando estaba sin vacunar: se debe usar barbijo en los lugares públicos, asegurarse de que los espacios compartidos estén ventilados, reunirse con la menor cantidad de personas preferentemente al aire libre y seguir lavándose las manos o limpiándose con alcohol en gel.
Si bien se demostró en estudios que las personas vacunadas contagian menos al infectarse, aún pueden enfermarse y contagiar. Por eso es que deben aislarse igual que el resto si resultan ser contacto estrecho de un caso confirmado de Covid”, explica la médica infectóloga Analía Mykietiuk “Ninguna vacuna garantiza que uno no se pueda infectar y contagiar a los convivientes, entre los cuales puede haber personas vulnerables -señala también la doctora Silvia González Ayala-. Tenemos numerosos ejemplos en nuestro medio de personas vacunadas con el esquema completo que se infectaron, se enfermaron y transmitieron la infección a sus convivientes. Y atención que también tenemos muertos entre personas que se infectaron después de tres semanas de recibidas las segundas dosis”, agrega la infectóloga al remarcar la necesidad de “mantener estrictamente las medidas de protección personal”.
Frente a la duda si en tal o cual situación es necesario usar barbijo, los especialistas recomiendan evaluar no sólo la cantidad de personas con las que vamos a compartir el espacio y su grado de ventilación, sino también nuestra propia vulnerabilidad. Si uno es una persona mayor o tiene comprometido su sistema inmunitario es posible que su respuesta de anticuerpos a la vacuna no haya sido tan fuerte como en una persona joven.
Más allá del riesgo personal que decidamos asumir es importante tener en cuenta también el riesgo para los demás. Si uno está sano y vacunado, pero cuida a sus padres mayores o pasa tiempo con otras personas de alto riesgo lo recomendable es usar el barbijo aún en aquellas situaciones donde resulta opcional.
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