El país se reconfigura en base a la suerte electoral de Macri y de Alberto
El Presidente sueña con el balotaje, pero su aspiración más real es convertirse en jefe de la oposición, mientras que el principal retador empezaría a reclamar la transición desde hoy mismo.
Las incertidumbres que se centran en la Argentina en vísperas de las elecciones presidenciales han dañado la economía del país, y lo que debiera ser un acontecimiento normal del sistema democrático crea, sin embargo, situaciones casi límites de unos y otros. Realizan advertencias apocalípticas. La tan mentada crisis se profundiza al compás de las palabras de los candidatos y sólo cabe la esperanza de que el lunes se tiendan puentes.
La polarización entre Alberto Fernández y Mauricio Macri es posible que sume el 80 por ciento. Por eso los análisis están centrados en lo que cada uno de ellos logre.
El volumen de votos
Para el candidato del Frente de Todos, no será lo mismo obtener más del 50 por ciento de los votos, que menos de ese porcentaje. No sólo porque correría el riesgo de tener que afrontar un balotaje, sino especialmente porque una victoria más escuálida le dificultaría la construcción de un poder político propio y quedaría más condicionado por su compañera de fórmula, Cristina Kirchner.
Para Macri, en tanto, no daría lo mismo quedar reducido a un tercio del electorado, en un porcentaje similar al que obtuvo en las primarias, que superar esa barrera y ubicarse más cerca del 40 por ciento. Con el primer resultado, difícilmente pueda aspirar a ejercer el liderazgo de la oposición, pero con el segundo su figura quedaría ungida en esa posición. Igualmente, su futuro dependerá del devenir político y económico que transite la Argentina hasta el próximo 10 de diciembre.
De acuerdo a como queden parados Alberto F. y Macri se configurará, desde mañana, la transición hacia el cambio de gobierno. El contexto es desfavorable: la brusca retirada de depósitos en el sistema bancario y el alza en la cotización del dólar, con la consecuente pérdida de reservas en el Banco Central, obligarán al Presidente y al principal candidato a sucederlo a ponerse de acuerdo lo más rápido posible.
Se espera que esta misma noche tendrá lugar el primer contacto, cuando el resultado en las urnas se confirme. Si Macri consigue el milagro de llegar a segunda vuelta, el Gobierno tendrá que afrontar la desconfianza económica de los argentinos, pero si Alberto F. queda consagrado como presidente electo, todo parece indicar que reclamará que un integrante de su equipo se instale en el BCRA para monitorear la tarea de Guido Sandleris al frente de la autoridad monetaria.
En este contexto, los operadores del mercado aguardan medidas tendientes al restablecimiento -por ahora moderado- del cepo cambiario.
El lunes más temido
De hecho, trascendió que estaría redactada la resolución del Banco Central, puesto que acaba de recontratar especialistas en la materia. En medio de versiones sobre la posible declaración de un feriado cambiario para mañana, el rol que jugará Sandleris en la eventual transición será determinante, al igual que lo será el de Hernán Lacunza en el Ministerio de Hacienda. Con ellos seguramente tendrán diálogo los economistas albertistas Matías Kulfas y Cecilia Todesca.
Alberto F. no es un improvisado. Todo lo contrario: fue funcionario de Economía en la Presidencia de Alfonsín; superintendente de Seguros con Menem en la Casa Rosada; integró el directorio del Banco Provincia con Duhalde en la Gobernación. También fue fundador del Grupo Calafate –un think tank que lo conectó con Néstor Kirchner-; diputado por el partido de Cavallo; jefe de Gabinete entre 2003 y 2008; y luego jefe de campaña de Massa en 2015 y de Randazzo en 2017.
Cristina dio un golpe de timón cuando lo designó candidato a presidente, porque Alberto F. fue muy crítico de su segundo mandato (2011-15). En un artículo para la revista Crisis, escribió: “nada ha deteriorado más a este tiempo progresista en América Latina que las imputaciones lanzadas sobre las faltas éticas de sus responsables políticos (…) La corrupción fulmina a los gobiernos progresistas porque destruye el discurso moral en que sustentan su propuesta electoral”.
El discurso anti-corrupción no está ahora del lado del Frente de Todos, sino de la coalición de gobierno agrupada en Juntos por el Cambio. El electorado que respalda al presidente Macri lo hizo saber en cada una de las marchas del “Sí, se puede” que fueron incrementando el volumen callejero de una fuerza originalmente reacia a las manifestaciones populares, pero que, ante la encrucijada que se planteó tras las PASO, le dio rienda suelta a un notorio cambio de estilo impensado.
No obstante, el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, insisten en la mesa chica del Gobierno con que en las primarias de agosto el 40 por ciento del electorado definió el sentido de su voto el último día. Así, justifican el fracaso de las encuestas en base a las que le dijeron a Macri que estaba sólo entre dos y cuatro puntos por debajo Alberto F. Pero esa desconfianza de los sondeos no es propia del oficialismo: justamente ayer Alberto F. y Sergio Massa coincidieron en que habrá que fiscalizarlas.
Ampliación del diálogo
En un desayuno que compartieron en Puerto Madero, el candidato presidencial del FdT y el postulante a primer diputado nacional por la Provincia acordaron “ampliar el diálogo” con otras fuerzas políticas de cara a lo que, esperan, será un futuro gobierno del peronismo reunificado. Los primeros convocados serán los peronistas nucleados en Consenso Federal bajo la candidatura de Roberto Lavagna. Habrá que ver cuál será el rumbo político que seguirá Juan Manuel Urtubey.
En el futuro inmediato de Macri, en tanto, le depara una conferencia de prensa en la Casa Rosada. El Presidente hará una evaluación del resultado electoral y, llegado el caso, sentará una postura respecto de la transición con una inyección de optimismo que le proporcionaron sus multitudinarios actos callejeros para que pueda superar una derrota y que instaló una fuerza con futuro. Macri sugirió, en el cierre de campaña que encabezó en la ciudad de Córdoba el jueves pasado, que no piensa retirarse de la política activa.
Envió así un mensaje a los dirigentes que están bosquejando el posmacrismo como una mesa colegiada en la que no habrá un líder nítido y en la que ya tienen una silla asegurada el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el jefe radical Alfredo Cornejo, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y el porteño Martín Lousteau, entre otros.
Además, el radicalismo exigirá ser tratado como un par y no como un aliado menor y está respaldado por sus dirigentes En la Provincia, habrá una avanzada de dirigentes del PRO que ganarán en sus distritos, como se prevé, sea el caso de Jorge Macri en Vicente López, para tomar posiciones de poder en la Legislatura frente al incipiente armado que ensaya el vidalismo. En la otra cara de la moneda discurre el malestar con los jefes comunales oficialistas que promueven la boleta corta para salvar sus intendencias.
En ese contexto, la mayor tarea de ganador y perdedor debería ser el tendido de puentes para superar la grieta. La necesidad de acordar un proyecto de país es cada vez mayor, para que las oposiciones no se dediquen solamente a trabar a los oficialismos.