El coronavirus atraviesa la vida de todos. Y en ningún caso, para bien. El aumento de casos en la Argentina y la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevaron en los últimos días la preocupación, la ansiedad y las consultas. Porque además del virus y todo lo que provoca, está el miedo, que también se contagia.
“Esta pandemia del coronavirus gatilló algunos trastornos en muchas personas que tenían predisposición y los acrecentó en otros que ya venían en tratamiento”, explica la licenciada en psicología Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad. La especialista notó que en la última semana hubo un alza en las consultas por ese tema. “Son tres trastornos los que aumentaron: el trastorno por ansiedad generalizada, trastorno de pánico y trastorno por ansiedad social o fobia social, que es un trastorno de ansiedad cuya característica esencial es un temor a ser criticado o burlado en público. Todo exacerbado por el coronavirus”, dijo.
El miedo, que tiene distintos orígenes y causas, “es inherente al ser humano. Todos tenemos algo de miedo como señal de alarma. Como esta enfermedad es nueva, todo es incierto y hay mucha información y mucho que no se conoce y se está investigando”, afirma por su pare Felisa Senderovsky, licenciada en psicología y miembro del área clínica de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Martínez Castro explica que “la población argentina está entre las más ansiosas del mundo y que influye si hemos sido cuidados por personas que son más bien ansiosas, temerosas y vulnerables a todo lo relacionado con enfermedades sugestionables”.
Además, menciona a los “eventos estresores” como situaciones “que pueden ser muy estresantes para mí y no para otras personas y viceversa, que hacen que todo lo que está en potencia en cada uno termine gatillando un trastorno de ansiedad”.
“Puede ser algo muy estresante a nivel objetivo, pero quizás subjetivamente no, y viceversa, el estrés es algo muy subjetivo para cada persona”, explicó.
Nahuel Baresi, miembro de la comisión directiva de la Asociación de Profesionales de la Psicología Social Argentina, resaltó la importancia de ver en qué marco se da la pandemia.
“Es importante que el momento sirva para pensar cómo se vienen destruyendo social y subjetivamente las condiciones de vida a partir de este sistema productivo.
Las estadísticas presentan aumentos de ansiedad y pánico, lo que se vincula a la imposibilidad de anticiparse con algún grado de certeza a lo que podemos esperar del futuro”, dijo.
Ante este contexto “se impone la fragilidad de los vínculos, lo impredecible, lo incontrolable y la incerteza”, señaló.
“Sobre lo conocido se depositan las ansiedades y las resistencias, por eso es lógico que le exijamos al sistema de salud y que vayan a parar ahí las ansiedades”, explicó. Otro punto es el bombardeo informativo y las noticias falsas, que circulan por las redes sociales.
“Ante la falta de información objetiva, verídica, termina imponiéndose el rumor o el pensamiento mágico”, afirmó Baresi, que advirtió también sobre actitudes discriminatorias que generan el miedo.
Entre las alarmas a tener en cuenta, Martínez Castro nombró síntomas físicos como sudoración, temblores, palpitaciones y mareos, y psicológicos como sensación de irrealidad, de estar desconectado del cuerpo, dificultad en la concentración, irritabilidad y en el peor de los casos ataques de pánico.
Senderovsky pidió diferenciar la sensación miedo de otra distinta, “cuando a uno lo invade el miedo y no puede seguir con sus actividades”.
“Así como no se puede confundir un resfrío con este virus, tampoco se puede confundir un ataque de pánico con el miedo”, alertó. “El consejo más importante es no catastrofizar, no adelantarse en forma negativa a los eventos por suceder, porque somos una población bastante pesimista y tendemos a adelantarnos”, evaluó Martínez Castro, en referencia a la forma de lidiar con la ansiedad.
Cuando no logramos concentrarnos “porque nuestra mente viaja al futuro, lo que tenemos que hacer es anclar la atención en la respiración, cómo entra o sale el aire en nuestro cuerpo”, aconsejó.
Por su parte, Senderovsky recomendó sobre todo abrir una instancia de diálogo para “poner en palabras” lo que cada uno siente y aconsejó buscar “en la terapia o en la familia y amigos un espacio de comunicación para expresar lo que a cada uno le pase”.
En tanto, Baresi llamó a “trabajar con los vínculos y las relaciones sociales cotidianas, para ver que el otro no aparezca como amenazante”.
“En los profesionales también se genera desconcierto, no somos ajenos a las ansiedades e inquietudes, por eso es importante organizar la pelea contra el coronavirus de manera colectiva, con los profesionales de la salud y los mismos afectados”, afirmó.
En cuanto a quienes cumplen el aislamiento obligatorio, Senderovsky recomendó “buscar en la casa actividades que no pueden hacer todo el tiempo, como caminar, leer un libro, escuchar música y sobre todo seguir hablando con gente, con los medios disponibles, la computadora o el celular”.
Con los chicos
En este marco, ¿qué hacer con los chicos? Para los especialistas, lo importante es brindar respuestas certeras pero a la medida de la capacidad de cada niño para procesarlas, y así tratar la omnipresencia de información sobre el coronavirus en los medios y las conversaciones entre adultos, que no dejan ajenos a los más pequeños.
“En el caso de los niños somos nosotros, los adultos, los que mediamos entre ellos y la información. Tanto el ‘qué’ les transmitimos como el ‘cómo’ lo hacemos será muy importante. Estamos frente a una pandemia que nos interpela a todos”, afirma Ivana Lettieri, psicóloga, psicoanalista y especialista en clínica con niños y adolescentes.
Entre los consejos para lidiar con las angustias, Lettieri asegura que depende de la edad y del momento de estructuración del psiquismo, por lo que recomendó preguntarse, por ejemplo “¿maneja ya el niño la muerte como concepto?; ¿tiene ya la capacidad de ponerse en el lugar del otro?; ¿qué conceptos de peligro maneja?. En cada etapa de la niñez y la adolescencia hay miedos propios: a separarse de los padres, a la muerte; son miedos que van atravesando junto con un montón de otras situaciones”.
“Puede pasar que estos nombres, coronavirus por ejemplo, y la situación de miedo que se genera alrededor, se enlacen con otros, que pasan a tener una prevalencia mucho mayor. Por ejemplo, como dicen que afecta más a los adultos mayores piensan ‘los abuelos se van a morir”, resaltó.
Por ello, instó a habilitar momentos de reflexión o preguntas para que la situación pueda servir como disparador para hablar de otros temas. “Lo ideal es mantener sus rutinas, sumando las actividades preventivas y de cuidado que nos recomienda la OMS. Evitar que el único tema de charla en casa sea ‘el virus’, pero sí intentar brindar información lo más certera posible, a la medida de la capacidad de entendimiento de cada uno”, concluyó.
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