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Gentileza diario Los Andes

Trabajó 41 años como maquinista de trenes y ahora los construye a escala

Victorio Maccari realiza exactas reproducciones de locomotoras con sus manos, sin recurrir a modelos. Solo se guía por el detalle de sus recuerdos.

Con martillo, destornilladores, sierra, lima y pinzas y su espléndida memoria es que Victorio trabaja en el garaje de su casa en Mendoza. Su hobbie es hacer locomotoras a escala y para lograrlas se basa en sus más de 41 años como maquinista.

Gracias a su paciencia y dedicación el ex ferroviario logra que las planchuelas y elementos de ferretería vayan tomando forma hasta transformarse en las piezas que le servirán para ensamblar y darle vida a las pequeñas máquinas que va creando.

El jubilado asegura que aún conserva fotografías mentales de los espacios y motores que tuvo que desarmar cada vez que había que repararlos o mejorarlos. Su entusiasmo por los trenes no tiene límites. Es algo que lleva en la sangre.

Este trabajo es el legado que quiere regalarles a sus nietos y bisnietos. En el comedor de su hogar tiene montada una estantería que contiene cuatro réplicas de máquinas de distintas épocas. Muchos extranjeros o representantes de sindicatos u organizaciones sociales ofrecieron un monto muy alto por la colección de sus maravillosas locomotoras, pero Victorio fiel a su voluntad ha preferido no ponerles un precio. “No me he negado a prestarlas y mostrarlas pero estas máquinas son para mi familia”, dice. 

Tras un periodo de aprendiz, a los 17 años Victorio ingresó al mundo ferroviario como aspirante a conductor. En ese entonces la red ferroviaria nacional, estatizada 8 años antes, contaba con 47 mil kilómetros de extensión. Por los rieles de la provincia transitaban 24 trenes diariamente.

“Se trasladaba madera desde Misiones y desde Buenos Aires se traían alimentos en grandes bolsones que desembarcaban en Gutiérrez”, indica el apasionado maquinista. Pasaron los años y Victorio alcanzó su meta.

Pudo convertirse en conductor  y manejó trenes movidos por empuje hidráulico, impulsados por motores mecánicos y locomotoras eléctricas. Hasta que a mediados de los 90, la empresa pública Ferrocarriles Argentinos fue privatizada y desmantelada, forzando a sus trabajadores a retirarse, incluido Victorio que fue expulsado 15 días antes de jubilarse.

“Fue muy duro y difícil para mí. Aún estoy en juicio por ese tema. Los conductores nos jubilábamos a los 55 años porque trabajábamos 14 horas por día pero después modificaron la ley. Tuve que salir a trabajar como metalúrgico. Me dediqué a la herrería y en mis tiempos libres comencé a armar las primeras maquetas”, concluye quién encontró una forma creativa de remediar la pérdida que significó en su vida no volver a estar relacionado con los trenes.


 

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