El funcionario escuchó la pregunta e hizo un silencio pensativo, tomó un sorbo de café y apoyó la tasa en el escritorio de su despacho del primer piso de la Casa Rosada. “Sí, nos gustaría que nos defiendan más en público”, contestó al fin. Pudo haber gambeteado la consulta, pero no lo hizo. En cambio, admitió que el silencio de Cristina y Máximo Kirchner –en momentos de fuerte tensión económica- genera una creciente incertidumbre en la mesa chica del Gobierno.
De inmediato llegó la aclaración: que la Vicepresidenta hace un culto del silencio (y luego de la sorpresa política); y que el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos mantiene el perfil bajo e incluso no cierra siempre él los debates parlamentarios, alterando una tradición histórica en la Cámara baja. Que lo importante sigue siendo que Cristina respalde al presidente Alberto Fernández hacia adentro del oficialismo y que Máximo, junto con Massa, saque las leyes que manda el Ejecutivo.
Pero al calor de la presión devaluatoria, el Gobierno empieza a padecer ese vacío que no está llenando el ala kirchnerista de la coalición gubernamental. Antes de despedirse, el funcionario dejó al pasar una frase sugestiva: “Trajimos la estatua de Ecuador”. Se refirió de ese modo al acto previsto para el martes en el CCK, donde se realizará un homenaje al expresidente Néstor Kirchner a 10 años de su muerte, al cual fue invitada Cristina, pero aún no confirmó su asistencia.
También se festejará allí el primer aniversario del triunfo electoral del Frente de Todos, que llevó a Fernández a la Casa Rosada en primera vuelta, con el 48 por ciento de los votos. Aunque el Gobierno no está para descorchar champagne ni mucho menos: todos los días tiene que sacar la cuenta de cuántos millones de dólares quedan en las reservas del Banco Central, mientras implora para que las medidas que adopta el ministro Martín Guzmán logren estabilizar el tipo de cambio.
Activar el swap chino, para no devaluar
Los números oficiales indican que al BCRA tiene reservas internacionales por 41.000 millones de dólares, aunque la parte líquida es cada vez más escasa. Por eso, en la Casa Rosada afirman que no dudarán en activar el swap chino por 18.600 millones de dólares, pese a que la conversión de los yuanes a la divisa norteamericana implicaría pagar al menos un 7 por ciento de interés. El mensaje del Gobierno es claro y ya lo dijo Guzmán con todas las letras: no está en sus planes devaluar, aunque en la depreciación del peso influyen hechos políticos fuera de su control.
Sin embargo, especialistas con trayectoria como Orlando Ferreres sostienen que solamente en dos oportunidades hubo una crisis cambiaria de la magnitud de la actual: en 1951, cuando se registró una sequía que paralizó la producción agropecuaria; y en 1989 por la hiperinflación combinada con la falta de dólares que determinaron la salida anticipada de Raúl Alfonsín y la llegada de Carlos Menem, que entregó el manejo de la economía a Bunge y Born, para la cual trabajaba Ferreres.
Semejante cuadro alimenta rumores de todo tipo, pero la mayoría coincide en que el Gobierno necesita sumar un ministro de Economía capaz de estabilizar la situación. Por esa razón, las miradas se dirigen hacia Roberto Lavagna, dado que el presidente Fernández suele consultarlo. Pero el exministro repite como un mantra, en la intimidad de su campo de Cañuelas: “Deben gobernar los que ganaron las elecciones; no los que perdimos. Así es la democracia”.
De todos modos, Lavagna sigue dispuesto a colaborar con el Presidente, con quien se reunió por última vez el 25 de septiembre en la quinta de Olivos. “Quiere ayudar, pero no desde cargos institucionales”, deslizó un colaborador del excandidato presidencial. De hecho, los diputados del Interbloque Federal le darán su visto bueno al Presupuesto 2021 que se debatirá el próximo miércoles en la Cámara baja, a diferencia de la abstención que perfila Juntos por el Cambio.
