Tal como en China hubo un paciente cero que terminó enfermando al mundo entero, en una pequeña comunidad al sur, en la Patagonia, la irresponsabilidad permitió que el virus que se infiltrara y se propagara a diferente escala pero casi con la misma facilidad con que lo hizo a fines del año pasado en Wuhan. Todo comenzó dos días después de que se impusiera el aislamiento decretado por la Nación, cuando algunos pobladores de la localidad de Loncopué, un pueblo neuquino de siete mil habitantes, decidieron ir a una fiesta que no podían hacer: ahora, dos de los asistentes murieron, otros 24 están infectados con el COVID-19, 60 familias permanecen en cuarentena y el pueblo, todo el pueblo, no sale del estupor. “Muchos pensaron que como estamos lejos, acá no iba a llegar el virus y ahora hay alarma, angustia y un pueblo que está cerrado y donde nadie puede transitar hasta el martes próximo”, dijo el concejal Teodoro Stuardo. Loncopué se ubica a 250 kilómetros hacia el norte de la capital provincial y funciona como paso obligado para visitar la localidad de Caviahue y el Centro Termal de carácter internacional Copahue. Para Stuardo, “esto se destapó de repente porque cuando se tuvieron que tomar las medidas que el presidente anunció, acá se minimizó: durante la cuarentena, había gente que se visitaba, se juntaban algunos grupos hasta tarde en la noche y también organizaron un asado de cumpleaños que fue donde se contagió mucha gente”. Ayer, en tren de sumar datos en torno al caso de Loncopué, se viralizó un audio de WhatsApp que daba cuenta de cómo el paciente cero -que habría regresado a Loncopué proveniente de Chile- terminó enfermando sin saberlo a su hijo y éste, en una cadena cuyos eslabones no son más que personas infectadas, contagiando a otros que participaron de un asado prohibido en el que se celebró un cumpleaños. “Se organizó por los 64 años del padre de un concejal del pueblo que se hizo en una chacra”, precisó Stuardo, que está aislado también porque compartió una sesión del Concejo Deliberante en la que se declaró la emergencia en la localidad con el edil que fue parte de los festejos y ahora todo el cuerpo está bajo análisis. Además, el homenajeado falleció en el hospital de Zapala, donde estaba internado. El párroco de Loncopué, José María D’Orfeo, aseguró que “lo que pasó fue una gran irresponsabilidad, pero ahora lo importante es tratar de parar esto de alguna manera”. Según el cura, su última misa la había celebrado grabada y transmitida por radio. “Nos comunicamos desde la parroquia para hablarnos, contenernos y estamos rezando primero para ponernos nosotros en las manos de Dios, pidiendo por todos los que han sido afectados, sus familiares, los que han fallecido y por la gente que pone su cuerpo para cuidarnos”. A unas pocas cuadras de la parroquia y también en aislamiento, la profesora Lorena Moreno, del Instituto de Formación Docente, sigue enojada y sin salir del estupor: “Me indignó mucho lo que pasó, tengo alumnas que están en aislamiento porque algunas estuvieron en el asado y otras en la sesión del concejo Deliberante. Por un lado, muchos no cumplieron la cuarentena y por otro hubo liviandad en los controles y el movimiento de gente. Ocurre también que, como todos nos conocemos, le pedían al policía que los dejara ir a algún lugar y el policía es vecinos nuestro y confía en lo que le dicen. Esto es simple: si no hay conciencia social se suma otro y otro y otro hasta terminar todos contagiados”. Ayer, el Comité de Emergencia de la provincia, reunido en Loncopué, dispuso el cierre total del pueblo, la restricción de circulación interna, el cierre total de comercios y horarios determinados para poder aprovisionarse de alimentos.
NACIONAL
El asado que dejó dos muertos, 24 contagiados
En Loncopué, 60 familias permanecen en cuarentena luego de que el virus se propagara entre los pobladores.
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