Guzmán, el “primus inter pares”
Otras versiones señalan a Martín Redrado como posible reemplazo de Guzmán, con el presunto auspicio de Sergio Massa. “Nosotros no ´sponsoreamos´ a nadie; creemos que Martín debe ser el ´primus inter pares´”, afirmaron en el despacho principal de la Cámara de Diputados. Esa misma línea trazó el presidente Fernández cuando puso al joven ministro como responsable de la política cambiaria, por encima de Miguel Pesce del BCRA, que sufrió el descrédito por el “supercepo”.
No obstante, algunas fuentes aseguran que Fernández emplazó a Guzmán a frenar la corrida del dólar en dos semanas. El jefe del Palacio de Hacienda tiene, sin embargo, planes a mediano y largo plazo: la negociación con el Fondo Monetario Internacional proyecta un programa plurianual –por lo que resta del mandato presidencial hasta 2023- y la posibilidad de acceder a la toma de deuda para compensar a la emisión monetaria como fuente principal de financiamiento del Estado.
Guzmán piensa incluso enviar al Congreso el programa que se acuerde con el FMI, en lo que se plantea ´a priori´ como un debate incómodo para el kirchnerismo que siempre renegó de los planes económicos que aconseja el Fondo. Tal vez, esos planes del ministro de Economía sean parte del malestar que se evidencia por estos días en el oficialismo, cuya interna es la verdadera usina de rumores de eventuales cambios en el Gabinete, que enojan al presidente Fernández.
La incertidumbre económica también se expresa en la emigración de jóvenes universitarios y empresarios de primer nivel -el último de ellos el sojero Gustavo Grobocopatel a Colonia, Uruguay- y en la toma de tierras que pone el jaque el concepto básico de la propiedad privada en el Conurbano, la Patagonia cordillerana y Entre Ríos. El caso del campo de la familia Etchevehere llama especialmente la atención por la presencia del activista Juan Grabois y de funcionarios del ministerio de Justicia.
La línea que une a Grabois con D’Elía
A Grabois, en la Rosada lo consideran una suerte de “patrulla perdida” de la amplia y heterogénea alianza oficialista, desde tiempo atrás cuando sostuvo la necesidad de llevar a cabo una reforma agraria. “Cada uno tiene a su propio D’Elía”, ironizaron en la sede gubernamental, sin reconocer la autoría intelectual de la jugada de Grabois junto a la hermana de Luis Miguel Etchevehere, quien fuera presidente de la Sociedad Rural y, sin escalas, ministro de Agricultura de Mauricio Macri. Por eso mismo, el dirigente entrerriano apunta directamente contra el Gobierno.
La relación del oficialismo con el Poder Judicial permanece en la escena como un factor que tampoco contribuye a generar tranquilidad en la economía. Los ministros de la Corte Suprema siguen discutiendo qué harán con los jueces Bruglia, Bertuzzi y Castelli –buscarían una salida intermedia, que no sería bien recibida por la oposición- y la conducción kirchnerista del Senado explora la forma de nombrar un procurador que ponga fin al interinato de Eduardo Casal.
Pero el propio candidato propuesto por Fernández, el juez federal Daniel Rafecas, advirtió que no está dispuesto a ser nombrado si se cambia la forma de votación en el Senado, que dispone una mayoría agravada (dos tercios) con la cual no cuenta el oficialismo. Mientras tanto, el Presidente busca la manera de aplacar la crisis del dólar y mantiene contacto con empresarios que naturalmente no se hubieran acercado a Cristina, como Paolo Rocca y Luis Betnaza (Techint).
Más allá de las desconfianzas mutuas entre el Gobierno y los empresarios, el Presidente busca asentarse en base a un esquema de poder de tres patas: gobernadores, intendentes y sindicalistas. Todo eso se reunió en el acto de la CGT el 17 de octubre, tras el cual quedó en claro que Fernández irá por la conducción del PJ en diciembre. Pero la ausencia de Cristina fue comentada toda la semana. A esta altura, el silencio de la Vice provoca resquemores en la Casa Rosada.
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